Una frase fue suficiente para el despegue de la inspiración, esa chispa que sin anuencia resalta algo de la cotidianidad y promueve la reflexión. Hay quienes sirven con gran disposición y de forma ostentosa, buscando agasajar o complacer a sus comensales, así mismo, están aquellos que son descuidados o desasidos. Sin duda, algunos otros estudian cuidadosamente el arte de servir y dedican sus vidas a ello, quizás les pagan por atender en un hermoso lugar, o lo hacen por amor o convicción en alguna obra benéfica. También, viven los que andan por allí, con interesantes actos de servicio que no son remunerados o ensayados, y parece brotarles naturalmente en todo lo que hacen.
De un momento a otro conocí a Demetrio con su guerrera hostilidad y un delicado arte a la hora de servir, sabe qué alimento corresponde en cada plato, los cubiertos correctos para degustar y nunca sus manos están vacías. Asedia con premura a sus comensales y aquellos que estén expectantes pero no apercibidos, terminan consumiendo sus comidas. Algunos ni cuenta se dan de su presencia y para otros su aroma resulta una angustiosa alerta al pasar. Entre características humanas y espectrales su naturaleza parece cobrar fuerza contra una generación.
Un buen comienzo para un cuento, pero los platos de Demetrio aunque alegóricos, en su ingesta promueven terribles síndromes diarreicos verbales en cualquier psiquis desprovista o fatigada por el camino. Afianza anemias del alma como la desesperanza e intoxica corazones, infartando segmentos de tejidos que deciden no volver amar. Un ser, cuyos contenidos andan como platos suculentos de comida conquistando incautos y proliferando virulentas y erráticas concepciones, para determinarlo es necesario abrir los ojos del espíritu y escuchar con atención aquello que subyace en las palabras.
Denegrir la vida consumiendo cualquier cosa que ponen frente a nuestros ojos es menospreciar la gracia de poseer un día que será irrepetible y perfecto. Al contrario, resulta grandioso ver gente despierta apta para decidir, aun cuando no coinciden en la elección o la totalidad de sus criterios, son los que perciben el fétido olor que acompaña a Demetrio y a pesar de sus atenciones no se rinden ante sus dádivas. En lugar de ello, preparan sus propias comidas en el secreto del hogar, purifican sus cocinas e implementos y se aseguran de consumir cosas saludables, sirven en platos modestos quizás con mucha humildad, pero inmaculadamente conociendo la integridad de lo que ingieren.
Si ya te topaste con Demetrio no te preocupes, todos lo hacemos, lo importante es que decidas no recibir todo aquello que su mesa y modismos ofrecen y tu espíritu despierto se asegure de custodiar con discreción lo que sustente tu vida. Así, del campo a la mesa, obtengas una ingesta acorde con tu identidad y que preserve la descendencia.
@alelinssey20