Venezuela no es hoy lo que fue durante el período democrático que se inició con la presidencia de Rómulo Betancourt (1959-1964) y concluyó con la segunda gestión presidencial de Rafael Caldera (1994-1999). A partir de la gestión gubernamental “revolucionaria” que comenzó con la presidencia de Hugo Rafael Chávez Frías (1954-2013), Venezuela se transformó en un país sometido y desinformado pero con una población que mayoritariamente aspira a una conducción democrática de verdad. En ese último propósito están centradas las acciones que llevan a cabo la guerrera María Corina Machado y el estadista Edmundo González Urrutia.
Es triste releer los comentarios de Ernesto Precios Prü -médico y cirujano de la Universidad de los Andes- a quien se catalogó como uno de los científicos más respetados del país e integrante del chavismo popular democrático y quien en su momento de “mayor gloria” escribió:
Han transcurrido 40 años de experimento democrático y los líderes de los partidos políticos tradicionales se han repartido la organización del Estado y se han alternado en el poder con estrategias semejantes. De continuar este dominio de los líderes tradicionales la desunión social será mayor, la violencia se agravará y la economía del ciudadano llegará hasta el peligros límite de la anarquía (…) Venezuela requiere cambios en todos los estamentos sociales. Esta necesidad de cambio lo siente la población y es por ello que Hugo Chávez Frías está logrando la unificación de los venezolanos en torno a su figura como presidente de Venezuela. Se equivocan aquellos que creen que Chávez representa el odio o el resentimiento del ciudadano, como respuesta a lo que se le ha hecho a su vida individual y colectiva durante 40 años de partidocracia; por lo contrario, es la esperanza por dignificar la vida ciudadana, por volver a sentirnos ciudadanos hermanados y con un destino común fundamentado en el trabajo y la producción.
Es obvio que esa esperanza por dignificar la vida ciudadana en nuestro país no se consolidó en la gestión presidencial de Chávez ni ahora con Maduro. La emigración venezolana no ha parado y luego de que, sin prueba alguna, el régimen se proclamase “ganador” en la reciente elección presidencial, la salida de venezolanos aumenta cada día, de modo exponencial. Esa es la triste verdad. Venezuela es hoy un país donde sus ciudadanos están sometidos a las arbitrariedades del aparato represivo del Estado. El criterio de justicia actual, al igual que en el remoto pasado, sigue siendo “la ley del mas fuerte”.
Los venezolanos debemos tener siempre presente que aún hay caminos que andar; la esperanza nunca debe perderse. Que nadie lo ponga en duda: triunfaremos y venceremos.
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