Recientemente fueron publicados los resultados de la encuesta de condiciones de vida del venezolano (Encovi) 2023, realizado en 10 de las 24 regiones del país, que como es sabido es un proyecto de equipos técnicos de la UCAB, la UCV y la USB, surgido ante la ausencia de estadísticas oficiales vinculadas con la realidad social que desde 2014 se ha convertido en una importante y esperada fuente de información.
El diagnóstico y las propuestas están disponibles para todo público, pero quiero destacar algunos aspectos que considero relevantes en especial cuando se trata de un régimen que ya lleva 25 años en el poder con promesas de igualdad y salvación en especial para los sectores más necesitados característicos de los regímenes que se han cobijado bajo el manto del llamado “socialismo” al estilo de la Cuba de los Castro, lo que han proporcionado es ruina y desdicha.
Muy relevante resulta que la pobreza extrema se sitúe en 59,1% y que 51,9% de los hogares vive en pobreza multidimensional (bajos ingresos, carencias en los servicios básicos, deterioro de la educación, entre otros aspectos) en la que las personas más pobres ganan 30 o 35 veces menos que quienes tienen mayores ingresos, siendo uno de los países más desiguales del continente. Según la investigación la pobreza de ingreso sigue siendo uno de los “mayores escándalos” que padece la sociedad venezolana, agreguemos que esta carencia pretende cubrirse a través de bonos que son otorgados no como salario sino como gracia y concesión del gobierno, que además no cuenta para los beneficios del trabajador, una de las más terribles formas de explotación.
Cerca de 3 millones de venezolanos manifestaron que a pesar de tener hambre pueden pasar hasta un día entero sin ingerir alimentos por no poder costearlos
El 60% de la población asiste regularmente a clases con normalidad y 40% lo hace de manera irregular. Las inasistencias tienen un importante componente relacionado con huelgas e inasistencias del carenciado personal docente, y otro de no menor peso a falta de comida en el hogar o escuela y por fallas de servicios públicos. Destaquemos que en esta área es donde más se evidencia la farsa de la igualdad, puesto que quienes pueden pagar la educación privada estarán mucho más preparados y tendrán mayores oportunidades que quienes asisten a la maltrecha educación pública.
Agrego otros nefastos datos, la organización Horonami, que representa a los pueblos indígenas del Alto Orinoco en el estado Amazonas, denunció que al menos 260 yanomamis murieron entre enero de 2023 y la fecha actual por enfermedades como malaria, tuberculosis y desnutrición. Lo que ratifica la evidencia de una de las mayores mentiras “revolucionarias”, como es la de la defensa de los pueblos indígenas que no ha pasado de la humorada de declarar el 12 de octubre como el Día de la Resistencia Indígena, bautizar calles y autopistas con nombres de caciques y exhibir esperpentos como el indio de latón.
Los datos no sorprenden, pero no dejan de doler, tanto por lo que vivimos en carne propia con los hijos y los nietos lejos y el deterioro de la calidad de vida (de 65% de profesores universitarios deprimidos) y el conocimiento del sufrimiento de los otros, de los más desposeídos, los que han migrado en las peores condiciones y los que no lo han hecho y viven en circunstancias miserables.
Pero también sabemos que no hay solución mientras Maduro se mantenga en el poder. Sabemos también que la responsabilidad no es externa, ni producto del boicot de enemigos sino de la banda que nos gobierna y que no habrá solución mientras sigan en el poder. Sabemos también que en el 2024 tenemos la posibilidad de producir un cambio y que es una carrera de crecientes obstáculos porque ellos saben que su candidato es altamente impopular. Para poder sortearlos no queda sino intentar lo que esté en las manos de la oposición: Inscribir un sustituto (a) o quizás más de uno por posibles invalidaciones que sea apoyado unánimemente por toda la oposición verdadera. Ese es el juego que toca jugar.