OPINIÓN

Un pacto infame

por Alberto López Núñez Alberto López Núñez

La ONU definitivamente es una institución envilecida, del loable ideal inaugural de defensa de un orden internacional que buscase la paz con mayoría predominante de democracias liberales, que buscaban un orden internacional coherente, armónico y en el que predominase los derechos humanos, se ha convertido en un organismo de fachada del totalitarismo oriental (Rusia, China, Irán), que da puestos de preeminencia en su Consejo de Seguridad y en el Comité de Derechos Humanos a tiranías en las que precisamente no reinan estos sino todo lo contrario; no es capaz no sólo de defender Estados democráticos como Israel, sino que acoge en sus organizaciones especializadas a terroristas declarados, como es el caso de la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), dirigida por terroristas de Hamás y Hezbolá, que utilizan la fachada y recursos de esta para atentar contra la única democracia del Medio Oriente, el citado Israel.  

Más grave aún es la cooptación del sistema internacional dirigido por la ONU por el izquierdismo internacional, quien con el apoyo indolente de las democracias liberales intenta imponer la dictadura del progresismo woke. ¿Qué les pasa por la cabeza de los líderes occidentales cuando aprueban normas de imposición de las ideas inspiradas en la guerra cultural gramsciana? Acaso no se dan cuenta que se está librando la batalla existencial de Occidente, que la está ganando el totalitarismo oriental, puesto que no hay peor enemigo que el interno, sí las instituciones encargadas de la socialización de las normas de convivencia y perseverancia del cuerpo social ( educación, cultura, medios de comunicación, iglesias) están en manos de los enemigos de la democracia liberal, la batalla está perdida de antemano, esto fue lo que previó Gramsci con su estrategia de establecimiento de una hegemonía cultural, que libra la batalla de destrucción de la democracia occidental desde adentro. 

No hay prueba más palpable de esto que el “Pacto para el Futuro” aprobado la semana pasada por la ONU, con la práctica unanimidad de los países miembros. Lo curioso es que Rusia y sus satélites (Bielorrusia, Irán, Corea del Norte, Nicaragua, Siria, Sudán) fueron los que se opusieron, China absteniéndose, en realidad la objeción rusa no es tal. Pues como lo dijo su vice ministro de relaciones exteriores: «Técnicamente, no hay nada que aprobar hoy. No es un fallo de la actual Asamblea General ni del presidente y su equipo. Han heredado este problema de sus predecesores y honestamente han intentado hacer lo mejor posible, pero les ha faltado tiempo», pienso que es un caballo de Troya esta posición rusa, aparece como contrario, cuando en realidad manipuló todo el proceso tras bastidores, pues los únicos ganadores de este “pacto” son los totalitarismos que dominan la dictadura globalista de la ONU, incluyendo los regímenes democráticos, pero que en realidad están dominados por los poderes fácticos del globalismo transnacional. 

Este es un pacto infame, porque disfrazado de propósitos nobles encubre el propósito de una dictadura hegemónica mundial en manos del izquierdismo internacional: 

En primer lugar, redobla el discurso del ecologismo radical sobre el desarrollo sostenible y el cambio climático. Insiste en “asumir la diversidad y combatir todas las formas de discriminación” eufemismo para la estrategia de imposición de políticas identitarias (la transposición de la lucha de clases en la lucha de los “dominados” por su liberación), para ello aprueba, entre otras,  las siguientes acciones: 

  1. “Emprenderemos acciones audaces, ambiciosas, aceleradas, justas y transformativas para implementar la Agenda 2030, alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y no dejar a nadie atrás”. Ya henos insistido en otras ocasiones que este discurso disfraza de principios científicos una ideología, no es lo mismo ecología, la ciencia del estudio del medio ambiente y las interrelaciones que en él ocurren, con el ecologismo, la ideología del decrecimiento y del ambientalismo radical, que no es otro que el discurso del comunismo internacional que busca la aniquilación del sistema de democracia liberal, basado en la democracia representativa y la economía de mercado. 
  2. “Promover sistemas agroalimentarios equitativos, resilientes, inclusivos y sostenibles para que todas las personas tengan acceso a alimentos inocuos, asequibles, suficientes y nutritivos”, de nuevo, es con un discurso bonito, el intento de imponer políticas agrícolas en detrimento del mundo rural y en beneficio de un sistema internacional que busca todo lo contrario de lo planteado: prohibirles  a países en desarrollo de lograr el desarrollo como las potencias ya lo hicieron, y en los países europeos acabar con la rentabilidad de los productores agrícolas tradicionales. 
  3. “Reduciremos el déficit de financiación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en los países en desarrollo.” Un eufemismo para más recursos para las ONGs izquierdistas que quieren dominar el sistema internacional, en detrimento de los estados nacionales. 
  4. “Expresamos nuestra profunda preocupación por las persistentes desigualdades que existen dentro de los países”, el discurso asistencialista que pone el énfasis en la desigualdad y no en la pobreza, trata de imponer el odio y el resentimiento en poblaciones que buscan lo imposible: la igualdad absoluta entre los humanos, en vez de insistir en el principio liberal fundamental de la igualdad ante la ley, 

Las únicas acciones que debería hacer la ONU, que deja casi de último y que son un saludo a la bandera, son: “Promoveremos la cooperación y el entendimiento entre los Estados Miembros, reduciremos las tensiones, procuraremos el arreglo pacífico de las controversias y resolveremos los conflictos” y “Consolidaremos y sostendremos la paz”. No hará esto, porque es imposible mientras la ONU esté dominada por tiranos y terroristas, como los de Rusia, China y el terrorismo islámico y el liderazgo occidental se pliegue a sus dictados. 

Es por eso que se debe destacar la posición de Milei respecto al pacto, al enfatizar que: 

¡Qué falta hacen 100 Mileis para  arreglar el mundo!