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Un nuevo año

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Tenemos ante nosotros un nuevo año: 2022. Es una página en blanco para escribir en ella lo que haremos y deseamos llevar a cabo, en medio de las circunstancias que vivimos. El cambio empieza siempre por dentro, pues lo que sucede por fuera puede cambiar o no cambiar y se espera, más bien, que logremos descubrir las posibilidades que esas circunstancias nos ofrecen.

Es cierto que a veces se necesita de un cambio de circunstancias para poder cambiar por dentro, pero esto vendrá cuando con nuestra actitud nos abramos al cambio interior. En todo lo que nos parezca malo hay que lograr ver lo bueno y por lo bueno que vemos, dar gracias a Dios.

El 30 de diciembre, en una cola de automercado, la franela de alguien decía: “Enfócate en lo bueno”. Me ayudó verlo y este artículo realmente tiene su origen en todo lo que pensé esos 45 minutos que estuve en la cola. Ver a tanta gente comprando lo que necesitaba para su celebración de año nuevo me hizo pensar en lo parecido que somos todos en el fondo, en medio de nuestras diferencias. Pensé en lo miedos, en las alegrías, las esperanzas y disgustos que tenemos todos en nuestras familias; en los deseos y necesidades de transitar hacia un año mejor para el país; en las incertidumbres que nos cercan.

La frase de esa camisa, “Enfócate en lo bueno”, fue muy significativa para mí, pues me hizo pensar que cuando se ve lo bueno, lo malo se empieza a ver como camino para el bien. Lo malo se ve como oportunidad para adquirir o fortalecer alguna virtud, para crecer por dentro en todo sentido y ser mejores. Lo cierto es que la esperanza nace cuando sencillamente tratamos bien al otro y le preguntamos por sus cosas, cuando ayudamos al otro a sonreír y a ver el lado bueno de todo; incluso de lo que es malo, porque sí, el mal es una realidad.

No ver el bien tras el mal lleva a ver siempre lo malo como incluso originario. Y esto ni es justo ni es cierto, pues la vida es un don, un milagro, que funda la existencia. Hay luces, sombras y oscuridades, es así, pero lo malo hay que tratar de verlo como camino hacia algo bueno, aunque sea difícil considerarlo.  No hacerlo nos llevaría a ver la vida como algo muy triste, y esto debería ser un motivo suficiente para intentar ver lo malo como algo que nos abrirá camino al bien.

Lo difícil es siempre la incertidumbre de no saber, en términos de tiempo, cuánto durará algo que tenemos entre manos. Hay cosas que no pueden cambiar y otras que sí. Y como dice Viktor Frankl, ante las primeras debemos cambiar nosotros de actitud y ante las segundas, esmerarnos en cambiar también nosotros con eso que sí podemos hacer nuevo. Todo está en darle un sentido a lo vivido y hecho. El país irá cambiando en la medida en que cambiemos nosotros y aunque esto suene trillado, es la verdad. Los primeros cambios vienen de nosotros, porque si en nuestro corazón hay unidad, amor, espíritu de libertad y de donación a los demás, poco a poco haremos de esos valores referencia para muchos.

Nada es permanente. Y mucho menos lo malo, que es carencia de bien. Por eso, no podemos perder las esperanzas de que el futuro sea mejor, pues el origen y fundamento de todo es el bien; no el mal. De aquí que ese consejo de “enfocarse en lo bueno” sea muy cierto y esperanzador, ya que todo depende del bien.

 

 

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