La prueba más reciente para quienes abogan por la salida electoral en Venezuela se dio el pasado domingo 21 de diciembre, evento que estuvo marcado por una alta abstención, una caída importante en la votación oficialista, y la evidente fragmentación de la oposición. Cada uno de estos hechos es un llamado de alerta sobre uno de los mayores riesgos que enfrenta la sociedad venezolana hoy, el vacío. Los espacios inevitablemente son llenados cuando estos han sido abandonados, una evidencia de esto es la votación que obtuvo un nuevo sector auto catalogado como opositor, que guste o no parece haber recibido una proporción importante de votos provenientes del capital político de la oposición tradicional.
El vacío político puede ser llenado por actores políticos, pero también por otro tipo de actores, y es ahí donde está el mayor peligro se cierne sobre la sociedad. Desde las selvas colombianas hasta las zonas desérticas de Afganistán, el crimen organizado se ha ido convirtiendo en un sustituto del Estado, primero por la vía de acciones sociales directas en las comunidades en las que tiene presencia, particularmente en el mantenimiento del orden, y luego poco a poco integrándose a la vida política del país. Cuando esto ocurre Estado y crimen organizado van entretejiendo una relación complicada, donde el equilibrio de poder es frágil y la búsqueda de este lleva a períodos de violencia.
Venezuela pudo escapar a ese destino por mucho tiempo, y si bien en el pasado había corrupción y el Estado tenía carencias en cuanto a sus capacidades, hoy el país se encuentra entre los más corruptos del mundo y con una marcada fragilidad estatal, combinación perfecta para que el crimen organizado irrumpa en la vida política del país. El vacío dejado por el Estado en varias regiones del país más la incapacidad de la oposición de lograr un cambio real en la vida de las personas ha ido abriendo las puertas a nuevos actores, por lo general con una fuerte ascendencia local, y en aquellas zonas donde está presente el crimen organizado probablemente con ciertos vínculos con ellos, o al menos con acuerdos tácitos.
Al observar el mapa de los resultados electorales de Venezuela del pasado 21 de noviembre una imagen salta a la vista, a nivel municipal el chavismo mantuvo las alcaldías en el oriente del país (donde además de la actividad petrolera hay rutas importantes de salida del narcotráfico), las que se encuentran en el arco minero, un eje importante desde Caracas a lo largo de la costa hasta Falcón, y en el caso del Zulia tres municipios en los que se ha señalado hay presencia de la guerrilla colombiana y sirven de salida al narcotráfico. No es una foto perfecta, pero pudiera ser una señal de como los intereses económicos vinculados a actividades ilícitas han empezado a permear la vida política del país.
Ya se sabe lo que pasó en Barinas, y los resultados de Apure han sido disputados con fuertes protestas. Ambos estados son una canal de comunicación de la guerrilla colombiana con el arco minero, así como con la cadena de distribución del narcotráfico. En estos estados llaneros no solo está en peligro la legitimidad que el oficialismo pudiera estar buscando con las elecciones, sino la disposición de actores locales vinculados al crimen organizado a respetar el marco institucional, en este caso el electoral. Estas zonas del país han estado marcadas por el abandono del Estado, por el vacío del poder político, y con la presencia de grupos armados para estatales, una combinación que se puede extender al resto del país.
“Dictadura no sale con votos”, depende. “La salida es electoral”, depende. El contexto en el que una u otra afirmación se haga es clave, y este depende en gran medida de las características institucionales en las que se encuentre el país en cuestión. Un elemento de fondo a considerar es la estructura de poder, dónde están los intereses económicos, y si las elecciones le convienen o no a quienes controlan el poder. Al Gobierno nacional le conviene hacer elecciones porque necesita legitimarse, a la oposición que aún mantiene cierto apoyo popular le convienen las elecciones porque es su única fuente de poder, al crimen organizado le convienen las elecciones siempre y cuando quien gane favorezca sus actividades.
@lombardidiego