Uno de los eventos más importantes y que llama la atención mundial es la entrega del premio más prestigioso del planeta, legado del industrial sueco Alfred Nobel. Este año el Nobel de la Paz le fue otorgado a la organización japonesa Nihon Hidankyo, constituida por sobrevivientes de las bombas atómicas que Estados Unidos lanzó sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en 1945. El Comité Nobel noruego justificó su decisión en los esfuerzos del movimiento por lograr un mundo “libre de armas nucleares y por demostrar a través de los testimonios de testigos que las armas nucleares jamás deberían ser utilizadas otra vez”, expresó el presidente del Comité, Jorgen Watne Frydnes.
Cuando leí la noticia inmediatamente me vino a la memoria mi experiencia en Hiroshima y Nagasaki como participante del programa de Naciones Unidas para el desarme y control de armamentos hace 28 años. En esa oportunidad, con la hospitalidad del Centro Internacional para la Paz japonés, pudimos conocer de primera mano las terribles experiencias de las explosiones atómicas a través de diversas exposiciones, la visita a los museos donde, entre otros recuerdos de esa época, están las réplicas de las bombas. Igualmente, hicimos una emotiva visita al hospital de los sobrevivientes en Nagasaki en donde sorpresivamente fuimos recibidos en un espectáculo de música y flores por las víctimas, muchos de avanzada edad, pero siempre con una sonrisa.
No podía ser más oportuno el Comité en Oslo en su selección. Hoy somos testigos del resurgimiento del temor mundial por la insensatez de líderes políticos que fácilmente olvidan la historia y no aprenden de su legado y es por ello que la distinción a la fundación Nihon Hydankyo es también un llamado de atención urgente a las potencias nucleares y los Estados que pretenden serlo violando el régimen legal sobre no proliferación nuclear.
El reto es ahora mayor que nunca puesto que los aumentos significativos de ojivas, su potencia y precisión, así como el desarrollo de vectores de velocidades hipersónicas inimaginables capaces de vulnerar los sistemas defensivos, el desarrollo de mini nukes y el aumento de submarinos atómicos cambia por completo el esquema de disuasión a través de la posibilidad de destrucción mutua asegurada que existió durante la Guerra Fría. Actualmente el arsenal nuclear mundial se discrimina de la siguiente manera: Estados Unidos 5.428 ojivas, Francia 290, Reino Unido 225, China 350 y Rusia 5.997. Otros países como Pakistán, Israel, India y Corea del Norte poseen un arsenal mucho menor. Para que los lectores tengan una idea, este arsenal destruye el planeta varias veces
Los cambios doctrinales en las políticas exteriores de Rusia y China han llevado aparejados cambios en la doctrina militar, especialmente en lo que se refiere al tema nuclear, los cuales evidentemente tendrán reciprocidad por parte de Estados Unidos, Francia e Inglaterra. Son producto de políticas expansionistas y de agresividad militar que mantienen en vilo a la comunidad internacional.
Todo ello va en detrimento de los acuerdos que se habían alcanzado durante la mitad del siglo pasado. al finalizar la Segunda Guerra. Desde ese entonces el conjunto de naciones y en particular las potencias vencedoras, crearon de manera firme y progresiva todo un marco legal referido al uso bélico de la energía nuclear, desde la piedra angular del desarme que es el Tratado de No Proliferación Nuclear, los tratados bilaterales sobre misiles de diferente alcance (START e INFC), el Tratado sobre la Prohibición Total de los Ensayos Nucleares (CTBT), las diversas resoluciones sobre la materia en la Primera Comisión ONU en Nueva York, así como la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia sobre la ilegalidad del uso de las armas nucleares. Igualmente se creó la Organización Internacional de Energía Atómica con sede en Viena para promover y controlar el uso pacífico del material nuclear, así como evitar la proliferación a través del enriquecimiento de dichos materiales. Es decir, se creó todo un compendio de obligaciones legalmente vinculantes y otros de carácter político-moral sobre este asunto, todos ellos convenidos por las potencias nucleares y la casi totalidad de la comunidad internacional.
Por lo pronto, el año que viene se va a realizar la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear. Desde ya las comisiones preparatorias están trabajando sobre una agenda muy difícil, por no decir imposible de consensuar de no haber voluntad política. Los conflictos en desarrollo y los potenciales que existen actualmente así lo confirman.
Finalmente, recordamos al profesor Carlos Guerón, en la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV, quien solía decir: “Si se produce la tercera guerra mundial, la cuarta será a palos y piedras”.
Hagamos nuestro el lema de Nihon Hidankyo: “Nunca más”
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