Continuamos nuestras reflexiones sobre el tránsito de las ciudades actuales a aldeas en el curso de los próximos 50 años.
Esto en el ambiente de triunfo de los libertarios venezolanos en la consulta popular y que contrasta, muy dolorosamente, con la muerte de las familias en éxodo en Güiria y a quienes debería construírseles un monumento.
Ha habido importantes experiencias en la creación de aldeas industriales. Algunas siguiendo intenciones religiosas, ideológicas o políticas, otras propiamente industriales y económicas o mezcla de todo lo anterior. De ellas hay que diferenciar las urbanizaciones suburbanas, que aun cuando mejoran las condiciones de las viviendas, incrementan el tráfico o conmmuting diario hacia las ciudades donde están los empleos y funciones.
Ha habido diversidad de experiencias, de entre ellas hay una importante referencia a las industrial villages creadas en Estados Unidos con las ideas de Henry Ford y dedicadas a la producción de partes de los autos que deberían ser enviadas a las plantas mayores de ensamblaje. Se llegaron a crear 24, la primera producía tornillos en 1920 y empleaba a los lugareños durante el invierno y que regresaban en verano al campo. La última funcionó hasta 1980. No era el tiempo para ellas y no sobrevivieron a las exigencias económicas.
Pero ahora y en adelante, las aldeas serán posibles y necesarias por la confluencia de varios conjuntos de factores:
- La crisis poblacional, funcional y ecológica de las ciudades. Son espacios de inmigración que seguirán creciendo y saturándose.
- La creación de instrumentos digitales, comunicativos, automáticos, robóticos que permiten incrementar la producción, las relaciones sociales y racionalizar el consumo.
- Pero lo que resulta más determinante e inmediato es que la pandemia obligó a poner en práctica social varios de los recursos que esos instrumentos tecnológicos -que muchos llaman, impropiamente, de la 4ª Revolución Industrial- posibilitan el trabajo, el manejo, la gestión y la coordinación a distancia, en contraste con las exigencias de lo presencial en las industrias y el comercio en las ciudades y que, en buena medida, han causado su crecimiento agresivo y la consiguiente saturación de transportes y viviendas.
El Mundo de Aldeas lo pensamos para alcanzarse en el curso de los 50 años siguientes. Los cambios tomarán vías muy diversas -algunas muy conflictivas y violentas- originados, como ya lo han sido, en carencias y migraciones, manejo de culpas y juegos de poder político, territorial, religioso, financiero, comercial…
En las industrias los cambios ya están siendo drásticos, en cuanto emergen otros conceptos de producción, de productos mismos y sus requerimientos. Surgirán nuevos, con nuevas maneras de producirlos y los consiguientes desastres financieros. Productos de gran presencia como los automóviles, desaparecerán y serán sustituidos por otros medios. La producción en masa de ciertos objetos podría ser reemplazada por una suerte de delivery que hace que el producto se customice, adecuándose a cada consumidor y vaya a su destino. Los desechos de una producción concebida como devastación de materias primas – y contaminación- será progresivamente sustituida por otros que usen agregación o impresoras. Infinidad de cambios de mayor o menor escala y que no es posible ni necesario enumerar en estos escritos.
Pero, navegando entre esos conflictos, la saturación de las ciudades se hará cada vez más evidente y las miradas se voltearán hacia los millones de hectáreas de campos ávidos de aldeanos, lo que implicará mucho más que cambios tecnológicos: otros valores, otra manera de vivir, de disfrutar el juego social, aprender y conservar la salud.