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Un Miércoles de Ceniza en un país hecho polvo

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El presente artículo podría iniciarse explicando brevemente el origen y el significado de lo que hoy se celebra en la cristiandad, de la cual los venezolanos formamos parte integral por nuestra cultura hispano-católica forjada en más de 500 de años. Se podría, pero caeríamos en la redundancia porque para ello el lector tiene Wikipedia y muchas otras páginas de Internet. En cambio, creo que lo mejor es explicar el impacto de nuestra mentalidad cristiana en la conducta diaria, y más aún en los tiempos de profunda crisis moral que padecemos en Venezuela. Es decir, atender lo que nos ocurre y angustia a los venezolanos y lo que nos puede decir el inicio de la Cuaresma. ¿Puede nuestra cultura cristiana (esperando que de ella quede algo con peso en nosotros) ofrecernos algunas luces en medio de tanta oscuridad?

Salir a la calle o incluso no salir, nos enfrenta a constantes dilemas morales que ponen en duda los valores que nuestra familia y el sistema educativo intentó inculcarnos principalmente en nuestra niñez. Es inevitable en este sentido otras preguntas: ¿En la Venezuela chavista se puede seguir viviendo la Cuaresma? El chavismo ha fortalecido un conjunto de taras y antivalores de nuestra cultura política, los cuales a su vez han tenido un impacto en nuestros parámetros éticos básicos. Lo más terrible es el proceso de destrucción de las condiciones mínimas de la vida humana (incluso hasta la animal) caracterizada por la incapacidad de la economía para generar riqueza y del Estado para hacer respetar los derechos humanos. Por no hablar de un Estado que sistemáticamente los viola junto a un conjunto de perversas estructuras paraestatales.

El mal se ha enquistado a través de la propaganda e ideología que exalta la violencia, el Estado rentista-clientelar y el rechazo permanente al trabajo productivo y el espíritu empresarial, las libertades y la democracia. En este ambiente se ha permitido y favorecido el comportamiento más individualista y egoísta del venezolano: el sálvese quien pueda de los captadores de renta. Buenos ejemplos de ello son el carnet de la patria, las cajas CLAP, las milicias y pare usted de contar. De manera que se ha estimulado en las mayorías un comportamiento nada cristiano. La solidaridad se ha hecho algo extraño. Con temor nos preguntamos: ¿somos cristianos? ¿queda algo de nuestro cristianismo o es simplemente una “muleta ritual” para invocar ante las dificultades pero nunca para guiar e inspirar un estilo de vida?

La Cuaresma para el cristianismo, en especial el católico, es considerado un “momento fuerte de la practica penitencial” (1992, Catecismo de la Iglesia Católica). Emular a Jesucristo en su retiro en el desierto. Cuarenta días en los que la Iglesia busca que sus fieles mediten sobre su conducta por medio de la oración y las lecturas bíblicas centradas en estos aspectos, pero también con el ayuno (en el caso venezolano ya somos expertos en el relativo al de la comida) y la caridad-limosna (compartir lo que tenemos con los demás y no solo lo que nos sobra). Cuarenta días que preceden a la semana más importante para nuestra religión madre: la Semana de la Pasión de Cristo.

En las últimas décadas la literatura de autoayuda (y todo lo relativo a la búsqueda de bienestar centrado en la mente) ha puesto de moda los retiros, ayunos y el “ganar-ganar”. Lo que el cristianismo tiene 2.000 años diciéndonos, ahora aparecen unos “gurúes” a hablarnos de “descubrimientos”. La realidad es que llevaron a cabo una secularización de ideas mil veces repetidas. Aplaudimos que esto permita cierto renacimiento de principios universales, pero consideramos que debemos buscar la sabiduría en nuestra tradición. Y esa tradición es nuestro sustrato cristiano-católico. Si quiere paz, aproveche lo que nos enseñaron las abuelas (anhelando que la haya tenido), y me refiero a las abuelitas de rosario y misa por dar un ejemplo conocido.

La película Matrix (hermanos Wachowski, 1999), en una de sus memorables escenas, muestra cómo una “abuelita” (aunque no de rosario y misa) le enseña al héroe (Neo) una inscripción colocada sobre la puerta de la cocina la cual dice en latín: “Conócete a ti mismo”. La Cuaresma busca eso mismo: discernir nuestra conducta a través de los principios morales que están sembrados en nuestra consciencia. A través de ellos debemos evaluar, en medio de la oscuridad chavista que busca por todos los medios que respondamos al mal que nos infringen con la misma moneda, cuál es la respuesta correcta. San Pablo lo dice muy claro: “Ahogar el mal con abundancia de bien”.

Es por todo esto que en la Venezuela chavista se puede y se debe seguir viviendo la Cuaresma. Porque vivir la Cuaresma -parafraseando y adaptando unas palabras recientes del papa Francisco ante el aniversario de la muerte del fundador de Comunión y Liberación: Luigi Giussani- es “ser fiel a la tradición que significa tener vivo el fuego, no adorar cenizas”.

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