OPINIÓN

Un mamarracho muy costoso

por Alfredo Coronil Hartmann Alfredo Coronil Hartmann

Casi podría decir que contra mi voluntad regreso al Esequibo, el tema me resulta doloroso en extremo, lo evado consistentemente, creo que en él se yuxtaponen y abrazan errores graves de distintos orígenes, ni la democracia civil, ni esta “guarandinga” que llaman “el proceso” han estado voluntaria o involuntariamente a la altura del reto.

Sin embargo, no podemos confundir errores y complicidad, el régimen actual, desde su comienzo, ab initio dirían los romanos, optó por subordinarse a la política exterior cubana, Fidel se cansó de alinearse con Guyana y contra Venezuela, de manera reiterada, desde su frustrado intento de seducción en su primera visita en 1959.

No obstante, al acceder Chávez al poder, aún quienes teníamos reservas enormes sobre el comandante y su capacidad, su idoneidad para conducir el Estado. No pensamos –al menos yo no lo hice- que un oficial de las FAN pudiera ser blando, obsecuente y criminalmente negligente en asuntos que afectan la soberanía territorial de Venezuela. Eso –creía yo- sería contranatura, para cualquiera que vistiese el uniforme y nunca sería aceptado ni por la oficialidad ni por ningún elemento castrense. Les ruego perdonen mi ingenuidad, obviamente me equivoqué.

Llegué a tener en mis manos borradores de proyectos de acuerdo de la República, con algunos países africanos, con textos que tenían muy mal disimulado el membrete de la Cancillería cubana. No los guardé para hacer avioncitos de papel, fueron donde debían ir.

Venezuela ha sido un peón, servicial y afónico de Cuba desde que Chávez llegó al poder; su más duradero canciller, Nicolás Maduro, no produjo –hasta donde se sabe- ninguna protesta o advertencia en la materia.

Ahora emerge o trata de emerger de la depresión que han debido producirle las primarias de la oposición y su categórico resultado, travestido de Cid Campeador, súbitamente poseso de una fiebre patriotera y escandalosa que lo que produce es risa. Sabemos que estudio o algo similar en Cuba, donde se hizo amigo de Tirofijo y otros malvivientes y aconsejado por alguien –probablemente insular también– tiene la desfachatez de echar mano del torturado tema del Esequibo como diversión –en sentido militar– para intentar fabricar un mascarón de proa que lo salve de su cantada derrota electoral en 2024.

Habrá, no nos engañemos, algunos elementos del mundo político que “caigan” gratuita o muy bien remunerada mente en “el farol” de ocasión. Ya he visto algunos alterados cuchufletos agrediendo a la candidata del pueblo venezolano y tildándola o al menos insinuando de una supuesta falta de patriotismo, no vale la pena responderles, no tienen la entidad ni política, ni intelectual, ni cívica para ello. Tengo una conocida debilidad por los perros, pero esos “perros de alquiler” que ladren lo que quieran. Lo necesario es mantener un curso firme y asertivo. Con la conciencia y el corazón limpios, como los tiene María Corina Machado.