Para nosotros, los venezolanos, el ingreso forzado de la vicepresidente de Nicolás Maduro en un país cuyo territorio forma parte de la Unión Europea tiene una significación distinta a la que tiene para España, donde se ha desatado una importante diatriba política en torno a ese desaguisado
Sin duda que tiene enorme trascendencia para nuestra madre patria la manera en que el gobierno de Pedro Sánchez se involucró en el tema de la llegada de un avión en el viajaba a su país la vicepresidente venezolana. La verdad saldrá al aire en esta semana gracias a las minuciosas investigaciones que está haciendo el PP, para terminar evidenciando quién y cómo se autorizó que un ministro, tercero en importancia del PSOE, se reuniera con la funcionaria de marras y se le haya permitido el acceso a territorio español, a pesar de la existencia de una prohibición de su ingreso en el territorio de la Unión Europea.
Los españoles dilucidarán lo que hicieron y cómo lo hicieron. Tendrán que hacerlo frente a la colectividad y la prensa, en vista de su propio ordenamiento legal y las normas a las que se han comprometido como miembros de la Unión Europea. Al tema le verán el hueso en el Congreso de los Diputados porque, como decía Federico Jiménez Losantos, este es apenas “el primer episodio de la guerra entre los dos gobiernos” de España.
Hasta hoy todo se ha limitado a discutir quién autorizó a quién, si se reunieron o no, si apenas se estrecharon las manos y otra cantidad de banalidades. Lo verdaderamente trascendente es que el avión turco sobrevoló, con su peligrosa pasajera, lo que se llama el “Cielo Único Europeo” violando el Reglamento 550/2004 de la Unión que regula la prestación de servicios de navegación aérea. Y que se posó en una pista del aeropuerto de Barajas sobre territorio español. No es necesario recalcar cómo abundan estudios sobre la plena jurisdicción de España sobre su aeropuerto y sobre su espacio aéreo, además de que existen precedentes a nivel comunitario sobre la no existencia de extraterritorialidad dentro de la cual escudarse para explicar la holgura legal que el gobierno de España ha estado exhibiendo en este caso.
A todo este entramado de equivocaciones deberán hacer frente en Bruselas.
Para los venezolanos, el cristal con que se mira este vergonzoso episodio es otro. Porque en 20 años para cada uno de nuestros ciudadanos no es extraña la flagrante y descarada violación de las normas, de la legislación y de los compromisos porque ellos fueron la constante de la actuación del régimen de Hugo Chávez y el de Nicolás Maduro.
Si nos tocara hacer una lista de las ilegalidades dentro de las cuales el chavismo nos ha forzado a vivir los pasados 20 años no terminaríamos nunca. La arraigada conducta de irrespeto de las normas es consustancial a la actuación de todos los jerarcas del chavismo y del madurismo. No hay límites en el desacato de todo ordenamiento y en la olímpica manera de torcer la legalidad cuando ello es lo que conviene a sus propósitos. Es de esa manera que en Venezuela se persigue, se expulsa, se amedrenta, se encarcela y se tortura a aquel que osa adversar su prédica y sus ejecutorias. Es así como se armaron elecciones presidenciales para el triunfo de Maduro en mayo de 2018 transgrediendo cuanta norma y disposición regula un proceso electoral legalmente válido.
Y es por ello que a ningún venezolano le extraña la comentada expedición a Madrid. Es esa noción de “todopoderosismo”, el pensar que todo puede ser amañado y que no existen límites para sus satrapías, lo que lleva a nuestras instancias de poder a creer que nada los detiene y que las sanciones que ha impuesto el mundo exterior a sus crímenes pueden ser saltadas a la torera.
Es bueno que España sepa que ha sido víctima de esa medicina. De la total irreverencia ante la legalidad y ante la justicia, porque en Venezuela llevan dos décadas jugando con ella. Solo que en España, al igual que en Bruselas, sí hay quien vele por la corrección, la institucionalidad, el respeto de la ley y el cumplimiento de los compromisos.
Para usar un término del beisbol, deporte venezolano, este asunto pica y se extiende.