Así decía mi papá: «Ese es un angelito bajado del Cielo a “cabillazos”». Lo decía en broma al referirse a un niño tremendo. Si se trataba de un adulto poco hábil, usaba la expresión: «Ese no llega ni a vice sigüí». Nunca se le debió haber presentado la oportunidad de referirse a un sujeto de la altura de cierto demonio–encarnado, que no poseído- que recién aterrizó en una capital europea. ¿Podría ser algo así como: «Embajador del Infierno en la Tierra»? Casi que seguro que alguna relación debería haber tenido con «demonio» o con «infierno» ya que su obra ha quedado inmortalizada en las páginas de nuestra historia al crear una sucursal del infierno en los sótanos de un conocido edificio junto con una presunta red de casas clandestinas de tortura.
Hay un ser que se aparece con demasiada frecuencia por estas longitudes y latitudes –guadaña en mano, presta y afilada– pronto y diligente para inmiscuirse en nuestros asuntos y matar nuestros sueños. Un ser o ente que bien podría ser La Muerte de nuestros sueños de democracia. Y con el adjetivo posesivo «nuestros» me refiero a los ciudadanos de muchas otras naciones de América Latina. No sé qué es lo que le motiva a interferir con tanta pasión en los asuntos internos de las naciones de nuestro continente.
El caso es que llegó La Muerte y regresó a Europa acompañando al embajador del demonio, quien se encontraba preso en las celdas de su obra maestra. Sí, se encontraba preso en algo que cavan en los cementerios de las esperanzas. Por su rozagante aspecto apenas llegar a tierra, se podría inferir que no fue víctima durante su encierro de sus herramientas más aterradoras: la «nevera», la «celdita» y la «caja de muñecas», entre otras.
Pareciera muy probable que La Muerte actuó en concierto con altos funcionarios del gobierno anfitrión y con quienes controlan el Poder Judicial allí. Y es que para tener éxito tenía que asegurarse de que a su acompañante (1) le permitirán residir en ese territorio y, además y muy importante, (2) que los órganos jurisdiccionales no le aplicarán la institución jurídica de la «jurisdicción universal».
La Fundación Internacional Baltazar Garzón (otro del «grupete») define la «jurisdicción universal» así: «La Jurisdicción Universal puede definirse como la facultad o la obligación que tienen los tribunales nacionales de investigar y, en su caso, enjuiciar los crímenes internacionales con independencia del lugar donde se hayan cometido, de la nacionalidad del posible responsable o de las víctimas, o de la existencia de cualquier otro vínculo de conexión con el Estado que ejerza jurisdicción, mediante la aplicación del Derecho Penal Interno y/o Internacional.»
El señor sabe formular muy bien la definición ya que aplicó la jurisdicción universal para enjuiciar a Augusto Pinochet cuando fue juez. Conseguir estas garantías para el diplomático de allá abajo requiere mucha cercanía al poder, convincentes medios para disuadir o convencer, muy poderosas influencias y –quizás– muy graves temores de que se descubran historias muy inconvenientes. ¿No les parece curioso? Juzgan a Pinochet pero protegen al diplomático de allá abajo.
Y no solo al recién llegado. ¿Se han fijado que aquel otro militar que también manejaba los servicios de inteligencia simplemente desapareció de la faz del planeta y nunca fue extraditado a Estados Unidos, aunque sí extraditaron a la enfermera y a su cónyuge? ¿Qué conocerán estos dos militares directores de los servicios de inteligencia que les asegura la inmunidad y la impunidad?
¿Qué modalidad de conspiración contra la seguridad y tranquilidad de nuestro país urden La Muerte y sus aliados?
¿Por qué y para qué le conceden protección, inmunidad (hasta de la jurisdicción universal) y asilo al embajador del demonio? ¿Acaso desconocen que la causa eficiente de la violencia es el poder y que la fuerza aplicada es ejecutada por personajes militares en cargos y funciones como el del acompañante de La Muerte? Es a través de ellos que la violencia se canaliza contra la población mediante el uso prolongado de la intimidación, la represión, el encarcelamiento de disidentes, el asesinato, la desaparición forzada, la tortura, el exilio, la pobreza, el hambre, la falta de atención médica, la falta de educación, los salarios bajos inhumanos, la falta de empleo, la censura de prensa, la hiperinflación, la desigualdad, la inseguridad, la ausencia de servicios públicos básicos y otras herramientas que conforman el menú de los regímenes autoritarios. Son ampliamente conocidos los efectos desvastadores e irreparables del uso de la violencia por parte de los regímenes autoritarios para controlar a la población. ¿De qué lado de la humanidad se encuentran?
¿Si necesitan a un militar venezolano para algo, por qué precisamente escogen a este cuando los mejores permanecen detenidos y vejados?
¿Qué clase de relaciones tienen La Muerte y sus aliados con el régimen de aquí que hasta están dispuestos a incumplir con las obligaciones de su país de investigar y enjuiciar a presuntos delincuentes de delitos internacionales?
Y ya que menciono el derecho internacional, recuerdo la vigencia del Tratado de Reconocimiento, Paz y Amistad celebrado entre la República y S. M. C. la Reina de España en 1845 y, en particular, su artículo 12º que dice: «Animadas de este mismo espíritu y con el fin de evitar todo motivo de queja o de reclamación en lo sucesivo, ambas partes prometen recíprocamente no consentir que desde sus respectivos territorios se conspire contra la seguridad o tranquilidad del otro Estado y sus dependencias, impidiendo cualquier expedición que se prepare con tan dañado objeto, y empleando contra las personas culpables de semejante intento los recursos más eficaces que consientan las leyes de cada país.» (Subrayado añadido).
Cualquiera que sea lo que andan urdiendo ahora o lo que tratan de ocultar, no genera ninguna confianza.
Ojalá actuaran con la transparencia y ecuanimidad con que lo hace Francia; así como lo demostró el excelentísimo embajador de Francia en Venezuela, Romain Nadal, durante una entrevista con Oscar Schémel el 25 de enero de 2023: «Lo que nosotros queremos –Francia y con los demás [países] europeos– es favorecer este restablecimiento de la confianza. Sabemos que es un camino difícil, que nosotros no somos venezolanos y no tenemos que estar en injerencia pero queremos favorecer ese restablecimiento de la confianza, este reencuentro… este reencuentro entre venezolanos.»
Me pregunto, sin embargo, si en verdad se trata de todos los países europeos o si habrá alguno que está jugando en solitario.
¡Ah, y ya que escogieron su «regalito», quédenselo y que les atragante!
Dios guarde a V. E. muchos años,
@Nash_Axelrod.