Cómo entender que Nicolás Maduro está casi acabado y por claudicar, pero tiene el poder de organizar protestas en Chile y otros países de la región, liderar las protestas antirracistas en Estados Unidos y dar la orden al Tribunal Supremo de Colombia de apresar a su político más poderoso. Parte del discurso inexplicable de la Narnizuela, que solo existe en las redes sociales.
Según esta “dirigencia” Maduro no solo es el hombre más poderoso del mundo, sino también es el más rico del universo. En su narrativa, sí es verdad que contra tanto poder omnipotente «solos no podemos».
Hay que dejar a un lado esas excusas burdas, que el CNE fue nombrado por el TSJ (los 4 anteriores también), que vamos a «ilegitimar a Maduro» (ya según los abstencionistas Nicolás es ilegítimo desde el 20M de 2018), que «no hay condiciones justas para votar» (realmente nunca las ha habido), que “votar en pandemia es un crimen (españoles, franceses, polacos, bielorrusos, dominicanos votaron en pandemia).
Para nadie es un secreto que el chavimadurismo desde hace años viene abusando del poder, con ventajismo y arbitrariedades al controlar todos los poderes. Es lo que hacen los gobiernos autoritarios. Ante eso, ¿qué debemos hacer los demócratas? Simplemente no rendirnos y luchar contra esas adversidades.
El debate sobre las posibilidades de realizar las elecciones en diciembre debe continuar, pero no sobre la base de ficciones jurídicas, que solo son reales en un Estado de Derecho y no en un régimen autoritario, sino sobre la realidad de la amenaza de la pandemia que termine ni Dios lo quiera siendo incontrolable.
La abstención carece de elementos estratégicos, en un país con gran malestar social y precariedad desde su hogar no será capaz de propiciar cambios. Hay que brindarle herramientas y caminos transitables a la gente para que esta sea protagonista. La pelea no es retórica, ni por Twitter, ni de videos. La pelea es votando.
La realidad es que llegará el 6 de enero y ya Guaidó no será diputado, imposible que vaya a estar en Miraflores, como lo dijo en días recientes, lo que sí es seguro es que si no salimos a defender la Asamblea Nacional masivamente, el 5 de enero se instalará en el Palacio Federal una mayoría madurista que solo garantizará que continúe el desastre.
No tengo la menor duda de que surgirá un nuevo liderazgo responsable y competente dentro de la oposición de base.
Por ahora, entre bloqueadores estamos. Los que promueven el bloqueo a la gasolina para todos los venezolanos, acusan que les están bloqueando la entrada a unos recursos que ellos iban a repartirles a algunos profesionales de la salud, mientras tanto lamentablemente tenemos a la mayoría de nuestro pueblo atrapado entre estos demagógicos politiqueros.
Aterricemos y veamos también nuestras ventajas, por ejemplo: ¿qué puede ofrecer un candidato oficialista para pedir un voto? ¿Qué va a prometer? ¿Leña para cocinar? ¿Velas para los apagones? ¿Más bonos? ¿Burros como transporte público?
Llegó la hora de pensar en grande, de analizar de manera amplia nuestra situación, no es un problema de «puros» e «impuros», de «verdaderos» y «falsos», de «traidores» y «leales». La condición humana ya de por sí es bastante compleja. Es decir, no sirve aplicar pensamiento lineal para juzgar las reacciones de los actores políticos.
Para ello, una de las múltiples cosas que tenemos que hacer es flexibilizar nuestras expectativas, entender que si queremos salir de esta desgracia tendremos que hacer lo que la mayoría de las oposiciones democráticas en el mundo han hecho para poder lograr una transición.
La unidad consiste en ello, en la unión de puntos divergentes para converger en el objetivo de libertad para Venezuela, dejar aparte los intereses individualistas con el consenso para poder llegar a la mejor solución.
Revisando un poco la historia, valdría la pena preguntar si la Concertación Chilena legitimó a Pinochet al participar en su plebiscito en 1988, o Violeta Chamorro legitimó a Daniel Ortega al oponérsele en las presidenciales de 1990, o recientemente, Svetlana Tikhanovskaya legitimó a Lukashenko al participar en las elecciones de Bielorrusia.
Desde Unidad Visión Venezuela insistimos nuevamente, un demócrata no se rinde, un demócrata debe luchar y defender su derecho a participar en el juego político en condiciones justas, pero más aún debe hacerlo cuando el sistema es adverso.
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