Solo han pasado algunas semanas de la instauración de la Asamblea Nacional. La misma es un cándido espécimen en el redil del gobierno, nada que sorprende, cuando conocemos que la intención es neutralizar desde el órgano legislativo cualquier asomo de conciencia plena. Las agendas son remilgos de seres congelados por el hielo en sus cerebros. Hace algunos días debatieron sobre la integridad territorial de China. Los oradores se esforzaron para lucir cual ganaba el galardón del mayor alcahueta. El diputado Saúl Ortega llamaba a Taiwán a volver a los artificiosos brazos de su madre en Pekín. Ignorando los pasos que de manera autónoma han dado cómo nación soberana. Un debate ajeno al interés nacional es traído a la plenaria como algo vital para nuestra nación. Como impúber de escuela primaria alardeaba del innegable crecimiento del gigante asiático para compararlo con Estados Unidos. ¿Qué nos interesa a los venezolanos ese tema? ¿Resuelve la crisis del hambre, el desempleo, la galopante inflación, carestía de los servicios públicos, que los chinos tengan una pujante economía, es asunto esencial del cuerpo legislativo venezolano? Solo quienes no cumplen con su deber se dedican a embalsamar sandeces. Este parlamentario de marras creyó que estaba en el Asamblea del pueblo chino. La resolución la exhibieron como un documento trascendental que cambiaría la geopolítica internacional. Los medios informativos de allá no le dieron ninguna importancia. El gobierno chino ya conoce estas tradicionales acrobacias testiculares del régimen venezolano, cuando necesita otro préstamo que logre darle alimento a la voracidad de estos corrompidos. En Miraflores seguramente pensaban que con este gesto, las almejas horneadas que le encantan al presidente Xi Jinping, tendrían un sabor más delicioso. Se olvidan que el imperio asiático está preparado para recibir este tipo de lisonjas. Son políticos que no los conmueven con majaderías. Su objetivo es lograr la supremacía sin caer en debilidades. El inicio de las actividades legislativas muestra una debilidad manifiesta en las capacidades. La inmensa mayoría es cuasi analfabeta en disciplinas elementales. Diseñar un cuerpo de leyes que sostengan la musculatura social de una república no es tarea para anacoretas. La disidencia mantiene una colosal diferencia entre aquellos que están plegados al gobierno, mientras otros tratan de hacer oposición en condiciones de supervivencia extrema. Un órgano malogrado con intención que resalte su inoperancia, es la prolongación de la bestia constituyente que no sirvió para nada, asistimos a los peores instantes del parlamento. Si el idioma pudiera tomar la palabra: pediría permiso para salir corriendo. Un circo desprolijo y contumaz de atolondrado perfomance.
@alecambero
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