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Un best seller perpetuo

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Hace pocas semanas me enteré que Marco Aurelio, el emperador romano desde el año 161 hasta su muerte en el 180, se había convertido de nuevo en un personaje muy famoso en estos tiempos. Disculpen mi incultura, pero sí: existe en la actualidad una fuerte corriente de marcoaureliers, entre los que se cuentan a personajes gurús de los tiempos modernos como Elon Musk, Jeff Bezos y el mismísimo Bill Gates. También me parece muy pertinente contarles cómo me enteré de ello. Fue a través de mi alumno preferido.

Me dedico acá en Madrid a prestar servicios de tutoría personalizada en Matemáticas. Para mayo de 2024 se habrán cumplido tres años de actividad continuada con este alumno, quien se prepara para ser admitido en TU Delft, la universidad tecnológica más prestigiosa de Holanda. Esta aspiración le ha llevado a tomar en el bachillerato británico que cursa la opción más avanzada en Matemáticas –Further Maths de A levels–. Nuestra compartida afición por las matemáticas y su destacable ética de trabajo, nos han llevado a construir una satisfactoria simbiosis profesor–alumno. Le encanta conversar de otros tópicos mientras afronta complicados ejercicios sobre ecuaciones diferenciales o el Teorema de Moivre. Es como si su talentoso cerebro se negara  a ocuparse de resolver un solo problema a la vez. Tiendo a regañarle porque pierde tiempo, pero al cabo de unos minutos insiste en engarzarme con otro tema. Debo confesarles que muchas veces lo logra, porque los variados tópicos que saca a colación me permiten conectarme  con esa misteriosa, para mí, esfera de intereses de los jóvenes talentos occidentales.

Conversamos sobre las mejores universidades y sus exámenes de admisión –Oxford, Cambridge, etc.–, sobre los nuevos chips para computadoras o los paquetes de software gratuitos más útiles. También hablamos de la NBA así como de sus valoraciones políticas sobre lo que ocurre en el Mundo. Un día le comento que estaba leyendo un libro que me parecía muy interesante: Las diez reglas para la vida de Jordan Peterson. Cuál no fue mi sorpresa al oírle decir que veía sus entrevistas en Youtube y escuchaba sus podcasts. Alucinaba cuando me lo decía considerando que él ni siquiera ha alcanzado su mayoría de edad. Pero mayor asombro me causó al informarme que este psicólogo de fama mundial, y muy controversiales opiniones, era muy seguido por los jóvenes de su edad –mayormente los del género masculino, me dijo-.  Esto tomó sentido cuando comencé a seguir las andanzas de Peterson por las redes y enterarme que sus tesis le habían convertido en uno de los miembros más reconocibles, sino el que más, del frente intelectual que se ha erigido para plantar cara a los abusos de la ideología de género. Vino acá a Madrid en su tour europeo como aclamado conferencista y llenó uno de los auditorios que se utilizan para presentar a artistas como Bocelli. Según “mi nietico putativo” ha logrado “sold out” en todas las capitales europeas que ha visitado, con audiencias caracterizadas por un mayoritario porcentaje de jóvenes.

También a través de mi  “nietico”, así le identifico cariñosamente ante mis hijos –por cierto: uno de ellos ferviente seguidor de Peterson y  de hecho fue quien me indujo a leer el mencionado libro–, he conocido sobre otros podcasters muy influyentes, tal es el caso del neurocientífico Andrew Huberman (@hubermanlab), famoso por pregonar una rutina dominical para activar el ciclo de la dopamina, y por ende la motivación, que incluye la inmersión del cuerpo, de uno a tres minutos, en una bañera llena de hielo. Y así, a través de esta conexión, he venido conociendo todo un mundo que está allí afuera, conviviendo conmigo en las mismas coordenadas espacio–temporales, tan cercano y al mismo tiempo tan distante, sobre el cual he asumido mi estado de perfecta ignorancia. <<Asdrúbal, no estás en nada>>, me he dicho. Pero la guinda del pastel la puso mi alumno cuando me dijo que una de sus lecturas de cabecera era Las meditaciones de Marco Aurelio. Esto fue demasiado: ¿Qué podía encontrar de interesante un joven de su edad en las reflexiones filosóficas de un emperador romano al cual solo le conocía por ser el padre de Cómodo, el malo en Gladiador?

Una vez más, puesto a investigar, me he convencido de que, efectivamente, no estoy en nada. Resulta que Marco Aurelio se ha convertido en el más importante influencer ya fallecido de los tiempos modernos. Seguramente nunca pensó, cuando redactaba sus meditaciones, que dieciocho siglos después se las escucharían en audiolibros mientras sus seguidores quemasen centenares de calorías en una caminadora. Sus mandamientos sobre el control de las emociones, la práctica de la virtud y el desprecio de lo material, le han convertido en un best seller perpetuo. El más famoso emperador, además de ser un autor de éxito, se ha convertido en coach personal, psicólogo de cabecera y hasta entrenador de crossfit. Sus enseñanzas se han analizado acuciosamente, pero también se han pervertido e incluso parodiado. Hoy día, Marcos Antonino Aurelio te puede ayudar hasta a invertir en bitcoins.

Lo cierto es que a raíz de la pandemia, se produjo una revivida popularización de la corriente filosófica del estoicismo y con ello una mitificación de la figura de Marco Aurelio como un modelo de virilidad, de resiliencia ante los problemas y desventuras, de empresario y de príncipe incorruptible aun en la circunstancia de una prolongada permanencia en el poder. Por cierto que Marco Aurelio fue la figura a la que apeló mi alumno como “prueba por contradicción” cuando hablábamos de política, particularmente de las ejecutorias de Bukele, y trataba de convencerle de que los largos ejercicios en el poder siempre conducían a nefastas dictaduras. Total, amigos lectores, que así va el mundo con un ritmo ultra acelerado y por cauces insospechados para los que ya llevamos demasiados años en él. Ojalá que en mi querida Venezuela, después de unos cuantos años de pedaleo en una bicicleta estática, se pueda iniciar la sincronización con toda esa desafiante modernidad que nos espera en ese vibrante mundo de las nuevas generaciones. Mientras tanto, por si acaso, ya tengo Las meditaciones cuidadosamente colocada en mi mesita de noche.

 

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