OPINIÓN

Ultimátum

por William Anseume William Anseume

Es justo precisar que se atravesó largamente la pandemia, que la naturaleza se interpuso en la lucha opositora contra el régimen del terror de Nicolás Maduro y sus secuaces. A pesar de ello, no ha sido suficiente la presión. No ha sido la indispensable, como ya vemos, para liberar a Venezuela o encaminarla seriamente a la liberación. Falta mucha más, interna y externamente. Hay que llegar al momento en cual los secuestradores del poder perciban el ultimátum.

Sin algo así, no soltarán esta gran presa. Las sanciones, muy por el contrario de lo que han intentado los disfraces de opositores dentro y fuera del país, ahora con más énfasis, moviendo unos pocos congresistas comunistas, como dice Marco Rubio, después de la carta de los infames 25 y de la risueña reunión de carantoñas en Miraflores del Foro Cívico, las sanciones han servido tanto que han obligado al régimen a pagar a sus compinches infiltrados y hasta fuera del país los movimientos, las acciones para tratar de acorazarse.

Le va mal a Maduro, y lo sabe. Algunos analistas sostienen que se aprecia fortificado y así se aprecia, pero no lo está. Adentro se cuecen no solo misterios sino fuertes disensos entre Cabello, Jaua y los maduristas. A la par de las sanciones que señalan a México como ruta para su levantamiento, hasta el logro de elecciones creíbles, está indemne la puja interna por sueldos, por hambre, por salud, por servicios de toda índole: combustible o electricidad. Juan Guaidó recorre el país junto a otros líderes y partidos, Delsa Solórzano, Andrés Velázquez, Biagio Pilieri y otros muchos diputados valerosos que se oponen no solo al régimen del terror sino a las adversidades de todo tipo para llevarle a la ciudadanía tan desesperada como envuelta en la desesperanza el mensaje, lidiando frente a las falencias que aquellos corajudos con sus copartidarios buscan romper. Todo eso es cierto, pero no ha sido, no es suficiente. Falta más y más.

Estados Unidos ha repetido por estos días su respaldo a Guaidó, su intención firme de llevar a México a un enemigo que se resiste con fortalezas rusas, cubanas, chinas, iraníes… Europa ha reiterado también ese apoyo, al notar públicamente que en lugar de avanzar en sus peticiones en busca de una ruta democrática y electoral, preservadora además de los derechos humanos, Venezuela, su régimen, ha retrocedido. No podía esperarse otra cosa. Es parte también de su respuesta política a Rusia por la invasión a Ucrania. Esa que el régimen secuestrador de los venezolanos ha respaldado. Son apoyos y presiones indispensables para llegar a un desenlace favorable. Pero no ha bastado. No basta.

El conflicto al que alude Guaidó no se percibe como tal. El régimen se exhibe, aunque no lo está, fortalecido. No podemos descartar tampoco la reiteración de informes de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, los de Almagro en el mismo tenor, la seguidilla de acciones de Karim Khan en el avance que el régimen no pudo frenar de las investigaciones de la Corte Penal Internacional. Sumado a eso los datos de ser la segunda población que busca refugio en el mundo, con una cercanía muy fuerte para llegar a la primera y la cuarta nación en exhibir la bandera de la corrupción. ¿No hay presión? La hay, mucha. Pero falta. Como ante todo secuestrador, ante todo acto de secuestro, tenemos que llegar al ultimátum.