OPINIÓN

“Ucrania no es un país…”

por Víctor A. Bolívar Víctor A. Bolívar

Al pueblo y soldados de Ucrania.

Hoy, cuando Ucrania toda combate por su existencia como país libre y democrático ante el agresor ruso, se cumplen 208 años del nacimiento de Taras Shevchenko, uno de los precursores de la independencia ucraniana, que -luego de mucha historia- se declaró finalmente como Estado soberano el 24 de agosto de 1991, con la aprobación de su pueblo con más de 90%, en referéndum el 1º de diciembre de ese mismo año. Desde entonces, y hasta hoy, se separó de la antigua Unión Soviética y luego se ha mantenido como un Estado independiente y democrático ante el mundo y particularmente frente a Rusia.

Que Putin, Lavrov y todos los demás jerarcas rusos fundamenten su agresión -entre otras insensateces- en que Ucrania no es un país, y por tanto territorio objeto de anexión, porque es solo un conglomerado de grupos minoritarios (polacos, rumanos, húngaros y rusos), es una temeridad que solo el cinismo y el despropósito pueden generar. Es predicar la antihistoria. Bastaría recordar brevemente que el imperio ruso fue un Estado soberano que existió entre 1721 y 1917, mucho tiempo después de que existiera la Rus de Kiev como mancomunidad tribal eslava fundada en 862, en la que formó parte Rusia hasta 1240. La actual Federación Rusa cobra vida el 25 de diciembre de 1991, más de tres meses después de la creación de Ucrania como Estado soberano.

Taras Shevchenko fue un artista polifacético que en su vida se destacó como poeta, pintor, filósofo, humanista, escritor fundador de la literatura moderna ucraniana y como un extraordinario protagonista de su tiempo que se enroló en las mejores causas del pueblo ucraniano, fue un perseguido y preso político que siendo un siervo le plantó cara al zarismo y logró que “sus ideas y palabras movilizaran al pueblo a pensar en su independencia y la libertad;  que sus versos reflexivos fueran escritos en su idioma natal -el ucranio- idioma que prácticamente no era utilizado por las altas esferas de la sociedad y solo usado por los siervos; que su libro se apoderara del corazón de sus compatriotas como si fuera un evangelio”.(«Taras Shevchenko, de la gleba a la gloria», artículo de  Guillermo Mayr).

No se quedó Shevchenko en sus profundas reflexiones, pasó a los hechos, al participar con determinación en movimientos revolucionarios. Así lo hizo en la Hermandad de Cirilo y Metodio, que fue una sociedad secreta (diciembre de 1845-enero de 1846 en Kiev), cuyo objetivo “era transformar el orden social de acuerdo con los principios cristianos de justicia, libertad, igualdad y fraternidad. Propuso una serie de reformas: (1) abolición de la servidumbre e igualdad de derechos para todos los estamentos, (2) igualdad de oportunidades para todas las naciones eslavas para desarrollar su lengua y cultura nacionales, (3) educación para las amplias masas del pueblo, y (4) la unificación de todos los eslavos en el espíritu del eslavófilo de la época en un estado federado en el que Ucrania jugaría un papel destacado. Kiev iba a ser la capital de la federación y la sede de la dieta de todos los eslavos”. (Artículo “Hermandad de Cirilo y Metodio” del desaparecido crítico literario ucraniano Ivan Koshelivets).

Todo lo referido perfila no solo a un país, perfila también a una nación con unos habitantes unidos históricamente por su origen, por su idioma, cultura y tradiciones. Son esos mismos ucranianos que como entidad están defendiendo a su país, dando en ofrenda sus propias vidas como la ofrendó Taras Shevchenko. De su trascendente obra tomo uno de los poemas más emblemáticos y sublimes hecho himno por su inspirador contenido de lucha y resistencia, el Testamento (“Zapovit»): “Cuando muera, enterradme en una tumba alta, en medio de la estepa de mi adorada Ucrania. ¡Así yo podré ver los campos anchurosos, el Dniéper, sus represas agitadas, y podré oír también cómo braman sus aguas! Y cuando el río arrastre atravesando Ucrania hasta la mar azul tanta sangre adversaria, entonces dejaré los campos y los montes y volaré hacia Dios a alzarle mi plegaria, pero hasta que ello llegue de Dios no sabré nada … ¡A mí, enterradme, mas de pie vosotros, las cadenas que os atan quebrantad, y con la impura sangre derramada la Libertad sagrada salpicad! ¡Y ya en familia inmensa, familia libre y nueva, no olvidéis recordarme con una palabra buena!”

Como señala la exdirectora senior para Europa y Rusia del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Fiona Hill, Ucrania se ha convertido en la primera línea de una lucha, no solo entre democracias y autocracias, sino en una lucha por mantener un sistema basado en reglas en el que las cosas que quieren los países no se toman por la fuerza. Todos los países del mundo deberían prestar mucha atención a esto. Solo imaginemos que, por estar en el área de influencia europea de Occidente, se hiciese lo mismo contra Kaliningrado, (óblast ruso rodeado por naciones de la comunidad europea pertenecientes a la OTAN, que lo separan del resto de territorio de Rusia). De agredirse ese enclave, seguramente Putin no se quedaría de brazos cruzados, apelaría al chantaje y amenaza de la guerra nuclear.

@vabolivar