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Ucrania no es la amenaza, Rusia es el agresor

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El ataque a la República independiente de Ucrania por la Rusia de Putin irrumpe contra la seguridad y la paz, principios fundamentales que hacen posible la existencia civilizada en la Comunidad Internacional. Semejante violación ha exacerbado el sentimiento general de primacía que otorgan los Estados a sus intereses propios en las relaciones internacionales, llevándonos a una crisis, de tal magnitud, que nos sitúa en el umbral de la tercera guerra mundial.

En realidad, la amenaza de invasión de la República de Ucrania se materializa con la anexión de la península de Crimea y la ciudad de Sebastopol en el año 2014. ¡Ah! Nikita Jrushchov, el líder campesino ucraniano de Kalinovka. Él tiene el mérito relevante de aportar al comunismo ideas liberales que dulcifican la amarga dictadura de su antecesor, Stalin, el hombre de acero, en la Secretaría General del Partido Comunista de la Unión  Soviética. De su vida, queda el recuerdo gráfico de su participación en la Asamblea General de  Naciones Unidas, zapato en mano golpea el podium, desplante revelador de su condición humana y actitud política dispuestas a conseguir la paz en los tiempos candentes de la Guerra Fría. La fotografía original fue a dar a una discreta pared del Museo de la Comuna en San Petersburgo, un homenaje mínimo al ex premier de la extinta URSS. En ese inmenso país, sospecho, la tradición francesa en los tiempos del Rey Sol, de exclamar en el bautizo del Delfín «Mort le Roi vive le Roi», continuada por la zarina Catalina la Grande, se cumple con absoluta exactitud, siendo que al morir el Premier y, bien muerto, desaparece de la escena política.

A Nikita Jrushchov le tocó junto a John Kennedy, New York fascinado por el carisma de ambos gobernantes, desmontar  las bases misilísticas instaladas en la Cuba tiránica de Fidel Castro.

Sincrónico a la entrada de las tropas rusas en Crimea, se efectúa un referéndum para apoyar la ambición de expansión territorial de Vladimir Putin que busca la dominación no la libertad, piedra de toque sobre la cual se edifica la filosofía democrática.

El referéndum desde la perspectiva del Derecho Internacional y del Derecho Constitucional, tiene en su base axiomática, el Estado de Derecho y el sufragio, es decir, la consulta a la voluntad general, fuente originaria de  legitimidad del Sistema de Libertades Públicas. Sin embargo, es evocado de forma aberrante para validar el asalto de Rusia a  Crimea, dejando caer así los postulados doctrinales de la ideología comunista, negadores del Ente estatal y de la voluntad popular. El gobierno de Maduro  intenta realizar, con trampa el evento en virtud de los artículos 71, 72 y 73 constitucionales.

«Venezuela no es Suiza», dijo alguna vez el dirigente sindical venezolano Manuel Peñalver, representante ante la Organización Mundial del Trabajo (0MT), establecida en Ginebra. Precisamente, la figura jurídica del referéndum se aplica frecuentemente en la Confederación Helvética, Democracia ejemplar, dotada de un Gobierno Colegiado y un estatus de neutralidad.

Una comparación entre los distintos referendos denota una abismal diferencia, imposible de salvar, entre el Instituto refrendario suizo y el convocado a fin de cohonestar la transgresión al Derecho Internacional Occidental cometida por Rusia en el año 2014. El mismo criterio cuenta para las propuestas de referendos vinculantes o consultivos en los Estados Canalla como Nicaragua, Cuba y Venezuela, Siria o Irán.

Nicolás Maduro ha convocado, con prisas, la celebración de la providencia comicial, sobre su cabeza se balancea la espada de la justicia de la Corte Penal Internacional para castigar los crímenes de lesa humanidad, los más atroces. En paralelo, las Naciones Unidas han recibido múltiples denuncias de diferentes estados: Chile pide poner fin a las persecuciones políticas en Venezuela, al lado, la sorpresiva declaración, del recién electo presidente, Gabriel Boric, franco populista, señalando la diáspora forzada de más de 7 millones de personas como una prueba contundente del fracaso del régimen madurista; Argentina, Uruguay, Francia y la oficina del Alto Comisionado de la instancia Onusiana bregan por la protección de los derechos humanos fundamentales.

La peligrosa situación  desencadenada por el envío de tropas rusas a la frontera de Ucrania aúna las preocupaciones y advertencias de Estados Unidos, la Unión Europea, la Organización del Atlántico Norte (OTAN), y las opiniones individualizadas de Francia, Alemania, el Reino Unido y España no logran la unidad para acordar una alternativa válida.

A mi juicio, Occidente en la fuerte colisión con Rusia ha cometido dos errores de enjundia.

En primer lugar, ha desestimado la «Revolución Naranja», de 23 de enero de 2005 que culminó con el digno triunfo de Viktor Yushenko, presidente, y Yulia Timoshenko, primer Mmnistro, durante un proceso difícil promovido por la junta electoral prorrusa que obligó una segunda  vuelta arbitraria o ballotage contra el candidato Viktor Yanukovich. La experiencia tiene un corto recorrido, de apenas cinco años, ante la  implacable oposición que redujo su capacidad de éxito, vale decir, que la Federación Rusa nunca ha perdido de vista la recuperación de las repúblicas que integraron el «ancien régime», consideradas junto a Ucrania un espacio geopolítico de primordial importancia para la seguridad nacional.

En segundo lugar, la agresión a Ucrania oculta la guerra energética que es el auténtico leit motiv de la confrontación. Efectivamente, el objetivo es el rescate de las Repúblicas de Kazajstán, Azerbaiyán, Kirguizistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán repletas de Gas. A tal punto que las reservas del hidrocarburo en las mencionadas repúblicas islámicas superan las de la Rusia que exhibe su poder en las estadísticas mundiales en su carácter de propietaria de las mayores reservas en el planeta.

 

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