Hoy, en el día 201 de la invasión, los medios de comunicación mundiales muestran imágenes de las tropas rusas huyendo de la ciudad estratégica de Izyun ante la eficaz y rápida ofensiva militar de los ucranianos. Los videos reflejan “decenas de vehículos rusos huyendo encolumnados” en retirada, en busca de “la salida por la orilla izquierda del río Oskoz“. Zelenski ha informado que el ejército de Ucrania ha recuperado el control de 3.000 km² que estaban bajo el control del ejército ruso.
Siempre pensé que esta invasión iba y va para largo. Cuando en marzo escribí el decálogo, así lo manifesté. Von der Leyen lo describió diciendo que la invasión iba a durar meses, incluso años. La victoria de Ucrania, de Zelenski y del valeroso y luchador pueblo ucraniano es también la victoria de la libertad, la democracia y los derechos humanos, en definitiva, de los principios recogidos en la pirámide de la libertad. Es la victoria del mundo y fundamentalmente de Occidente con el importante protagonismo de los líderes Biden y von der Leyen en representación de Estados Unidos y de la Unión Europea. También de los países de la OCDE y de la mayoría de los países, por no decir todos, democráticos del mundo. El gran apoyo de la mayoría de los ciudadanos del mundo al pueblo ucraniano ha sido vital para el que ya vemos como triunfo final de Ucrania frente a Rusia, a la democracia frente al tirano, represor y violador Putin. Esta victoria no será probablemente mañana ni en los próximos días, pero ya se siente, se palpa y el mundo empieza a predecir y ver. Prácticamente nadie esperaba este final producto del buen hacer de Ucrania, Occidente y el apoyo solidario del mundo. El triunfo final viene prácticamente seguro, sólo se pudiera perjudicar si Occidente nos traicionara, lo que sería un absurdo totalmente dañino para el mundo, la democracia, sus estructuras económicas y para los líderes de Occidente y de las democracias en funcionamiento. No hay ganadores sin derrotados y estos, en este caso, son Putin, las dictaduras del mundo y de los países totalitarios, gamberros y tramposos junto a sus dirigentes autocráticos. Si salvamos a Ucrania de la invasión y de la derrota salvaremos a los países colindantes, fundamentalmente Polonia, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Georgia. También a Europa y parte de Asia. En cierta medida también a los amenazados por China, fundamentalmente, a corto plazo, Taiwán.
La táctica utilizada por Occidente de apoyar a Ucrania en la retaguardia con el apoyo social, económico y sobre todo de armamento, tecnología, satelital, inteligencia adiestramiento militar y presión financiera internacional ha sido esencial y exitosa. La paciencia y la descripción veraz de los hechos ha sido muy útil. El tono beligerante de Putin y su equipo de forma constante y agresiva le ha acabado por desprestigiar incluso dentro de su país y del ámbito de países totalitarios. La clave de todo de lo que hablamos no es sólo el presente sino el preludio de una forma distinta de atajar y controlar a los países invasores y violadores. Es cierto que ninguna acción es gratuita y más en época de reciente pandemia y de nefasta actuación de distintos líderes políticos incluso de países democráticos.
Me mantengo en la tesis de que el daño económico que la invasión de Ucrania pudiera generar en el mundo es en parte una continua cortina de humo para esconder el dispendio económico de la pandemia, más allá de lo necesario y que después de más de dos años se sigue produciendo.
Todo esto estaría muy bien si no fuera porque después de la fiesta económica viene inexorablemente el ajuste económico y la posible recesión que tanto daña a la sociedad y sobre todo a las personas más vulnerables. No sé si llegaremos a la estanflación. La inflación ya la tenemos y lo que está por venir de forma independiente a la inflación es la recesión. Ambos conceptos nos llevan a la temible estanflación que hemos mencionado y que es tremendamente dañina para los ciudadanos, la economía y las estructuras sociales. Como consecuencia de ello también de la política, las libertades y la democracia.
Después de la crisis y amparándose en ella se alimentan y fortalecen los políticos agresivos, radicales y extremos, generalmente populistas, autoritarios, antidemocráticos que buscan el divisionismo y el enfrentamiento social. Por más que los colaboracionistas y oportunistas digan el efecto de la invasión de Ucrania no es un elemento sustancial en la crisis económica que está llamando a nuestras puertas y que previsiblemente, y más si no reaccionamos, se puede convertir en una nueva y grave crisis económica. Tampoco, como he repetido muchas veces, Putin va a empezar una III Guerra Mundial, ni lanzará ningún misil atómico porque eso sería totalmente destructivo para él, su país y sus ciudadanos. En ningún caso sería el del mundo ni de otros países, aunque si se suicida provocaría importantes daños en alguno o algunos países del mundo. Con la reacción del mundo ante la invasión de Ucrania estamos preparándonos para un mejor mundo, si además nos tomamos en serio la urgente y necesaria transición energética, saldremos de las energías contaminantes, de depender de determinados países totalitarios, y dejaremos de destruir el ecosistema mundial. En definitiva, una travesía llena de dificultades, pero con un fin a medio plazo muy positivo para todos los ciudadanos del mundo. Lamentablemente tendremos invasión para rato, pero de ella saldremos con el triunfo en la mano y un mejor mundo para todos.
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