Tiempos turbulentos, tensiones y divisiones alcanzan su punto álgido, la estabilidad democrática se ve desafiada y la irresolución se cierne sobre el horizonte. Escándalos, corrupción y polarización sume a la política en un torbellino de incertidumbre y descontento, que retan las estructuras establecidas y ponen a prueba los cimientos mismos de la democracia. Las sociedades buscan soluciones al reconocer la complejidad de los problemas que enfrenta, construyendo consensos en lugar de profundizar divisiones existentes.

Los factores que contribuyen a la perturbación están el extremo ideológico, la retórica exacerbada y divisiva, falta de compromiso, que alimentan una cultura marcada por el partidismo intenso y hostilidad hacia el «otro». Repartirse entre posiciones opuestas, sin punto medio, o lugar de encuentro entre las diversas opiniones, que parecen irreconciliables, obstaculizan la capacidad, y socava la confianza en las instituciones. En el corazón de la algarrada yacen fuerzas complejas e interconectadas, que contribuyen al panorama tumultuoso; y más allá de los impulsos, lo que define, es la interacción entre ellas, creando un cóctel de contracción que alimenta la inestabilidad.

La pérdida de confianza en las instituciones democráticas es gravísima. La desigualdad encoleriza la tirantez. La brecha social genera resentimiento, alienación entre sectores, y cuando la ciudadanía percibe desconexión con sus miserias, se desencantan, debilitando la legitimidad; y a medida que aumenta la desconfianza en las élites políticas y económicas, abren puertas al nefasto populismo, brotando aprovechados que prometen soluciones rápidas y sencillas a problemas complejos. Además, a la demencia autoritaria que se alimenta del descontento popular y mina los pilares democráticos.

La polarización alcanza niveles alarmantes. Las diferencias ideológicas son agudas, dividiendo a la sociedad en campos opuestos que parecen en constante conflicto, dificultando el diálogo y el compromiso político, fomentando la demonización del otro, nutriendo un clima de hostilidad y antagonismo.

Los avances desempeñan un papel significativo en la agitación. Las redes sociales y plataformas de noticias han democratizado el acceso a la información, pero también, facilitado la difusión de desinformación y manipulación de opiniones. La campaña hostil en la que múltiples tipos de investigación y discernimiento se usan como arma para manipular, explotar, o intensificar controversias con fines políticos, tanto internas como externas, carcomiendo la integridad de los procesos electorales y dramatizando la división social.

Abordar las causas subyacentes de la crisis política es básico. Requiere responsabilidad con el sistema democrático; transparencia, rendición de cuentas y respeto absoluto por el estado de derecho. Además, de fomentar un diálogo que permita puntos en común, en lugar de enfocarse en las diferencias. Solo una sociedad justa y equitativa mitigará rigideces y restituirá la confianza.

La turbulencia es el resultado de factores interrelacionados, desde la población prorrateada entre posiciones enfrentadas en ideología hasta la disconformidad e impacto tecnológico. Para superarlo, el adeudo con los valores democráticos, así como medidas concretas para enfrentar las causas profundas de la desafección política. La educación cívica, ciudadana, es crucial para una sociedad libre y saludable. Los ciudadanos informados sobre sus derechos y responsabilidades, se comprometen, siendo la base de una democracia sólida y resistente.

Superar tiempos belicosos, requiere compromiso con la justicia, igualdad y respeto mutuo. No será fácil, demandará sacrificios de todas los involucrados. Sin embargo, la alternativa es continuar por el camino de la división y discordia, de consecuencias devastadoras para la sociedad y futuro común.

La polarización es riesgosa, y suele estar vinculada a la falta de moderación. Se desconoce la validez de la otra, lo que deriva en situaciones no amistosas ni civilizadas. La vida política presenta desafíos significativos, también ofrece la oportunidad para la reflexión y la acción. Aprovechar el momento para fortalecer las instituciones democráticas, promover la inclusión, la justicia social y construir un futuro más próspero y equitativo para todos.

@ArmandoMartini

 


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