La vida política transcurría con normalidad en Madrid. Se investigaba la trama Koldo en sus diferentes ramas, intentándose probar si la corrupción llegaba al número 1. El partido en el poder se defendía, acusando al líder de la oposición de fotografiarse con capos de la droga gallega.
De repente una catástrofe meteorológica ocurre en Valencia. Una DANA bate todos los récords de precipitaciones en la zona dejando, por el momento, más de doscientos muertos y daños materiales incalculables.
La reacción de la clase política no puede ser peor. En primer lugar, no se suspende la sesión parlamentaria donde se iban a aprobar unas leyes referentes a RTVE. Y, por supuesto, lo más importante, no se da la alarma a la población ante la catástrofe que se avecinaba.
La visita a la zona de la catástrofe del rey, del presidente del gobierno Pedro Sánchez y de Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, hace que la gente estalle y exprese su malestar arrojándoles barro y llamándoles asesinos.
Que hay un malestar con la clase política es evidente. La abstención crece en cada una de las elecciones y, en general, se vota contra el candidato del partido contrario y no a favor de tus propios elegidos.
Existe un clamor general de que la política es corrupta, pero pareciera que nada se puede hacer por evitarlo.
Sin embargo, esto no tiene por qué ser así. Las ideas de la Ilustración deberían estar más en vigor que nunca. Estas expresan claramente que el mayor peligro para la población con la democracia representativa es el exceso de ambición de sus propios representantes, y que, por eso, se les debe controlar de la mejor manera posible.
Y como indicó Montesquieu, la manera de hacerlo es a través de la separación de poderes, donde se divide el poder para que cada una de esas divisiones controlen y vigilen a las otras. De ahí que debe haber un Poder Ejecutivo, un Poder Legislativo y un Poder Judicial independientes.
En España existen tres funciones (Legislativa, Ejecutiva y Judicial). En general, es sabido que los jueces están controlados por el poder político, pero no se es tan consciente de que el Poder Legislativo y Ejecutivo no son independientes el uno del otro, pues no hay elecciones directas a presidente o al Congreso.
Para conseguir esta separación de poderes, la única manera es que hubiera una nueva Constitución, que cumpliera con estas características, y la manera más eficaz de conseguirlo, como defiende el MCRC (Movimiento Ciudadano para la República Constitucional) es la abstención activa. Una alta abstención sería la manera de expresar la ciudadanía su voluntad de cambio y deslegitimaría al régimen actual.
Catástrofes como la de la DANA muestran qué es lo que podemos esperar de nuestra clase política en momentos clave. España se merece unos líderes a la altura de las circunstancias. Los mejores deben ir a la política, no los más interesados.
Y no debemos pensar que la situación no tiene remedio. Si la tiene, pero hay que luchar conscientemente por cambiar las cosas.
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