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Trumplandia

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GETTY IMAGES

El regreso de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos ha generado debates intensos y especulación en el ámbito internacional. Este segundo mandato de Trump, dado su enfoque disruptivo y su estilo de liderazgo particular, plantea una serie de preguntas, especialmente en América Latina y, más específicamente, en Venezuela. Durante su primera administración, Trump desarrolló una relación polarizante con Venezuela, siendo uno de los mandatarios más firmes en condenar y sancionar al gobierno de Nicolás Maduro. Ahora, los análisis se centran en cómo se perfilaría un segundo mandato y sus implicaciones para la política exterior estadounidense respecto a Venezuela.

  1. El concepto de «Trumplandia» y sus efectos en América Latina

«Trumplandia» es un término popular que describe la era y el fenómeno político impulsado por Donald Trump, caracterizado por el nacionalismo económico, la postura antiinmigrante, una política exterior agresiva, y un enfoque de «Estados Unidos primero». Bajo este marco, Trump implementó políticas que priorizaban los intereses estadounidenses, a menudo en detrimento de la diplomacia tradicional. Su retorno a la Casa Blanca el 20 de enero de 2025, podría fortalecer este enfoque, incrementando la hostilidad hacia países considerados adversarios de los intereses estadounidenses, entre los cuales Venezuela ocupa un lugar central.

En América Latina, Trump generó fuertes divisiones, siendo percibido por algunos sectores como un defensor del hemisferio occidental en contra de los «regímenes dictatoriales», mientras que otros, lo ven como un intervencionista que buscaba dominar la región. En el caso de Venezuela, Trump fue categórico al imponer sanciones para aislar económica y políticamente al gobierno de Maduro, una estrategia que aún genera controversia.

  1. La política de Trump hacia Venezuela durante su primer mandato (2017-2021)

Durante su primera presidencia, Donald Trump adoptó una política de “máxima presión” contra el gobierno de Nicolás Maduro, caracterizada por una serie de sanciones económicas y diplomáticas sin precedentes. A través de su enfoque beligerante, Trump impulsó medidas que incluyeron:

  • Sanciones económicas: Se prohibió a empresas y ciudadanos estadounidenses realizar transacciones con entidades venezolanas, en particular con Petróleos de Venezuela, S. A. (PDVSA), la petrolera estatal. Estas medidas limitaron las fuentes de ingreso del gobierno venezolano y, en última instancia, afectaron a la economía del país, exacerbando la crisis humanitaria.
  • Apoyo a Juan Guaidó: En 2019, Trump fue uno de los primeros líderes en reconocer a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, una postura que fue respaldada por otros gobiernos en América Latina y Europa. La decisión buscaba deslegitimar a Maduro, pero también generó divisiones internas y no logró concretar un cambio político efectivo en el país.
  • Amenazas de intervención militar: Aunque Trump nunca llegó a implementar una intervención militar en Venezuela, en varias ocasiones amenazó con utilizar esta opción. Las declaraciones generaron tensiones en la región, y llevaron a que el gobierno de Maduro aumentara sus relaciones con aliados internacionales como Rusia, China e Irán.

El fracaso en alcanzar un cambio de régimen en Venezuela durante el primer mandato de Trump, llevó a la administración a reconsiderar su postura en sus últimos años, lo que algunos interpretaron como una derrota estratégica.

  1. Perspectivas de una segunda presidencia de Trump: ¿qué podría cambiar?

Con el escenario de un segundo mandato de Trump, surge la incógnita de si mantendría la misma postura de presión y sanciones o si optaría por un enfoque diferente. Las posibles rutas de política exterior, en el nuevo mandato de Trump en la Casa Blanca incluyen:

a) Continuación y aumento de la “máxima presión”

Es probable que Trump busque reafirmar su política de “máxima presión”, con el objetivo de finalizar lo que inició en su primer mandato. Bajo esta premisa, un segundo gobierno de Trump podría profundizar las sanciones y buscar más aliados para presionar a Maduro, incluso mediante sanciones secundarias a países que continúen comerciando con Venezuela. Sin embargo, este enfoque podría toparse con ciertos obstáculos:

  1. Fatiga de las sanciones: Numerosos analistas señalan que el impacto de las sanciones ha sido limitado en cuanto a promover un cambio político, mientras que ha tenido graves consecuencias en la población venezolana. Un recrudecimiento de esta política, podría recibir críticas tanto a nivel doméstico como internacional.
  2. Resistencia de aliados de Maduro: Rusia, China e Irán han fortalecido su influencia en Venezuela, ayudando a Maduro a sortear las sanciones y a continuar con el comercio internacional. Un enfoque basado exclusivamente en la presión, podría empujar a Venezuela a estrechar aún más lazos con estas naciones, lo cual podría crear tensiones geopolíticas de mayor escala.

b) Un posible enfoque de negociación

Aunque menos probable en el estilo de política exterior de Trump, algunos analistas sugieren que el magnate podría considerar un enfoque de negociación o un «pacto» con Maduro, si considera que es ventajoso para los intereses estadounidenses. Específicamente, Trump podría optar por negociar en los siguientes términos:

  1. Transacciones económicas estratégicas: Con el conflicto en Ucrania y las tensiones en Oriente Medio, los precios del petróleo han cobrado una importancia geopolítica crítica. Venezuela, con una de las reservas de petróleo más grandes del mundo, podría ser clave en un acuerdo de suministro de energía para Estados Unidos. Este interés podría llevar a Trump a una negociación con Maduro para asegurar el acceso al crudo venezolano, incluso si esto implica una flexibilización de sanciones.
  2. Reforma política en Venezuela: A cambio de reducir ciertas sanciones, Trump podría exigir reformas políticas significativas en Venezuela, buscando crear un escenario que conduzca a elecciones democráticas. Aunque esto podría parecer una táctica de presión similar a la aplicada en su primer mandato, un enfoque más negociador podría tener un impacto más duradero en términos de diplomacia.
  3. Control de la influencia de China, Rusia e Irán: Si bien Trump ha sido crítico de la influencia de China, Rusia e Irán en América Latina, podría considerar una relación pragmática con Venezuela, en un esfuerzo por disminuir el alcance de la influencia de estos tres países en la región. Esto podría implicar una negociación más flexible con el gobierno de Maduro, a cambio de limitar la presencia de estas naciones en sectores estratégicos venezolanos.
  1. Implicaciones para Venezuela y la región

Las decisiones de un segundo mandato de Trump respecto a Venezuela, tendrían un impacto profundo en la situación económica, social y política del país, así como en la estabilidad de la región.

a) Crisis humanitaria y migración

El enfoque de “máxima presión” de Trump, contribuyó a exacerbar la crisis humanitaria en Venezuela, donde el colapso económico impulsó una de las mayores crisis migratorias de América Latina en décadas. Si Trump aumenta las sanciones y presiona aún más al gobierno de Maduro, podría profundizarse la crisis, generando un aumento en el flujo migratorio hacia países vecinos y hacia Estados Unidos. Esto podría tensionar aún más la relación entre Venezuela y los países receptores de migrantes, como Colombia, Perú y Ecuador.

b) Aumento de la tensión geopolítica

Si Trump insiste en un enfoque más agresivo hacia Venezuela, esto podría derivar en un incremento de las tensiones entre Estados Unidos y los aliados de Maduro, especialmente con Rusia, China e Irán. La presencia militar y económica de estas naciones en Venezuela es significativa y ha crecido en los últimos años. Una política de confrontación por parte de Trump, podría escalar en un conflicto indirecto de grandes potencias en América Latina, lo cual sería inusual en la región, tradicionalmente fuera de las disputas militares.

c) Impacto en la estabilidad de América Latina

La política de sanciones y presión de Trump contra Maduro, tuvo efectos secundarios en la estabilidad de América Latina. La polarización y el surgimiento de una nueva ola de populismos en la región, son en parte una reacción a la postura estadounidense. Además, la crisis humanitaria en Venezuela ha impactado a sus vecinos, quienes han tenido que lidiar con los flujos migratorios masivos y los desafíos económicos asociados. La continuidad de una política de presión exacerbada, podría incrementar las tensiones en la región, afectando la cooperación y la cohesión regional.

  1. Conclusiones: ¿Qué puede esperar Venezuela de un segundo mandato de Trump?

El regreso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, implica tanto riesgos como oportunidades para Venezuela y, en un sentido más amplio, para toda la región latinoamericana. Durante su primer mandato, Trump aplicó una estrategia de “máxima presión”, que incluyó una serie de sanciones económicas, políticas y diplomáticas dirigidas a debilitar al gobierno de Nicolás Maduro. De regresar a este enfoque, es probable que persista una relación de abierta hostilidad entre ambas naciones. Esta estrategia podría intensificar la presión sobre el régimen venezolano mediante nuevas sanciones, restricciones comerciales y una retórica cada vez más directa sobre posibles intervenciones. No obstante, también existe el riesgo de que esta postura termine en un impasse similar al visto durante el primer mandato de Trump, donde, a pesar de las sanciones y la presión, el gobierno de Maduro logró mantenerse en el poder, en parte gracias al apoyo de países como Rusia, China e Irán.

Este enfoque de confrontación podría resultar en una situación de bloqueo en la que ninguna de las partes cede, lo cual tendría consecuencias graves para la población venezolana, ya que las sanciones suelen repercutir en la economía y agravar las condiciones de vida. Sin embargo, algunos analistas sugieren que una presión continuada, podría eventualmente obligar a una apertura del régimen o, en el mejor de los casos, facilitar una transición política, aunque sin garantías claras de éxito.

Por otro lado, Trump podría considerar un enfoque alternativo, más pragmático, basado en la negociación y en una cooperación limitada. En este escenario, la política exterior de Estados Unidos hacia Venezuela podría priorizar objetivos concretos, como aliviar la crisis humanitaria, reducir la migración masiva y debilitar la influencia de potencias extrarregionales, especialmente China, Irán y Rusia, en América Latina. Este enfoque implicaría reconocer la necesidad de ciertos acuerdos con el gobierno venezolano, lo cual podría permitir avances en temas urgentes, como la distribución de ayuda humanitaria, la reconstrucción de sectores económicos clave y la estabilización social. Aunque menos probable debido al historial de confrontación de Trump con el gobierno de Maduro, esta vía pragmática podría traer beneficios tangibles para la población venezolana y ayudar a restablecer cierto equilibrio en la región.

En última instancia, el curso de la relación entre Venezuela y Estados Unidos en un segundo mandato de Trump, dependerá de múltiples factores, incluyendo las lecciones que Washington haya aprendido de los resultados de la política de “máxima presión”, así como de los nuevos desafíos geopolíticos que enfrentan ambos países. Trump podría verse obligado a reconsiderar su postura en función del contexto global, donde la competencia con Irán, China y Rusia es cada vez más significativa y donde los problemas internos de estos países también influencian sus políticas exteriores.

Cualquiera que sea la dirección que tome la política de Trump hacia Venezuela, el impacto de esta relación trascenderá las fronteras de ambos países. La dinámica interna de Venezuela se verá influenciada directamente, pero el equilibrio político y económico de toda América Latina también podría verse alterado, afectando desde las relaciones comerciales hasta la estabilidad regional. Solo el tiempo lo dirá.

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