Las naciones, al igual que las personas, pasan por especiales momentos de redefiniciones. Estos los podremos luego reconocer como aquellos donde un punto de quiebre se estableció. Un antes y un después, dentro de previas trayectorias o tendencias más o menos regulares, o sin modificaciones significativas en su historia.
En los Estados Unidos de América, y hoy es preciso subrayarlo nuevamente, está por producirse ese punto de inflexión, para bien o para mal, de acuerdo a cómo se resuelva el actual problema de confiabilidad y credibilidad en el sistema electoral americano. Este hecho cambiará la presente etapa histórica, no solo de América, sino del curso de definiciones, cambios e intercambios, entre los países más importantes de Europa y del globo todo, durante la avanzada primera mitad del medio siglo XXI en curso, o quizás del resto del siglo entero.
He sido observador privilegiado por la providencia, al vivir y asistir a la España del año 2002 al 2004. Luego seguir acudiendo a ella, frecuentándola, para estudiar e intercambiar aprendizajes, discutir y luchar dentro del campo de las ideas. Pude ser testigo de la desgracia terrorista de Atocha, en esa amada nación que nos heredó una esencia formidable a todos los que somos orgullosamente de origen hispano. Experimenté el cómo a esa nación se le fue imponiendo una agenda de antiamericanismo, de divisionismo entre Europa y América, y de la propia integridad de España hacia lo interno, en medio de un etapa histórica de guerra mundial contra el terrorismo, por cierto aún inacabada.
A través de concesiones a una supuesta necesaria independencia de tacones que la integran, se intentó contradecir al magnífico avance de la modernización española, y del mejor funcionamiento unido de sus comunidades autonómicas. Revolviendo un pasado superado, por acción u omisión, se sembró una supuesta identidad antimonárquica, aceptando reivindicar supremacías regionales de prosperidad de una determinada comunidad autonómica sobre otras, y frente al propio desempeño del gobierno central. Como si fuera tan sencillo dividir la conveniencia del funcionamiento español desde un todo integrado frente a cada una de dichas comunidades autonómicas por separado.
Después de aquel criminal y cobarde ataque de Atocha de 2004, a la elección de José Luis Rodriguez Zapatero, se produjo un resultado electoral que daba a este, como se sabe, la inesperada presidencia de España. Vi luego llegar emisarios del chavismo. Intuí, con la intuición de esa seguridad que te va dando la experiencia de vida al observar conductas, actitudes y hasta gestos, que forrados de billetes sucios estos emisarios chavistas iban a parar a esos destinos. A comprar conciencias. Pagar arreglos y decisiones políticas internacionales. Negociados, compra de lanchas y reparaciones de fragatas. Todo lo que les fuera favorable a sus bolsillos y a sus conspiraciones. Hasta hoy, esa influencia española de lo que definitivamente devino en tiranía narcocastrista venezolana no ha cesado. Allí está ahora el Vicepresidente Iglesias, desde sus orígenes de financiación chavista y árabe.
Viajé a Estados Unidos, y desde el año 2005 pude interactuar en debates de centros académicos y ponderar las influencias de la izquierda americana en su proceso de mimetismo con la latinoamericana. Apoyados en el que ahora si es casi consensualmente considerado exitoso e inevitable Plan Colombia, la derecha comenzaba a sembrar, literalmente frente a la disminución progresiva de la coca, una nueva política exterior con y hacia los Estados Unidos de América. El éxito del Plan Colombia devino en una negociación para una convivencia con factores pro-comunistas admiradores del castrismo, frente a la anterior realidad de la decidida política de combate a tales carteles de la narcoguerrilla colombiana, concebidos e iniciados durante el gobierno del presidente Pastrana y adelantados por el presidente Álvaro Uribe que, con apoyo dicho de Estados Unidos, inclinó la balanza a favor del Estado democrático. Antes, los jefes de las FARC que llegaron a dominar aproximadamente un tercio del territorio colombiano, perseguidos directamente con tecnologías misilísticas, y otros métodos de combate mediante fuerzas especiales, sintieron en pellejo propio la inminencia de su aniquilamiento. Entonces sí que les fue más conveniente la negociación política durante el gobierno de Santos, bajo el respaldo de Castro desde La Habana y de Chávez en Caracas.
Todos pudimos sopesar las facturas que pasaba la guerra contra el terrorismo mundial. Inacabada la larga guerra en el Medio Oriente, el giro hacia la izquierda “pacifista” representada supuestamente por el Partido Demócrata, con asalto al tema racial, ecológico, de supuestos apoyos al liberalismo sobre diversidad sexual, y pluralidad religiosa proporcionaba con Barack Hussein Obama una respuesta que lucía providencial, en aquellas difíciles circunstancias por las que se atravesaba en altos costos humanos y financieros en dicha lucha antiterrorista.
Hoy, el indiscutiblemente exitoso empresario americano Donald J. Trump ha ofrecido y cumplido un camino distinto de soluciones mediante su formas de presiones negociación, con realizaciones innegables dentro de su primer periodo presidencial, sin iniciar guerra alguna. “Casuísticamente” después de delinear e iniciar ese nuevo modo de relacionarse con el entorno político-económico-financiero mundial, a favor de América, surge una pandemia que los chinos “se permiten liberar desde Wuhan hacia el mundo”. Sin que ello suceda mayormente, por cierto, hacia lo interno de su propio territorio. Aquello que seguramente hubiera sido una aún más fácil victoria electoral que la obtenida por Trump en el año 2016, con la pandemia vuelve a alinear muchos intereses de la izquierda americana con Asia y con la izquierda europea, a la que se suma la más dolorosa claudicación de la prensa libre estadounidense frente a esos ataques, que al menos exigían investigación e imparcialidad para dar transparencia a lo que realmente ha estado en juego. Inclinándose groseramente a favor de Biden y en contra del actual presidente y candidato a la reelección Donald Trump, en lugar de indagar verdades y someterlas al juicio del ciudadano americano ha hecho una suerte de adhesión incondicional al candidato Biden, quien presenta serios flancos de corrupción e incapacidad de salud, con lo que han marcado ya la historia de Estados Unidos, “en un antes y un después” como nefasto legado a las generaciones venideras. Ellas identificarán, como lo dice precisamente esa frase de The Washington Post: “La democracia muere en la oscuridad” (Democracy dies in darkness).
Los que se han acostumbrado a leerme en El Nacional, distinción que agradezco con humildad, saben que no soy dado a hiperbolizar en mis escritos. No utilizo el acudir a la agenda tremendista de los pronosticadores del Apocalipsis. No uso como forma el agitar o escandalizar para llamar la atención sobre los acontecimientos y procesos políticos que en determinados momentos de las naciones deben ser analizados a profundidad, y dentro del marco histórico más amplio posible; para ser comprendidos y manejados a cabalidad.
Hoy les manifiesto mi más ferviente deseo porque la justicia americana logre encontrar las verdades que se nos han querido ocultar. Dichas verdades son las que nos han traído hasta este punto de inflexión de la sociedad americana, y con repercusión mundial. Que se investigue y se llegue a conclusiones del por qué han pretendido crear artificialmente una anterior fotografía, impuesta vía medios y encuestas falsificadas de los que sería un arrollador triunfo del candidato Biden, y de «su seleccionada candidata» a vicepresidenta, Kamala Harrris. Esta desempeñaría un papel estratégico para la izquierda mundial, en cualquier contingencia y de consumarse esos deseos; como pasa con Pablo Iglesias en España. Mientras tanto, preguntémonos por qué tales intereses siguen incesantemente intentando sellar su postura con la nueva fotografía del candidato Biden en un cerrado triunfo sobre el candidato y presidente actual de los Estados Unidos de América, Donald J. Trump. Preguntémonos por qué no esperan el curso democrático del reconteo, revisión y proclamación institucional del ganador.
cátedrainternacionallibertad@gmail.com