La mayoría de los venezolanos simpatiza con la reelección de Donald Trump. Confían que el compromiso del presidente norteamericano para salir de Maduro se cumpla plenamente. Esperamos que así sea. Norteamérica es nuestro más formidable aliado y el presidente Trump ha liderizado el indispensable apoyo internacional para salir del dictador. Por supuesto, el apoyo de Trump produce mejores resultados cuando es compartido por la oposición demócrata, las universidades, los medios de comunicación social y apoyado por el Congreso, el departamento de Estado, el Pentágono y el mundo libre, como parece ocurrir con el caso venezolano. En muchísimos otros temas Estados Unidos aparece dividido como pocas veces en su historia. También, son crecientes las diferencias durante el gobierno de Trump con la mayoría de los aliados tradicionales de Norteamérica.
Nuestro mejor aliado es indudablemente Estados Unidos, pero esto no significa necesariamente que sus intereses y propósitos, y mucho menos los de sus líderes, deban ser siempre coincidentes con los nuestros. Estamos recorriendo juntos un camino que esperamos se prolongue en el tiempo para beneficio de ambos pueblos.
Pensamos que tomar partido en los próximos comicios americanos, como si se tratara de elecciones venezolanas, o como si nuestro aliado fuera uno de sus candidatos y no el Estado norteamericano es absolutamente inconveniente. El apoyo de Trump es muy importante, pero también el de Biden, los demócratas y otros factores de poder. Ante las elecciones de noviembre próximo, cuyo resultado no depende de nosotros, tenemos que ser prudentes, respetuosos y comprensivos de las opiniones diversas de los norteamericanos sobre los temas de política norteamericana que no nos atañen. Nuestras simpatías por uno u otro candidato no pueden convertir al otro en adversario y mucho menos en enemigo. Todos nos apoyan y contribuyen en medida diversa a la alianza contra Maduro.
Tampoco debemos incluir en el discurso opositor asuntos no prioritarios que se convierten en factores adicionales de división entre los demócratas venezolanos, como si no fueran pocas las dificultades que confrontamos para alcanzar una unidad mínima.
Asimismo, pensamos que no debe formar parte del mensaje opositor la critica a Obama o a Bush, predecesores de Trump. No olvidemos que durante sus mandatos la posición predominante en la oposición democrática a Chávez, primero y a Maduro después, oscilaba entre la cohabitación y la vía electoral exclusiva y excluyente de cualquier otra postura. El apoyo internacional parecía secundario.
Independientemente de que pueda ser más o menos conveniente la victoria de Trump o Biden, nuestro objetivo debe ser consolidar nuestra alianza con Estados Unidos en pro de la libertad y la institucionalidad democrática en el continente y particularmente en Venezuela, independientemente de quién o cuál partido gobierne en ese país.
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