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Trump, la película

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Sebastian Stan interpreta a Trump en The Apprentice

Lo único que le faltaba a esta agitada campaña electoral -intentos de asesinatos, renuncia de candidato– era una película. La de 2016 tuvo un video muy polémico, aquella grabación de Donald Trump en el programa televisivo ‘Access Hollywood’ que salió a la luz a pocas semanas de la elección. Un micrófono abierto pescó al entonces candidato republicano: «Cuando eres famoso, con las mujeres puedes hacer lo que te dé la gana, agarrarlas por el coño».

Eso no evitó que Trump ganara (empezaba a cobrar sentido lo que dijo meses antes, que podía «disparar a alguien en la Quinta Avenida y no perder ni un votante»). Tampoco parece que vaya a tener mucho impacto el estreno, a menos de un mes de la cita con las urnas, de la película The Apprentice (El aprendiz). El título es un juego de palabras biográfico sobre Trump. The Apprentice era el popular programa de telerrealidad que permitió al multimillonario neoyorquino restablecer su fama y su figura, después de bancarrotas en sus negocios. Pero en la película el aprendiz es el propio Trump. Y el maestro, el malvado Roy Cohn, el abogado sin escrúpulos que fue la clave de su ascenso en el corrupto mundo del ladrillo de Nueva York.

La cinta, que el expresidente ha tratado de cancelar a toda costa, causó barullo en Cannes y este pasado fin de semana se ha estrenado, entre gran expectación mediática, en 1.700 cines de Estados Unidos. Uno de ellos, el Alamo Drafthouse del centro de Brooklyn (Nueva York), donde una de sus salas estaba llena este domingo en la proyección de la tarde.

The Apprentice tiene dos actuaciones memorables -Sebastian Stan como Trump y Jeremy Strong como Cohn- y una premisa sencilla: el Trump de hoy, que en 2020 prefirió poner en riesgo la democracia de Estados Unidos a aceptar su derrota, lo aprendió todo en ese Nueva York caníbal de los ochenta. «Puedes crear tu propia realidad, la verdad es moldeable», «tienes que estar dispuesto a hacer cualquier cosa a cualquiera para ganar», se escuchaba en la sala. El público neoyorquino reaccionaba con «oh» y «ah» a ese retrato crudo del Trump de ayer y hoy, transaccional, cuyo único interés es él mismo.

Aquí, en el muy progre Brooklyn, la película no mueve ni un voto. Es probable que tampoco en el resto del país. Para mal o para bien, cualquier retrato de Trump ya está bien formado en la mente de todo estadounidense. Y si hay una película con impacto es la que captaron las cámaras en el mitin en Butler (Pensilvania), donde Trump sobrevivió de milagro a un intento de asesinato. El disparo en la oreja, el expresidente que se pone en pie, la cara ensangrentada, el puño al aire, el grito de «¡luchad!». Sin guion, sin ensayo. No hay mejor actuación posible.

 

Artículo publicado en el diario ABC de España

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