Que la narrativa chavista se ha instalado en la cabeza de los venezolanos no me cabe la menor duda y corre vigorosa aguas abajo. Basta que uno tenga una opinión que resulte contraria a lo que piensan aquellos que hoy tienen como armas un teclado, un móvil y una computadora, para que sea tildado de cualquier cosa nada agradable, incluso uno es rebatido con expresiones escatológicas.
Eso le pasó recientemente a la animadora venezolana Erika de la Vega, quien comparó a Trump con Chávez.
Veamos qué fue lo que dijo De la Vega que no le gustó a los antichavistas venezolanos pero que son ardientes Trumpistas, como antes eran adecos o copeyanos y después fueron chavistas, solo que ahora les da vergüenza. Dice De la Vega: “(Trump) Se parece mucho a Chávez, en la manera como habla, en la vejación, en el trato a los inmigrantes, el respeto al ser humano, a la prensa”… Pregunto: ¿es eso un invento de la animadora venezolana? Y yo respondo: De La Vega ha dicho una gran verdad, eso es cierto. Pero no dijo lo peor del parecido entre Trump y Chávez, que lo hace un peligro para la democracia norteamericana y hasta una amenaza para la paz del mundo.
Trump es, ¡qué duda cabe!, como bien dice David Remnick, director de The New Yorker, antidemocrático, autoritario, misógino, racista -siente un rechazo absoluto por los hispanos y los negros- y desprecia las instituciones democráticas y la ciencia. Cambiando lo de misógino por homofóbico y el racismo por resentimiento, Chávez y el presidente de Estados Unidos coinciden en lo antidemocrático, autoritario y en el desprecio por las instituciones democráticas
Claro, Chávez en Venezuela no inventó, por ejemplo, el resentimiento, peo se hizo cargo de él; Trump, por su parte, no inventó esas tendencias que hoy se observan en la sociedad norteamericana, solo que él las ha resaltado.
Así que la señora Erika de la Vega no debe sentirse nada mal por los que la han criticado, expresó su opinión y las opiniones son para debatirlas, eso sí, con argumentos. Lo que hemos visto en las redes son insultos y descalificaciones de todo tipo, ni un solo argumento que valga la pena reseñar. Porque siempre hay un chavista por dentro de algunos que dicen que no lo son, por ejemplo, el psicólogo Alberto Barradas, uno de los asiduos insultadores por las redes de quienes opinan diferente a él.
Quisiera creer que el psicólogo Barradas necesita ayuda profesional, es decir, ayuda psicológica y no que al igual que Trump enmascara a un fascista y el fascismo, como dice Remnick, no puede ser el futuro. No puede ser el nuestro, ni de los americanos y por supuesto tampoco del mundo.