En las últimas semanas hemos leído notas de prensa que pretenden informar sobre lo que será la aproximación de
Donald Trump a Venezuela, un país actualmente secuestrado por una mafia narcotraficante que cuenta como hinchas a empresas petroleras norteamericanas y a seudo empresarios venezolanos que han optado por ignorar o normalizar la hipercorrupción, los crímenes de lesa humanidad y el intento de robo de una elección que
Nicolás Maduro perdió contra Edmundo González Urrutia por un margen del 40%.
En rueda de prensa esta semana, quien será presidente a partir del 20 de enero puntualizó lo siguiente en dos áreas clave:
1. Política petrolera: Trump criticó la fijación mal informada de Joe Biden y el secretario de Estado, Antony Blinken, con el petróleo venezolano, rechazando la idea de que Estados Unidos lo necesite. “No tenemos que comprar energía de Venezuela cuando tenemos 50 veces más de lo que ellos tienen. Es una locura lo que estamos haciendo… Tenemos más energía que nadie. Vamos a usarla”. Esto desmonta la premisa de la administración Biden, impulsada por Chevron y otra empresa aún más corrupta, que utilizaron todo tipo de argumentos falsos para conseguir licencias y operar con una Pdvsa muy bien sancionada. Al final del día, el único objetivo de Chevron era recuperar la deuda que irresponsablemente acumuló haciendo negocios con una empresa que sabían perfectamente bien que se había convertido en una lavandería de dinero del narcotráfico. Qué de mentiras han vendido por los pasillos de Washington para poner sus intereses por encima de los de Estados Unidos y del pueblo venezolano. Qué de mentiras han tragado con gusto —¿o con dólares?— quienes aprobaron esas criminales licencias. Del otro cabildero prefiero no mencionar su nombre, con su parecido militar y socios muy bien enchufados. Espero que la justicia de Estados Unidos los alcance más temprano que tarde. Definitivamente, en una Venezuela libre, él y sus empresas no tendrán cabida. [Sobre lo que Hugo Chávez y Nicolás Maduro hicieron para socavar el rol de Venezuela como suplidor confiable de petróleo a Estados Unidos escribiré algo en los próximos días].
2. Deportaciones y Tren de Aragua: Trump prometió aplicar presión económica para garantizar las deportaciones, incluidas las de miembros de bandas criminales venezolanas como el Tren de Aragua. “Todos los van a recibir de vuelta. Sí. Y si no lo hacen, se enfrentarán a medidas muy severas en lo económico. Todos los van a recibir de vuelta … Venezuela y otros países no se estaban comportando muy bien con nosotros durante mi administración, y en 24 horas [de mi reelección] ya se estaban comportando muy bien. Todos los van a recibir de vuelta”. Trump no tiene que negociar nada con Maduro en el caso de las deportaciones. Es un tema de montar en aviones a los criminales que hicieron camino a Estados Unidos después de la MUY sospechosa operación del ministro de Interior y Justicia,
Remigio Ceballos, para “tomar control” de la cárcel de Tocorón en el estado Aragua. Quisiera ver a Maduro negar la entrada al país de venezolanos que anhelan volver a un país que lleva no sé cuántos trimestres de crecimiento sostenido y que presume de tener las navidades más largas del mundo. ¿Qué excusa usaría Maduro para evitar una operación que encaja como anillo al dedo con el cacareado “Plan Vuelta a la Patria”, más aún si viene financiada por Washington?
Si los nombramientos de Michael Waltz como consejero de Seguridad Nacional, Marco Rubio como secretario de Estado, Chris Landau como subsecretario de Estado y Richard Grenell como enviado especial para temas engorrosos como Maduro ya indicaba una línea muy dura con el régimen secuestrador, estas dos aclaratorias callarán a los cabilderos habituales del régimen, al Atlantic Council y a los luisvicenteleones que viven como rémoras de Delcy Rodríguez, la nada santa dispensadora de “favores” envenenados.
El día 10 de enero es el fijado por la Constitución para que tome posesión el ganador de las elecciones presidenciales del 28 de julio. Para ese día, y hasta las 12:00 pm del 20 de enero Joe Biden será el presidente. Después de tantos errores en el manejo de la política hacia Venezuela y habiendo reconocido a González Urrutia
como presidente electo de la República Bolivariana, no le queda otra al equipo de Biden que hacer todo a su alcance para forzar el traspaso de poder a un presidente legítimo y digno.
En Guatemala no ahorraron esfuerzos para asegurar que la voluntad popular se hiciera realidad y Bernardo Arévalo
asumiera la Presidencia. Espero que la excusa no sea que le tienen miedo a un régimen cuyo prontuario conocen desde hace años y que irresponsablemente oxigenaron para complacer a mercaderes, cabilderos y noruegos. A partir de las 12:01 pm del 20 de enero hay una nueva realidad en el mundo, realidad que parece no querer esperar las formalidades para enviar mensajes que muchos deberían oír y, sobre todo, entender.
Originalmente publicado en la cuenta de X del autor @pburelli