En tiempos de la democracia de los cuarenta años y del antiguo Consejo Supremo Electoral esta campaña electoral sería como la de Jaime Lusinchi, una galopada de punta a punta y turbulencias. En aquellos inolvidables cuarenta años de crecimiento democrático, a menos de dos meses para la fecha electoral, con lo visto en la calle, el entusiasmo de millones de venezolanos y el vívido deseo de cambio expresado en todo el país, se podría decir que ya Edmundo González ha ganado las elecciones. Mas en estos tiempos no es así y de repente aparece un episodio como el de las Hernández, las vendedoras de empanadas de Corozopando, para recordarles a todos que aún queda mucho camino por recorrer y que es culebrero.
En una tertulia con viejos amigos políticos (retirados, pero con los reflejos intactos, dicen), apareció el tema inevitable en estos tiempos: los chavistas saben que estas elecciones no las ganan de manera limpia, ¿qué van a hacer para impedirlo? Allí aparecieron tres hipótesis en torno a las posibles respuestas del régimen.
Primera: No van a hacer nada. El chavismo se ha convertido en el “saco de gatos” del que hablaba José Vicente Rangel y, como tal, no producen respuestas coherentes. Hasta ahora la única que han dado son las pocas giras de Maduro, con tomas cerradas para que no se note la soledad, y Diosdado (por donde ha pasado poco antes de María Corina Machado). Ambas sólo han servido para destacar la falta de apoyo y respaldo popular que los debilita con cada día que pasa. Eso es lo que harán. Por eso, salvo la represión y las escaramuzas que siempre montan en fechas electorales, nada harán. Lo otro es que nadie toma iniciativas porque en medio de tantas conspiraciones probablemente termine preso. Además, no hay que olvidar que median seis meses entre las elecciones y la juramentación para sacar un conejo de la chistera.
Segunda: Van a provocar un incidente fronterizo con Guyana (como Hitler en 1939). Suspenden de manera indefinida las elecciones por razones de seguridad nacional, como hizo Zelensky en Ucrania, ponen en vigencia leyes marciales y meten presos a los dirigentes opositores. Los defensores de esta tesis admiten que la jugada es muy delicada porque los perros del vecino son grandes, peligrosos y tienen portaviones como en las Malvinas. Aun así, es una posibilidad, si la candidatura (que es como un carro sin ruedas) no llega al umbral de votos necesarios para que las trampas electorales funcionen. De repente los ayuda una ola de nacionalismo, cambia el panorama electoral y hasta pueden hacer las elecciones este mismo año.
Tercera: Eliminan la tarjeta de la Unidad con una sentencia del TSJ. Visto lo rápido que la oposición ha pasado el suiche entre las candidaturas, esta decisión debe tomarse cuando el tiempo para cambiar el tarjetón y hacer campaña por la nueva tarjeta (si es el caso) sea mínimo o no exista. Puede también ocurrir que la decisión no conceda esa posibilidad y simplemente se deja a la oposición sin candidato. Esta sería la más extrema de las medidas. Requeriría de la participación de cuerpos militares, milicias y colectivos con un alto nivel de coordinación. Amén de la condena internacional casi unánime, incluyendo la de antiguos aliados y amigos, pero para tiempos desesperados medidas desesperadas.
Esta sería la última gran irresponsabilidad de un régimen, pero son precisamente los irresponsables quienes han provocado las mayores tragedias. Ojalá que ante cualquiera de estos escenarios, la oposición continúe actuando con la misma determinación y encuentre formas de superar las últimas pancadas sin alterar la decisión de cambio democrático que a diario expresan la vasta mayoría de los venezolanos.
Noticias Relacionadas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional