Trazos en fuga es el título del reciente poemario de Flavia Pesci-Feltri y poesía de posguerra es una de las calificaciones que Igor Barreto le atribuye a este poemario en las palabras que dedica al libro.
Recientemente estuve en la presentación por Zoom del poemario organizada por Oscar Todtmann editores y por La Poeteca y con las palabras de los poetas Igor Barreto y Ana María Hurtado. No puedo estar más feliz y orgullosa por mantener esta tradición de acompañar a Flavia en la presentación de sus poemarios. Previamente lo hice en 2014 por Lugar de tránsito en Kalathos y en 2017 por Cuerpo en la orilla en El Buscón.
En otra oportunidad lo he dicho, gracias a Flavia –entrañable amiga-, a Jacqueline Goldberg y a Lena Yau encontré mi sensibilidad por la poesía (https://bitlysdowssl-aws.com/papel-literario/poesia-como-refugio_268377/).
Cuando lean este poemario, muchos se encontrarán reflejados en él por diversos motivos. Igor Barreto lo dice muy claramente. Se trata de una poesía de posguerra en la que ves el sentimiento que «sobreviene al fracaso amoroso, pero sobre todo el sentimiento de posguerra de los conflictos cotidianos y sociales».
Y es que esto último es inevitable para quien decidió quedarse en esta Venezuela cada vez más desdibujada. Sus hombres gatos «alrededor de la basura (…) descartan los desechos con aprensivos movimientos (…) escarban separan huelen escogen (…)» (Pesci-Feltri, Flavia. 2021. «hombres gatos». En Trazos en fuga, 15. Caracas: Oscar Todtmann editores). Y para quienes no están en esta situación, siempre nos acecha la idea «sobre la capacidad de acostumbrarnos al dolor» («Abasto Don Francisco». En Trazos en fuga, 28. Caracas: Oscar Todtmann editores).
Hay otra idea que en algún momento me asaltó. Quedarse aquí y ejercer este derecho en minúscula, ¿no es una forma moderna de un Adolf Eichman del régimen nazi?. Yo misma me lo he preguntado en algún momento de estos 20 años. No sé si Flavia se hizo esta misma pregunta, pero tal parece que en las circunstancias actuales es inevitable acudir a Hanna Arendt y su informe sobre la banalidad del mal. Así lo hace Flavia con su poema custodio (En Trazos en fuga, 54-55).
En estas breves líneas mencioné sólo unos cuantos poemas de los muchos que me encantaron y sí, retumbaron en el alma. La presentación también lo hizo a pesar de la aridez que se presume de este tipo de actividades online en pandemia. Creo recordar que en la presentación Flavia evocaba la reflexión de uno de sus maestros sobre el poeta, quien siempre se encuentra sobre una grieta (al borde de un abismo) y que tiene el reto de sortearla.
Creo que todos los que tenemos consciencia lo estamos y asumimos el reto, tan sólo que el poeta lo hace de una forma más elevada (para el espíritu) que otros. En uno de los pie de página (no sólo disfruté sus poemas sino también sus acertados pie de página con autores que habitualmente leo) escogidos por Flavia, Susan Sontag decía respecto de la fotografía que «Algo feo o grotesco puede ser conmovedor porque la atención del fotógrafo lo ha dignificado» (Trazos en fuga, 47), bueno, el poeta hace un trabajo similar con su poesía.
A Flavia, la poeta, le agradezco hacer conmovedor lo feo o lo grotesco que presenciamos en esta etapa de la posguerra que nos tocó vivir. Le agradezco su atención al «sentimiento de posguerra de los conflictos cotidianos y sociales» y que yo he llamado crímenes de lesa humanidad o que reporto casi a diario en mis trabajos de investigación.
Le agradezco porque su trabajo hace viable el mío, de algún modo. Su trabajo me permite atravesar la grieta. Por eso cambié el tono de estas líneas que usualmente es otro en este espacio.
A Flavia, la amiga, le agradezco su presencia en estos últimos años que aunque son de la posguerra, también son de la amistad, esa que la incluye y nos reúne a Nasly, Ramón, Santiago, a mí y a las recientes compañías quijotescas, igualmente necesarias para ese trabajo de «historiador de la decadencia» que refería Mises y que nos ha tocado a muchos de nosotros.