En eso andamos los venezolanos que estamos adentro y los que están afuera. El norte que nos anima a todos es encontrar el camino hacia la libertad. Unidos por la causa común de rescatar la democracia y el Estado de Derecho, sentando conciencia de que el poder radica en la gente. Se palpa la determinación común de que el narcorrégimen termine. Ya no tiene discurso ni gente. Se produjo la ruptura de las bases afectivas, es inocultable el precario tejido social que lo sostiene.
Se observa una debilidad del sistema comunal aguas abajo, recordemos que el chavismo había convertido lo comunitario en comunal. La gente tiene rabia acumulada y descontento; y aprovecha cualquier huequito que despliegue un halo de luz para transitar el camino de la libertad.
La Fuerza Armada es un reflejo del país y ya no quiere calarse a estos narcos. El núcleo antes duro, ahora no tan duro. Los frágiles equilibrios terminan siempre debilitándose con actos disruptivos. La fuerza bruta es finita. Se ha hecho protuberante la estructura nada legal sobre la cual se asienta el poder en Venezuela.
El poder radica en la gente, se nota su disposición a enfrentar la trampa, yendo más allá del acto de votar, para hacer valer sus derechos. Los costos se han elevado mucho para la usurpación, por el desgaste de tanto tiempo en el poder.
Pesa cada día más la conciencia política de los millones de expulsados del país donde nacieron: la llamada diáspora.
Ha calado el mensaje de empoderamiento de la líder del coraje que, con las condiciones adecuadas promovidas por el sistema de libertades, cada quien pueda hacerse cargo de su vida. Los pequeños emprendedores perdieron el miedo, a voz en cuello la invitan a entrar en sus negocios, así los cierren por represalia inaudita y cobarde. Se niegan a normalizar la pobreza y miseria, y mucho menos a dignificarlas. 6 millones de compatriotas se encuentran en riesgo de hambruna.
La Justicia usurpada por el régimen está al servicio de la inequidad. Las cárceles han sido convertidas en campos de concentración en donde ocurren abiertas violaciones a los derechos humanos. Todos han perdido peso y visto deteriorarse su salud. Rocío San Miguel continúa presa aunque goza de medidas cautelares. Wilder Vásquez con pena cumplida no ha sido liberado. No es posible que cualquier persona esté sujeta a ser detenida sin haber cometido delito. Estamos en manos de la impunidad. Esto se acabó. Solo falta el trámite. El cambio viene.
¡Libertad para Javier Tarazona, los policías metropolitanos, los comandos de Vente, Rocío San Miguel, Dignora Hernández, Henry Alviarez, Carlos Julio Rojas y los hermanos Guevara! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!
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