Suráfrica, gigantescas reservas de oro, diamantes y uranio. Por décadas antes y después del colonialismo, suelo de sucesivas e innumerables guerrillas regionales, tres guerras civiles, segregación racial antinegra refrendada constitucionalmente que convirtió a su población originaria en pueblo paria , fenómeno para discusiones públicas mundiales, documentación periodística que difundió esa historia y la protesta universal. Pero fue en la década de los sesenta cuando el Movimiento Británico Antiapartheid centralizó la lucha final contra aquel sistema discriminatorio y logró el boicot de varios países, luego extendido por muchos otros, en conjunto negados a comercializar productos surafricanos cuya mano de obra era precisamente el vasto sector humillado, esclavizado y despojado de todos sus derechos legítimos por una dirigencia culpable de cometer delitos de lesa humanidad. Por la fuerza mayor del hecho financiero y con pañuelo en las narices segregacionistas, comenzó la negociación secreta que culminó en la liberación de Nelson Mandela.
España, tierra fértil y hermoso paisaje de estratégico lugar en el mapamundi para mercaderes de toda laya. Su milenaria monarquía hereditaria pasó a tiranía totalitaria del generalato franquista aliado por mucho tiempo del fascismo italiano y del nazismo alemán. Luego de la Segunda Guerra Mundial, el dictador mantuvo su trono militarista en complejas relaciones con la Europa liberada y los propios neo- monárquicos que resentían el moralista desprecio transcontinental ocasionado por los crímenes de lesa humanidad pre y posguerra civil. El país quedó totalmente devastado en su economía primaria, comercialmente aislado durante las cuatro décadas siguientes del fasciofranquismo, a lo que siguió la masiva, gigantesca oleada migratoria. Una gran parcela de sus adeptos continuó en la idea de resucitar a la monarquía. Agónico ya, el Generalísimo Franco delegó su poder al antiguo reinado que para acabar con “los años del hambre” y al fin se pudo generar el tránsito desde la empoderada realeza ancestral hacia la cuarentona presente monarquía constitucional democrática.
Chile, país de súbitos extremos. Hubo el tránsito desde la cruel dictadura pinochetista cuyos delitos de lesa humanidad no fueron sometidos a justicia alguna hasta hoy. En su proceso de mejoras y cambios hacia la democracia al menos dejó constancia de sus intentos mediante un plebiscito y ciertas reformas. Se dejó en suspenso el necesario castigo judicial por acuerdos parciales con el incrustado militarismo, quizá porque al contrario de estos dos casos previos muy resumidos grosso modo en esta nota, significó la modernización de la economía chilena mediante su adopción del capitalismo de libre mercado que en la actualidad refleja su altísimo costo social y requiere una nueva carta magna en vías de redactarse para su ejecución.
Los tres ejemplos tan distantes y distintos sirven de comprobación inmediata, urgente, por sus modelos en una eventual transición desde la destruida Cubazuela hacia una reconstruida Venezuela. Pero en aquellos no hubo algo igual o parecido a la omnipresencia de transnacionales delictivas africanas, europeas ni tampoco hispanoamericanas, que como la actual red narcoterrorista sin fronteras interfiere, amordaza y domina en casi todo el hemisferio occidental, con su inmenso poderío financiero, a las instituciones precisamente creadas para su eliminación y a la banca que los esconde. Por su naturaleza de terribles problemas locales diversos, los receptores y vecinos de tantas injusticias se organizaron y reaccionaron de modo tal que países no afiliados a compromisos ideológicos ni mercantiles, ejercieron presiones previas a decisiones firmes, concretas, como son el boicot diplomático y financiero que pudo llegar hasta el sabotaje ,la intervención militar temporal y no militarista, las puertas abiertas para sin tardanza legalizar y absorber a refugiados, acciones sustentadas en principios de ética esencial para la convivencia humanista y humanitaria.
Para vergüenza del hoy, el ayer pudo resolver graves dilemas puntuales en un planeta para aquellas épocas muy lejos de la actual interconexión tecnológica inmediata. Fracasados los discursos y denuncias, triunfó la decencia activa y el solidario preventivo del hoy por ti mañana por mí, que hizo cambios transicionales positivos para individuos y naciones.
Nada que ver con la manipulada fija retórica de los bloques internacionales y regionales. El teflón castrochavista se molesta un poco, sí, ante las continuas y necesarias sanciones estadounidenses contra algunos de sus miembros delincuentes. Pero encuentra sustituto rápido en imperios de capitalismo estatal y teocracias que adoran dioses celestiales y terrestres, además de chulos y criminales. Irán, China, Rusia, Turquía y sus afines con el consulado central en la intocable Cuba.
Por lo tanto y por ahora, la transición hacia una actualizada venedemocracia es letal fantasía.
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