La transición a la democracia es un proceso tangible, con múltiples variables y desencadenantes.
En un trabajo de investigación, titulado: Una breve introducción a las transiciones hacia la democracia: lecciones tentativas de ciento dos casos de transiciones a la democracia en el mundo, el catedrático John Magdaleno revisa obras especializadas en el tema y presenta hallazgos preliminares esclarecedores de perceptivas y perspectivas de cambio en el país.
El texto presenta la idea de que la transición a la democracia es un proceso tangible y definido, delimitado por el inicio del proceso de disolución de un régimen autoritario y la instalación de a) alguna forma de democracia, b) retorno a un gobierno autoritario o c) surgimiento de una alternativa revolucionaria.
Se destaca que durante la transición, las reglas del juego político no están definidas y son constantemente disputadas, ya que los actores luchan por definir reglas y procedimientos que determinarán los posibles ganadores y perdedores en el futuro. Dinámica que hay que ponderar y asumir en su real dimensión.
Además, se señala que las transiciones a la democracia no siguen una temporalidad fija, ya que algunas son lentas y progresivas, mientras que otras son rápidas. Se aclara que el recorrido no es lineal y que el final no está predeterminado una vez iniciada la transición. Esto sugiere que la transición a la democracia es un proceso complejo y variable, que puede presentar diferentes ritmos y desenlaces.
El autor también resalta la importancia de ciertos factores y variables comunes en los procesos de transición a la democracia, como la crisis de legitimidad del régimen autoritario, la fractura de la coalición dominante, las intervenciones militares y otros disparadores del inicio de la transición. Ello sugiere un proceso con múltiples variables y desencadenantes, lo que refuerza la idea de que es un fenómeno tangible y complejo.
En cuanto a lo complejo, la transición a la democracia es un proceso por etapas que incluye el debilitamiento del régimen no democrático, la liberalización política, la democratización, la socialización y la consolidación, que comienza con la restitución de garantías violadas y culmina con la extensión de la igualdad política a todos los ciudadanos.
En ese sentido, la falta de una temporalidad fija y la influencia de múltiples factores hacen que el proceso sea impredecible y variable, y que no todos los procesos de liberalización conduzcan a la democratización. Eso sí, la culminación de la transición a la democracia se da cuando se establece un sistema de elecciones libres y competitivas y formas de responsabilidad ante la ciudadanía.
Habla Magdaleno sobre la importancia del acuerdo entre actores políticos para la transición democrática, así como de las diferentes modalidades de transición a la democracia, que son diversas y pueden incluir desde la restauración interna de la democracia hasta revueltas violentas. Estas modalidades presentan desafíos estratégicos y pueden influir en la perdurabilidad y calidad del sistema democrático.
En cuanto a lo tangible, son de significación los resultados preliminares de la investigación (Magdaleno-Sanz), que resaltan la complejidad y diversidad de las transiciones políticas. Se enfatiza que no todo cambio político equivale a una transición, y que no toda transición conduce a la instalación de una democracia. Se destaca la contextualidad e indeterminación de las transiciones, influenciadas por las peculiaridades histórico-sociales y políticas de cada país, así como por las interacciones entre los múltiples actores en disputa.
A pesar de tales particularidades, se busca identificar procesos, dinámicas, factores y variables comunes en los 102 casos estudiados, con el objetivo de comprender mejor estos procesos en perspectiva comparada, con hallazgos que subrayan la complejidad y la variedad de factores que influyen en los procesos de transición a la democracia en diferentes contextos políticos y sociales. Veamos algunos de esos hallazgos:
“2. 62,74% de las transiciones a la democracia analizadas […] (64 casos) fueron impulsadas desde sectores de la coalición dominante del régimen no-democrático […] 4. En 61,76% de los casos (63 casos) hubo algún tipo de negociación que ulteriormente facilitó la liberalización y posterior democratización […] 5. En 48% de las transiciones analizadas (49 casos) la situación económica era negativa y esta variable influyó en el inicio de la transición […] 6. En 37,2% de los casos (38 casos) la participación de la oposición en unas elecciones sin garantías satisfactorias […] tuvo un papel decisivo para provocar el inicio de la transición”.
En este contexto, cobra significación la importancia de la legitimidad en los regímenes autoritarios y su relación con la estabilidad de la coalición dominante. Se resalta en el texto que las crisis de legitimidad pueden desencadenar la erosión de esta coalición, lo que a su vez puede llevar a un cambio de régimen.
En conclusión, la transición a la democracia implica un cambio palpable y bien definido en el sistema político de un país. Este proceso implica la participación activa de la sociedad civil y la creación de instituciones democráticas sólidas. Es un camino donde todos los ciudadanos tienen la oportunidad de expresar sus opiniones y elegir a sus representantes. Es un proceso que requiere tiempo y esfuerzo, pero los resultados valen la pena.
@jolcesal