OPINIÓN

Traer un chulapo al mundo

por Karina Sainz Borgo Karina Sainz Borgo

Imágenes de la campaña del Ayuntamiento de Madrid

 

Son las once de la mañana y escucho voces. En la esquina de la calle Cartagena con Constancia, una farola roba mi atención. Colgada de la parte más alta, ondea la foto de un bebé sonriente con boina de barquillero. Sobre el retrato de la criaturita, leo: «Lo maravilloso de traer un chulapo al mundo». En la esquina siguiente veo la misma cartela, esta vez con una bebé que lleva un clavel rojo sobre la cabecita. «Lo maravilloso de traer una chulapa al mundo». ¡Ay!

Un aquelarre se despliega como un nimbo alrededor de mi cráneo. En mi oído derecho escucho a Cristina Fallarás vociferando contra el tufillo a puericultura franquista de la campaña. En el izquierdo, desde el fondo de mi cerebro, emerge esa risita de monaguillo que le sale al alcalde José Luís Martínez Almeida cuando habla del Atlético de Madrid. Vuelvo a mirar la cartela. Los bebes me resultan adorables, casi cosméticos y hasta comestibles, como manzanitas recién lustradas. Vienen a mi mente iniciativas como el plan Renove, las políticas de incentivo al consumo, la compra a plazos de una lavadora o la financiación para un tratamiento de fertilidad, pero me reprendo a mí misma por estos pensamientos propensos a la revisión anticapitalista y me obligo a leer esto no como una intromisión del Estado en la vida de los ciudadanos, ni siquiera como un arrebato de los populares madrileños o una triquiñuela electoral para ganar el favor del votante en edad de gestar. «¡No, Karina!».

Respiro y vuelvo a intentarlo. «¡Saca a la Cristina Fallarás que hay en tu cabeza!». Entonces vuelvo a cerrar los ojos. Pero es Cayetana Álvarez de Toledo quien se me aparece, como una virgen liberal. Los ciudadanos han de ser libres e iguales ante la ley. ¿Por qué tener hijos debe de estar incentivado? Vuelvo a tirarme de la oreja. La pirámide demográfica me responde. Apenas nacen niños. Y mientras aumenta la dotación para las pensiones, los jóvenes apenas pueden acceder a una vivienda propia y mucho menos plantearse tener una familia con un sueldo de mil doscientos euros.

Procuro pensar con claridad y acallar la sesión parlamentaria que se ha montado en mi cabeza. Y cuando creo que lo he conseguido, aparecen independentistas blandiendo la pancarta de la insolidaridad madrileña. Vuelvo al punto de partida. Esos rollizos chulapos son el lema, el señuelo si cabe, del «Plan de Fomento de la Natalidad y Conciliación» que Almeida intenta llevar a cabo. Según las cifras que aportó el Ayuntamiento cuando presentó esta iniciativa, desde 2021 en Madrid las cifras de fallecimientos son más altas que las de natalidad. De ahí que el alcalde propusiera 50 medidas, entre ellas ayudas de 500 euros a las familias por su primer hijo, 750 por el segundo y 1.000 por el tercero. Avanzo hacia López de Hoyos con un chulapo en cada esquina y un reproche incrustado en el cogote. Son las once y cuarto de la mañana y todavía escucho voces.

 

Artículo publicado en el diario ABC de España