Todos hemos escuchado la frase “¡Oh, libertad!, ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!” Pronunciada por la revolucionaria Madame Roland, antes de ser guillotinada durante el terror que se vivió luego de la Revolución francesa; pero hasta ahora, poco se ha hablado de la banalización que se ha hecho en aras de los derechos de los trabajadores, al punto de existir hoy un discurso que ha permitido los crímenes, expolios, transgresiones a los derechos de propiedad que poseen todas las personas.
Pues bien, partiendo que las libertades y garantías de los derechos de propiedad, comienzan desde la libertad de opinión y el cuerpo físico, se desarrolla este temario. Comprendiendo que no existe derecho del trabajo sin la garantía de las libertades y derechos de propiedad; obviar este principio, no solo es banal, sino que es antiético y denota una ignorancia supina en todos sus facinerosos.
Asimismo, el trabajo, ciertamente es uno de los principales instrumentos cohesionadores en la sociedad; se puede decir que es tan esencial y articulador como la fe, la espiritualidad; cuando se hace una observación directa del poder del trabajo, en una sociedad, se puede entender, que es un elemento potenciador e integrador de todas las personas, más allá de la raza, sexo, creencias, religión, gustos y opinión.
Por otro lado, es falso de toda falsedad, que se pueda promover en una sociedad, el trabajo y las garantías y derechos de los trabajadores, violando, restringiendo los derechos de propiedad y libertad de las personas; es precisamente este punto el que no se enseña a los ciudadanos, sino que se les forma para reconocer los derechos de los trabajadores, pero no se les explicar que los derechos de los trabajadores no están por encima de los derechos de propiedad, y mucho menos de la libertad y de la vida, sino que todos son horizontales unos de otros, en la sociedad.
Por este motivo, con base en los derechos del trabajo se han construido los discursos más incendiarios en las naciones, siendo estos discursos los desencadenantes en el siglo XX y en el presente siglo XXI detonantes de las revoluciones rojas sangrientas, dentro de las naciones; además, que son precisamente estos discursos, causantes del empobrecimiento de las naciones por ahuyentar los capitales nacionales y extranjeros ante el innegable temor, como registran los hechos históricos de ser violadas las libertades y derechos de propiedad, al nivel que terminan espantando el capital más valioso con el que cuentan los países que son las propias personas.
Por otra parte, la República Popular China comprendió que sin garantías de los derechos de propiedad, no podrían hacer crecer la economía, y a pesar de que el dragón rojo restringe las libertades políticas y civiles; su política económica y su política de relaciones exteriores, entienden que sin garantías de los derechos de propiedad no hay trabajo y si no hay trabajo no hay producción y abastecimiento para casi los 1.500.000.000 de habitantes que tienen de población y mucho menos cumplir con los planes y las metas en su política expansionista en materia económica.
Así que, sin garantías de los derechos de propiedad no hay trabajo, y la tesis de la logia socialista, pretende no sólo regular la propiedad privada, sino con ella las libertades económicas, afectando de forma directa la iniciativa privada de las personas, factor determinante en la generación de libre competencia y de libre mercado laboral dentro de las naciones.
Dado que, restringiendo las libertades económicas como pretende la ideología de la logia comunista y todo sistema totalitario, que hoy en pleno siglo XXI empieza a recrudecerse más, en medio del decretado confinamiento domiciliario en todo el mundo, no se puede atraer la inversión, y generar trabajo, empleo, producción mucho menos, para la sociedad, que es lo que en verdad requiere la población mundial; siendo este ambiente el desencadenante, que permite esclavitud, explotación infantil, trata de blanca, delincuencia organizada, criminalidad y todas la taras sociales que padecen los países con menos libertades económicas.
Para finalizar, al restringir los derechos de propiedad, las libertades civiles, políticas y económicas de las personas, se están cometiendo los delitos más severos contra la humanidad, transgrediendo, así mismo, los derechos humanos universales; de tal manera que, este sea el factor principal de los desplazamientos y migraciones humanas de los países con menos libertades económicas hacia las naciones más libres en materia de respeto por los derechos humanos de la vida, libertad y propiedad, en busca precisamente de empleo y trabajo que existe en sociedades más libres, en especial en materia de libre economía y libre mercado.