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Trabajo, producción, propiedad, familia y justicia

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El título de mi texto presente compacta lo que hace posible la existencia de un Estado de Ciudadanos. Antes de merecer la responsabilidad de realizar un trabajo, debemos prepararnos. Es decir: necesitamos aprender un oficio específico, o demostrar que somos hábiles para ejercer alguna de las profesiones en el amplísimo y cambiante territorio productivo de la sociedad.

Iniciamos el proceso con «estudios formales», lo cual es plausible, pero, igual destaco la fortaleza del «autodidactismo» por decisión individual: que profeso, lo admito. En realidad, es lo que todos hacemos cuando estamos fuera de recintos académicos. En escuelas, liceos y universidades escuchamos a un profesor cuya función es [in]formar a grupos pequeños de alumnos en aulas cerradas. Los auditóriums comportan discernimientos magistrales, destacan por la presencia de numerosas personas: estudiantes regulares, pero no se desestiman interesados de diversa procedencia. También los cenáculos sirven para propósitos educativos.

Sintiéndonos miembros de una comunidad productiva, regida por normas que dan cuerpo al Sistema de Justicia y Derecho Procesal [«Civil»-«Penal»], atrevemos adquirir bienes inmuebles o ahorrar dinero para garantizar nuestra estabilidad personal y la de nuestros [as] descendientes. Somos más libres en tanto que propietarios. Esclavos cuando representantes de los ciudadanos ante los estados olvidan que somos sus empleadores apropiándose de instituciones públicas, la tesorería nacional, el parque de armas y expropian empresas privadas

Cuando instauradores de gobiernos se proponen demoler ese monumento indestructible llamado libertad, que los precedió en la existencia, sobreviene el desorden social. No cesará mientras la nación posponga insubordinarse frente a sus torturadores. El exterminio progresivo de un país, sus seres humanos, recursos naturales y organismos cuya función es servir, debe ser combatido con fuerzas armadas. Que no sea la mejor decisión según utopistas, sonámbulos, lunáticos y quienes, henchidos de cinismo, merodean las ruinas de la civilización con libros sagrados, no tiene importancia.

La morfología que estudian e investigan científicamente los biólogos no es la tosecita fingida perceptible en el charlatán. Los hombres somos cuerpo y psiquis, evolucionamos. Ello no puede ser suspendido con oratoria imposible, de paraplejia. Nunca retrocedemos ni nos detienen bandoleros de caminos, vamos siempre, aun cuando algunos rebuznen.

@jurescritor

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