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Totalitarismo de extremo a extremo

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Enaltecer los extremos es atentar contra la democracia, la historia siempre ha llegado a la misma conclusión, izquierda radical o derecha radical significa un régimen fortalecido en la imposición, algo así como que no puede delegarse al pueblo tomar sus propias decisiones, a quien esté en desacuerdo se lo impongo.

Es más peligroso cuando los extremistas se afianzan en proyectos internacionales, no les basta con las fronteras de sus países, viajan más lejos, imponen más peso, conclusión: ideologización masiva, sumisión social y la prioridad es mantenerse a toda costa al mando. La puesta en escena de sectores carentes de liderazgo, tiende a hacerlos aún más peligrosos porque son a todas luces influenciables y así fue como se abrió paso la ola destructiva sobre la mitad del continente americano.

China y Estados Unidos, Rusia y algunos países árabes han convertido a Suramérica en su región en disputa, no hay duda que le interesa a unos y otros tomar control del sector y esto no es debido a casualidad sino a que desde la colonización siempre hemos sido dependientes de algún país o líder que funge como hermano mayor.

La desestabilización en América empezó en el sur del continente con la elección de Hugo Chávez en 1998, su presidencia rompió con un siglo de colaboración con Estados Unidos, de allí nuestra cultura con alta influencia norteamericana. Con otros propósitos fundacionales se crea Unasur y Celac pero fueron estas las que terminaron de depredar al ALCA dejando de lado el libre comercio que en teoría estaba llamado a volver a estrechar los lazos con la Casa Blanca.

Entre 2002 y 2008 la carencia de liderazgo sobre la región hizo emerger a un Hugo Chávez como el claro referente suramericano, Venezuela aumentó su influencia internacional y rápidamente empezó a ser copiado el modelo de gobierno. Imitando las tendencias hubo reformas constitucionales en Ecuador (2008) y Bolivia (2006), Brasil, Uruguay y Argentina no convocaron constituyentes pero aprobaron leyes que cambiaron parcialmente el esquema de Estado a un modelo similar a Venezuela, que en ese justo momento pasó a ser dueña de la franquicia denominada Socialismo del Siglo XXI pero con los vicios del comunismo del siglo XX.

El poder económico derivado de los altos precios del petróleo sirvió para que un líder negativo se convirtiese en referencia internacional, muchos alertamos que se trataba de extrema izquierda y que si bien Hugo Chávez soportó el costo político de su régimen en su liderazgo, inevitablemente llegarían los momentos de imposición tal como ocurrió con Fidel Castro o Hitler. Los tres tuvieron legitimidad de origen, años más tarde se legitimarían a base de violencia.

La tendencia de cada extremo difiere en lo ideológico, pero es parigual en hacer al pueblo rehén de sus dictadores. En ambos extremos la democracia va perdiendo terreno cuando el liderazgo empieza a agotarse, así ocurrió con Fidel Castro y Pinochet o con Hitler y Lenin, mermaron su simpatía hasta tener que mantener continua vigilancia, militarización, centralización de poderes y control de contenido comunicacional para poder mantenerse al frente de sus proyectos.

Venezuela ha vivido ambos modelos dictatoriales, Gómez, Pérez Jiménez, Chávez y Maduro, cuatro exponentes en menos de un siglo es suficiente para cuestionarse la tendencia libertaria que nos caracteriza. Esto nada tiene que ver con ideología porque pasamos de extrema derecha a extrema izquierda con distintos nombres, pero siempre mermando a nuestra libertad y sin efectiva vigencia de los derechos humanos.

Volviendo a Suramérica, el modelo copiado aun siendo negativo no tendía a desvanecerse, tuvo tanto crecimiento que dio lugar a relanzar el comunismo bajo el seudónimo de socialismo, necesitaban otro nombre para marcar “diferencia” con sus antecesores al igual que lo hace la extrema derecha cuando evita denominarse fascista. Basta de cuentos! Los extremistas llámense como se llamen son dictadores que convierten a sus Estados en cuna de represores, sepulcro de inocentes.

Quiero llevarles a la reflexión que la lucha por la democracia es el camino a la libertad, no hay libertad sin democracia ni justicia sin separación de poderes, al momento en que las fieras se hacen con el poder, la igualdad y los derechos humanos pasan a ser procrastinados.

Ni un extremo ni otro porque al prolongar se juntan, esa es la llamada Teoría de la Herradura, diferentes ideologías, mismo resultado.

@salvadorpr

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