OPINIÓN

Toro, Bolívar y el gobierno republicano

por Julia Alcibíades de Morales Julia Alcibíades de Morales

Fermín Toro

Fermín Toro fue el presidente de la Asamblea Constituyente de Valencia en 1858 durante la cual discurrió activamente como lo prueban los Diarios de Debates. En la sesión del 25 de septiembre expuso un discurso brillante sobre Centralismo, Federalismo y Constitución Centro-Federal del cual extraemos la siguiente cita:

“Así es que el gobierno y las instituciones tienen poco que esperar de los que le apoyan por interés particular (…) [Ellos] no sab[en] hacer diferencia entre el gobierno que es una persona moral y el individuo que se llama presidente de la república, que lo arrastra y lo lleva a la perdición”.

Este pensamiento expresa las ideas republicanas que se promovían en el siglo XIX principalmente a partir de los escritos de los republicanos ingleses y de Jean Jacques Rousseau quien concibe al gobierno como “persona moral” en El contrato social así: “Llamo gobierno o suprema administración el ejercicio legítimo del poder ejecutivo dotada de ciertas facultades, activa como el soberano, pasiva como el Estado, y que se puede descomponer en otras relaciones semejantes; de donde nace por consiguiente una nueva proporción, y aun dentro de esta última, según el orden de los tribunales, hasta que se llega a un término medio indivisible, esto es, a un solo jefe o magistrado supremo, que puede ser representado, en medio de esta progresión, como la unidad entre la serie de las fracciones y la de los números”…¿Qué se entiende pues por gobierno? Un cuerpo intermedio establecido entre los súbditos y el soberano para su mutua correspondencia, encargado de la ejecución de las leyes y de la conservación de la libertad, tanto civil como política” (III, 1)

Un gobierno es moral si garantiza su legitimidad. Rousseau entiende como “súbdito” a los miembros que se acogen al contrato social, que no es otra cosa que la superación de la arbitrariedad de la política mediante pactos interesados. El contrato social expresa la voluntad general, vale decir la personalidad política de una asociación que es siempre recta. Son las interpretaciones particulares e interesadas las que desvían la rectitud y, consecuentemente, la voluntad general expresa el bien público.

El gobierno como “cuerpo intermedio” entre los súbditos del contrato social y el soberano que es la asociación política como un todo, es el “encargado de la ejecución de las leyes y de la conservación de la libertad, tanto civil como política” mediante una “mutua correspondencia”, es decir, mediante un equilibrio de carácter complejo entre libertad y responsabilidad. En la medida que falle esa correspondencia, se instala el germen del despotismo y la arbitrariedad.

La responsabilidad gubernamental exige de un carácter elevado y del desarrollo de una comprensión pública, vale decir, de formación y de civismo. Estos deberían ser los criterios para el ejercicio del gobierno. “Esta existencia particular supone asambleas, consejos, facultad de deliberar y de resolver”enfatiza Rousseau para que la legitimidad sea la expresión de la interpretación cercana de la gente, no la posición de decidir por ella, pues esto sería una manera de expresar la arbitrariedad.

Simón Bolívar, en ese magno texto que es el Discurso de Angostura, identifica las características de un gobierno moral. En su opinión el Triunvirato, cabeza del Poder Ejecutivo en la Constitución de 1811, no exhibía los atributos del gobierno moral porque “carece, por decirlo así, de unidad, de continuación y de responsabilidad individual; está privado de acción momentánea, de vida continua, de uniformidad real, de responsabilidad inmediata, y un gobierno que no posee cuanto constituye su moralidad debe llamarse nulo”

Con esos atributos, podemos concebir una tabla que permita tanto el diagnóstico como la evaluación gubernamental:

Atributos Definiciones Diagnóstico/Evaluación
Unidad Articulación de los responsables alrededor de un propósito público  
Continuación Esfuerzo en una determinada dirección  convenientemente sopesada para evitar cambios de rumbo  
Responsabilidad individual Asunción de las decisiones y de los errores que necesariamente ocurrirán lo que exige prever las consecuencias intencionadas y no intencionadas de cada acción y decisión  
Acción momentánea Ponderar la temporalidad del ahora, aprovechar oportunidades, no perder el timing.  
Vida continua

 

Imprimir vitalidad, actuar no contemplar evaluando siempre la situación total  
Uniformidad real

 

Velar por una sintonía de políticas compartidas que generen genuina rectoría  
Responsabilidad inmediata Asumir siempre el siguiente paso a dar en el ‘mapa de ruta’ que apunta a propósitos públicos