Peaky Blinders es una de las series actuales que mayor interés pone en la figura del antihéroe. Más allá de la idea del mundo del crimen y la brillante manera como el argumento maneja la idea del mal, también establece cierto contexto sobre bien. Todo, mientras todo tipo de situaciones extravagantes y complejas suceden alrededor de los personajes. Una forma de matizar y explorar la idea de un personaje entre la luz y la sombra de enorme ingenio.
Thomas “Tommy” Shelby (Cillian Murphy) siempre tiene un plan. Uno, usualmente infalible, complicado y bien construido. Y sin duda, ilegal. También, es un sujeto codicioso, violento y casi siempre cruel. Al otro lado, es el mismo hombre que sintió un profundo y leal amor por Grace (Annabelle Wallis) y que ama a su familia. Este antihéroe fascinante no solo es pilar fundamental del espíritu de Peaky Blinders. Es su rostro y sin duda, el motivo más evidente de su éxito. El personaje, que concluye una larga elaboración de percepciones y concepciones sobre la moral en una época de grises, impregna de su personalidad al programa.
Pero ocurre algo más curioso: el Tommy Shelby que comenzó por ser un gánster manipulado por el poder, se volvió poco a poco más complejo. Tanto, como para mostrar la forma en que la evolución y madurez de Peaky Blinders reflejó a un país dividido y en crisis. A lo largo de cinco temporadas, Tommy pasó por diversos estratos del mal. Fue criminal, infiltrado, político. Todo mientras el mundo a su alrededor cambiaba y las condiciones de lo ilegal se hacían distintas. Del hombre que trabajó bajo la mano del mismísimo Churchill hasta el que intentó infiltrar el partido fascista. Tommy Shelby encarna y otorga rostro a un recorrido profundo a través de vínculos de la serie con la corrupción y la decadencia.
También, esa transformación sostiene un elemento de misterio. De una primera temporada en que se mostró cómo Tommy era más que un criminal callejero, a la última, a punto del suicidio. Peaky Blinders ha demostrado que sus personajes recorren senderos hacia la oscuridad con un detalle terrorífico. Una característica que se expande alrededor de la serie pero también, de esa mirada global sobre lo que consideramos peligroso. ¿Tommy Shelby es el símbolo del mal en una época ambigua o es un héroe ambiguo en una época hipócrita?
Todos los caminos conducen al crimen
Esa es la pregunta que la serie ha intentado responder en cinco temporadas (y los tres primeros capítulos de la sexta), sin concluir la idea. Probablemente, se deba a que Tommy Shelby experimenta cambios tan radicales y profundos, que es imposible definirlo de una sola forma. Y mucho más, a medida que la perspectiva sobre el mal (y sus manifestaciones) se transforma también. Después de todo, Tommy Shelby se enamoró de una mujer que le había traicionado. Y también se atrevió a infiltrarse en medio de una situación política de considerable amenaza. Al final, a intentar obtener el poder desde el centro de la capa más hipócrita y dura de la manipulación social.
¿Por qué Tommy Shelby brinda sustancia a una época en la que el mal estaba fuera de los espacios habituales? Para comenzar, podría tratarse del hecho de que se trata de un veterano de guerra. Uno que vio los horrores del campo de batalla y sacó conclusiones sobre la futilidad y la incertidumbre de la vida en una época confusa. También, porque es un empresario — del mundo criminal — pero es lo suficientemente inteligente para evitar ser atrapado la mayoría de las veces.
Y cuando ocurre, con frecuencia obtiene beneficios inmediatos y muchos más grandes de lo esperado. Tommy Shelby logró vencer a una formidable figura de poder, también a los que disputaron su territorio. Hacerlo, además, a través de una elegante y precisa visión de encontrar una oportunidad en cada conflicto. Tommy Shelby encarna un tipo de antihéroe televisivo que compone un enfoque novedoso y creativo sobre problemas violentos o brutales. Al final, termina por triunfar gracias a su capacidad para abrirse paso en terreno que habrían confundido o aplastado a otros.
Por si todo lo anterior no fuera suficiente, Tommy Shelby sabe que puede morir a cada paso. Y arriesga la vida a través de la concentrada convicción que vencer también, mantener a salvo a su familia. Lo más fascinante de un personaje cuya codicia, ambición y crueldad le hacen inclasificable, son sus puntos vulnerables. Su estoica comprensión del riesgo y finalmente, la forma en que reconstruye las situaciones de emergencia y de peligro, en grandes triunfos de habilidad. Tommy Shelby, sin duda, siempre tiene un plan. Y con frecuencia resulta útil, efectivo y beneficioso porque su instinto de supervivencia está más relacionado con sobrevivir que, solo con triunfar.
La maldad corrosiva y la prisa por el cambio
Durante el último lustro, la cultura pop se ha llenado de antihéroes. Algunos trágicos y conmovedores como el Loki de Tom Hiddleston. Otros disparatados y con un núcleo sensible como el Pacemaker de John Cena. En el cine, los personajes con infinitas gradaciones de grises están en todas partes. Un jovencísimo Batman (Robert Pattinson) todavía no decide si desea venganza o justicia. Al otro lado, el Capitán América de Anthony Mackie se hace pregunta sobre Zemo (Daniel Brühl), un villano con duros cuestionamientos morales.
Pero Tommy Shelby, alejado del mundo de los superhéroes y de versiones benignas sobre el mal escindido, es algo más complejo. Más duro, brutal y tan cercano a las sombras que por momentos es difícil comprender sus escasos puntos brillantes. Un recorrido certero a través de lo que creemos correcto, lo que no lo es por esencia y lo que termina siendo un terreno resbaloso. La especialidad de Peaky Blinders en sus asombrosas seis temporadas.