Durante los primeros años, los miedosos no se atrevían a pasar cerca de la vieja casona. Los más atrevidos, desde la calle, a través de la celosía del gran ventanal, se asomaban para ver al muerto, con sus anteojos puestos, elegantemente trajeado de negro, con una pluma en la mano en pose de escritor de los documentos que le dieron a conocer como gran teórico del liberalismo amarillo.
También arreglado estaba que parecía vivo. Con el paso del tiempo, los vecinos de la Caracas añeja se acostumbraron tanto a verlo, que ya no les producía temor ni asombro. Las crónicas refieren que sus nietos, antes de irse a la escuela y al regreso, al pasar por la sala se hincaban en solicitud de la tradicional bendición al abuelo momificado.
Otra de las crónicas cuenta que todas las mañanas una hija de Lander le daba los buenos días, mientras le sacudía el polvo de los hombros con un plumero.
La siguiente anécdota retrata que cierto día un visitante desinformado había salido de la casa de los Lander indignado por causa “de ese señor tan antipático que no devuelve el saludo”.
Las razones de momificar a Lander y mantenerlo en su despacho, hoy aún permanecen en la bruma del misterio.
Independentista y «cosiatero»
Tomás Lander nació el 29 de diciembre de 1792. Estudió en la Universidad Central de Venezuela donde obtuvo el grado de bachiller en filosofía, pero abandonó las aulas sin recibir el doctorado, completando su formación a través del estudio autodidacta.
Con inclinación hacia la causa de la independencia, entabló amistad con Francisco de Miranda quien se lo sugiere a Simón Bolívar como un «hombre muy diligente, capaz y de una inteligencia asombrosa».
El Libertador lo nombra su secretario durante la Campaña Admirable (1813). Estuvo por varios años en el exilio, desde 1814 por motivos de la masacre emprendida por Boves; regresando intermitentemente a Venezuela y marchándose de nuevo, antes a las Antillas y luego a Europa hasta 1820.
Integrante de la Municipalidad de Caracas después de la Batalla de Carabobo en 1821. También fue secretario de la sociedad creada para editar el periódico El Venezolano (1822-1824), en cuyas columnas colabora con frecuencia.
Junto al general José Antonio Páez en 1826 aboga fervientemente por la separación de Venezuela de la Gran Colombia en las páginas del órgano de prensa «cosiatero» El Cometa, reclamando, además, el desestanco del tabaco, la instauración de la libertad de cultos, la extinción de los diezmos y mayorazgos, así como una reforma de las leyes que entorpecían el desarrollo de la agricultura en aquel país arruinado por la Guerra de Independencia.
Lander figura entre los miembros de la minoría oposicionista de la Diputación Provincial de Caracas en 1830. Consumada la separación de Colombia la grande, tiene a su cargo dos importantes periódicos: Venezuela y el Congreso (1831) y El Elector Parlero (1832).
Se convierte en uno de los más elocuentes voceros del «liberalismo amarillo», y participa en la fundación del Partido Liberal en 1840, y comienza a publicar una serie de artículos -muy polémicos-, en las columnas de El Venezolano que dirige Antonio Leocadio Guzmán.
Misterioso suero momificador
Por su sagacidad como periodista comprometido con la causa, Lander fue considerado como un posible candidato del Partido Liberal para las elecciones presidenciales de 1846.
Aquella mañana del 6 de diciembre de 1845 a la familia les extrañó no verlo levantado temprano como era su costumbre. A solo días para cumplir 58 años, lo hallaron exánime en su cama, víctima de un aneurisma, lo que le sobrevino la muerte repentinamente.
Cuando se verificó el deceso de Lander, la familia optó por contratar los servicios del afamado médico alemán Gottfried Knoche, especialista en momificar cadáveres, quien llegó a Venezuela a mediados de 1840. Luego de revalidar su título en la Universidad de Caracas, ejerció en el Hospital San Juan de Dios en La Guaira.
Su amor a la naturaleza lo llevó a fijar su residencia en una enorme propiedad de nombre Buena Vista, ubicada en la parte alta del Picacho de Galipán, en pleno cerro El Ávila. Además de la casa de habitación, construyó un mausoleo con seis criptas y un laboratorio donde preparaba un misterioso y desconocido suero para embalsamar o momificar. Esta fórmula era inyectada en la yugular del cadáver, evitando así su descomposición.
Se especula que inició sus experimentos con cadáveres del Hospital de La Guaira, aquellos que no eran reclamados, y que posteriormente embalsamará y enterrará, junto a los miembros de su familia en las criptas del mausoleo.
Falleció el doctor Knoche en 1901. Sus restos fueron inhumados en la cripta familiar por el cónsul de Alemania en Venezuela, Julius Leisse. Al no existir herederos, la casona fue abandonada y finalmente saqueada y destruida, las criptas profanadas y las momias lanzadas al mar, reseña la investigadora María Soledad Hernández Bencid.
Exhumado con honores
38 años con 4 meses estuvo sentado en la sala de su casa el cadáver embalsamado del líder liberal y talentoso fundador del periódico El Venezolano, Tomás Lander, hasta que, por orden del presidente, general Antonio Guzmán Blanco, lo llevaron al Panteón Nacional.
El 5 de abril de 1884 sus restos fueron solemnemente conducidos al Panteón Nacional, honras fúnebres presididas por el primer mandatario nacional que, enfundado en su uniforme de gala, con todas sus condecoraciones, sobre un caballo blanco ornamentado con el amarillo liberal, Guzmán Blanco fue escoltado por los miembros de su gabinete y los familiares del prócer civil.
Ataviados en riguroso luto, los representantes de todos los poderes públicos participaron en los funerales: los magistrados de la Alta Corte Federal y los consejeros federales, los diputados y senadores. El cuerpo diplomático acreditado en Caracas en pleno, amigos y allegados también de gala marcharon al mausoleo de los héroes de la patria.
Los infaltables curiosos se amontonaban en las calles ante el cortejo en medio de los comentarios sobre el muerto sentado en la sala de su casa. En las ventanas había ramos de flores del amarillo liberal, el mismo color que adornaba los uniformes de las tropas y las caballerías en las cabezas de los animales.
La escritora Migdalia Lezama subraya que Tomás Lander, afincado en los valles del río Tuy, fue «defensor de la supremacía civil en el manejo de lo público, rechazó el tutelaje militar que justificaba la permanencia de los héroes de la independencia en los altos puestos de gobierno, como los únicos capacitados para el ejercicio político. Insistió con vehemencia en el respeto a la Constitución y en el principio de la alternabilidad política».
Fuente: Juan José Peralta. Lander, embalsamado y en el recibo. www.CorreodeLara.com. 31 de octubre de 2018.
María Soledad Hernández Bencid. «Knoche, el médico alemán que momificó a Tomás Lander». El Ucabista. 29 de abril de 2020.
Migdalia Lezama. Tomás Lander. Biblioteca Biográfica Venezolana de El Nacional Volumen 128. Caracas 2011.
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