Sábado en la noche. Llego a un centro nocturno. Lo veo, no puedo mirar hacia otro lado. Me gusta ese hombre. Me mira, lo miro. Salgo a bailar con un amigo y él me sigue mirando. Finalmente, me saca a bailar. Baila como los ángeles. Empieza a hablar. Piensa igual que yo. Nos transformamos de dos extraños en dos personas que tienen la impresión de haberse conocido por años. Me siento deseada, viva.
A las 3:00 de la madrugada me entero de que está casado. Me lo dijo él, como siempre, honesto. Parece increíble, pero ya no puedo hacer nada, sencillamente estoy enamorada. Lo oigo y me derrito como mantequilla en pan caliente. Lo veo y se me olvida todo, siempre termino en sus brazos. Cuando estoy a su lado, todo tiene sentido. No puede ser malo, es como estar en el cielo.
Una y otra vez oigo historias como esta en mi consultorio. A veces, ambos son casados, o la casada es la mujer y el hombre soltero. ¿Cuál es el secreto del adulterio o la infidelidad? ¿Qué lo hace tan divino y criticado? ¿Cuál de los dos está disponible, y por qué? ¿Qué ha pasado durante ese instante en que parece haberse replanteado toda la vida como un relámpago?
Precisamente, ese es el secreto del adulterio: hacer que el ensueño sea más fuerte que la realidad, que dure más allá de lo posible; renovar la embriaguez, cuya sensación no puede reproducir ningún alcohol en la tierra. Los dolores y las alegrías del corazón son tan viejos y eternos como lo somos los seres humanos.
Todos quisiéramos descubrir el secreto del amor para reproducirlo a voluntad, para hacerlo eterno. La rutina, la cotidianidad, el día a día, es gris… Y en cada encuentro con ese ser, es como si se prendieran fuegos artificiales. Y de ese encuentro surge algo que es como un extra en la vida.
Existen buenas y malas razones para el adulterio, pero en el fondo sigue siendo el mismo: su papel psicológico consiste en satisfacer una carencia real y objetiva, o imaginaria y subjetiva, dificultad para soportar la vida, tal como el destino la ha hecho. Encierra un doble beneficio: por una parte, colma el vacío existente; por otra, alimenta la ilusión de que todo es posible. Y es esta función de ilusión lo esencial en el adulterio. Pero no es sólo ilusión, nos da una visión del amor y la pareja muy auténtica y enriquecedora, mostrándonos el amor con sus equivocaciones y ambigüedades. Nos estruja en la cara la grandeza y los límites del amor. (El adulterio, Bernard Muldworf).
Todo esto ocurre gracias al deseo, ese sentimiento y química que nos empuja, embruja y enloquece por otro ser humano. El adulterio, la infidelidad, sigue siendo criticado, perseguido, censurado, terriblemente popular y en aumento. ¡Tenemos que aprender más y saber que todos podemos caer en sus garras!