Con la fiesta de los Reyes Magos hemos terminado el periodo navideño y volvemos a la dura realidad cotidiana que vive España. Pero no quiero pasar por alto algo vivido la semana pasada. Al fin supimos que efectivamente la Guardia Civil no encontró nada sospechoso en el teléfono del fiscal general del Estado porque éste cambió de terminal una semana después de saber que estaba siendo investigado. Como hace la mafia, una vez que termina una operación se deshacen del teléfono y estrenan otro. Cuando se confirmó lo que sospechábamos a mí me vino a la cabeza la imagen de Sánchez diciéndonos a todos los españoles altivamente que quién le iba a compensar a García Ortiz por el daño que se le había hecho. Sánchez parecía creerse que de verdad no había nada en el teléfono de don Alvarone. Cuando la realidad es que todos sabemos que Sánchez siempre supo lo esencial de los mensajes que se cruzaron «su» fiscal general del Estado y sus subordinados. Y siendo así, no se puede mentir con más desfachatez. Pero ya comprendo que a estas alturas eso ya no es ni noticia para rellenar una columna de breves de un periódico de papel.
Este presidente que nos está dando lecciones de democracia todos los días y acusando a quienes discrepan con él de ser totalitarios o cosas peores es el mismo que mañana miércoles va a poner en marcha la celebración necrofílica de Francisco Franco que implica el reconocimiento de que nunca fueron capaces de derrotarle. Y el viernes no va a reconocer al legítimo presidente de Venezuela, como han hecho desde Joe Biden a Javier Milei, asumiendo así sin chistar la continuidad de la tiranía de Nicolás Maduro. ¿Cómo es posible que España, que debería estar liderando la posición europea en Venezuela esté desaparecida del escenario? ¿Por qué nos preocupa tanto un dictador que murió hace medio siglo y dejó un país infinitamente mejor que el que encontró y no movemos un dedo contra un tirano que masacra a su pueblo y tiene el país en la ruina después de haber sido uno de los más ricos de América?
Este segundo trimestre del curso se presenta cada día más oscuro para Sánchez. Lo peor son las citas judiciales, empezando por las de «su» fiscal general ante el Tribunal Supremo. Cómo será de grave el asunto que el Gobierno ya no disimula su enfrentamiento con el Poder Judicial. Algo nunca visto. Porque a Sánchez le quedan dos poderes por asaltar: el Judicial y la Corona. Y nunca se ha visto el grado de enfrentamiento y tensión entre un presidente del Gobierno y el Rey que estamos viendo en esta hora. Hasta el punto de que se ha considerado necesario salir a decir que el Rey y el presidente del Gobierno toman decisiones coordinadas. Si nunca hizo falta hacer ese tipo de aclaración, ¿por qué es necesario ahora? Evidentemente, aquí hay problemas de una gravedad nunca vista. Y esos problemas no los ha creado el Rey.
Ante nosotros un semestre que sólo garantiza una cosa. España se va a seguir polarizando porque es la única manera de gobernar que conoce Sánchez. Le da igual cómo nos vaya a los españoles. Todo es válido para mantenerse en el poder y cada vez lo será más. Lo veremos.