A estas alturas poco importa si Ucrania fue o no parte de Rusia, que cometió un error histórico y deberá lidiar con las consecuencias. Al final, no habrá ganador sino perdedores. Y, aunque escribir la historia sobre la asesina invasión resulte algo fastidioso, es asunto que interesa y concierne. Es justicia para ciudadanos de principios y valores defender el derecho a constituirse en Estado libre, soberano o en parte de otro. Tema que no resiste ningún tipo de análisis.
Los comunistas, que dan preeminencia a las normas del pensamiento por encima de los derechos ciudadanos, siempre -no hay ejemplo en contrario- han dado preferencia al poder político que a la forma y derecho de pensar. Para un comunista no se piensa diferente, se está equivocado, y de no obedecer sumiso a sus autoridades es castigado, torturado y extinto.
La historia de los países donde domina o ha dominado el comunismo está empapada de sangre, saturada de lágrimas y demasiada injusticia. La Rusia derivada en Unión Soviética. La China transformada de mando absoluto de un emperador de familia a potestad autoritaria de los jefes del partido comunista. En las naciones europeas de las cuales se adueñó tras la Segunda Guerra Mundial. La de quienes no aceptaron el mandato comunista de Mao Tse-Tung y sus cómplices. De Cuba tras la caída de Baptista y el ascenso de Fidel Castro, nadie es tan ignorante para creer que los cubanos, o al menos la mayoría en 1958, eran comunistas. Ni siquiera es posible pretender que tiranías como Corea del Norte no son estructuras de poder comunista, y lo ejercen como armazón de poder en forma de opresión absolutista.
Es tiempo de incertidumbre y profundo pesar. La sensación de fracaso embarga. La ambigüedad política y cobardía de muchos líderes no han permitido prevenir la guerra. Los dispositivos están pero no funcionan solos. Se necesita liderazgo y no siempre existe.
El presidente de Rusia tiene fantasías acuosas expuestas al regreso de la gran potencia que fue la Unión Soviética, cuya estrepitosa caída en 1991 califica de error, dejando el brutal avasallamiento sobre quienes antes fueron libres. Sin embargo, Putin no menciona las dictaduras de entonces, él mismo es dictador; dedicado a reorganizar la desordenada y anárquica que los mismos comunistas desataron tras el derrumbe de la Unión Soviética, sólo logrando rearmar -a su criterio- la fuerza e industria militar pero no la economía que siguió siendo de nivel tercermundista. Clásica nación petrolera, aprovechada económicamente por él e individuos de su plena confianza.
No buscan ampliar patrióticamente a Rusia con Ucrania. Putin y sus garrapatas quieren asegurar una salida hacia mares cálidos, adueñarse de extensiones agrícolas y apropiarse de la eficiencia industrial. Que hablen ruso o no, mantengan estrechos lazos familiares no son más que pretextos.
Invadir un país es siempre un error, es irrumpir la soberanía a la fuerza e intereses que nunca son los del invadido sino del invasor. Como tirano en ejercicio, se equivocó, creyó que porque Ucrania estuvo relacionada con Rusia, adueñarse de ella, sería asunto de coser y cantar. Un desfile militar que mostraría, cuestión definida, decidida en pocos días. La gran sorpresa es que los ucranianos no quieren ser rusos sino ucranianos, que el mundo no está dispuesto a tolerar irrupciones y lo que se ha hecho creer sobre su poder militar no es cierto.
Idiota e imbécil, dio el traspié de su vida, uno colosal, ya demasiadas personas están pagando por ello; ha asesinado, herido miles de un lado y otro, asolando un país que fue hasta comienzos de 2022 uno de los más importantes productores de alimentos de Europa y entre los primeros del mundo, además, no presintió un pueblo dispuesto a ser amigo pero no vasallo ni esclavo, y menos a entregar dócil su libertad, responsabilidad de su bienestar y destino.
¿Sobrevivirá Putin a esta guerra? El error significará mucho, al Kremlin y a Putin en particular. Dos años después de la crisis de los misiles Jrushchov fue reemplazado. Su caída tuvo mucho que ver con la gestión de ese hecho, que puso a temblar al mundo pero se resolvió sin víctimas. Ucrania no es el caso, los muertos son demasiados. Es obvio, habrá secuelas. Antes o después tendrá que dejar el poder. No es posible profetizar cuándo ni cómo será, pero un desastre de tal magnitud tendrá efectos.
Después de esta guerra ya nada seguirá igual. Los ucranianos pelean valientemente por su país y la conflagración ha terminado de conformarles como nación. Sin excepción estarán marcados. Una herida que quedará abierta para siempre.
@ArmandoMartini