OPINIÓN

Tisis y memoria

por Alfredo Cedeño Alfredo Cedeño

Gran Sabana, Kamarata. Foto Alfredo Cedeño

Los comunistas, o camaradas como les gusta ser llamados, pueden ser risibles en sus análisis ortodoxos. Recuerdo a un amigo de tal condición, quien, un día de larga conversación, a las que son tan afectos ellos, con gesto profundo y voz intensa, durante casi una hora, se dedicó a discurrir sobre los nexos innegables entre Venezuela y la Unión Soviética, y para cerrar su brillante disertación anunció con tono enfebrecido: ¿Acaso no ves que nuestro muy soberano cuatro criollo, padre y madre del joropo y nuestros más heroicos ancestros, es heredero de la balalaika? Eran días en los que yo consumía bebidas alcohólicas, y al recibir eso en medio de un buche de cerveza, no pude controlarme y lo bañé con el trago no consumido. Casi termina la velada a trompadas, porque no solo lo bañé de lúpulo y cebada, sino que comencé a decirle: ¡Carajo, camarada, no entiendo cómo es que no me había percatado de que hasta el joropo viene de la polca, y la arepa del pelmeni!

Pero es que ellos, y todos sus afines, son amigos y adictos a la manipulación. Recuerdo a otro viejo amigo, vinculado a la llamada extrema izquierda, quien un día de visita en la casa de una humilde familia en La Vega a la hora de almuerzo, ellos diligentemente nos sirvieron un plato de pasta y un vaso de coca-cola, que sabrá Dios cómo habían hecho para comprarla. Y aquel personaje irguió su humanidad y con gestos pontificales soltó: ¿Sabían que el Che llamaba jugo de cucarachas a esta expresión por excelencia del imperialismo? Los anfitriones, una familia obrera bastante comprometida con “la causa”, pusieron gesto compungido y asumieron la actitud de unas chiripas. Me tocó intervenir y decirle: Deja las majaderías que eso lo dijo después de que le dieron a probar la primera botella de las producidas por los obreros revolucionarios que habían expropiado la planta de la bebida en Cuba. Por supuesto, carraspeos y torceduras de ojos y cambio súbito de la conversación.  Por ello digo que son expertos manipuladores o ignorantes atrevidos, no sé cuál es más peligroso o nocivo entre ambos.

Y por aquello de que los extremos se tocan, no es de extrañar que hasta nuestros días –en bocas tanto de rancios sobrevivientes del gomecismo, luego devenidos en lopezcontreristas, finalmente encarnados en medinistas; como en boca de los más conspicuos revolucionarios– haya sobrevivido aquello de que el golpe de Estado del 18 de octubre de 1945 había sido una aventura cuartelera, ¡contra el gobierno más democrático que había existido en Venezuela! ¿Era democrático un país donde no existían elecciones directas, universales y secretas; y a las cuales el honorable general Medina se negaba a respaldar? ¿Acaso es mentira que Medina trató hasta último minuto de imponer un sucesor que iba a nombrar presidente un Congreso absolutamente digital, ya que todos habían sido nombrados a dedo?

Las cifras de los diferentes organismos de la época muestran el descalabro de las finanzas públicas. No son escasos los estudios, algunos no tan profundos como debieron haber sido, que mostraron el surgimiento de nuevas fortunas a la sombra del Estado, así como el reacomodo de las ya existentes para mantenerse en “la pomada”.  Lo mismo ocurrió con la dictadura de Pérez Jiménez, y se cometieron abusos de todo orden y concierto. Ahora se habla del teleférico y el hotel perezjimenista como obras maestras de la ingeniería y la arquitectura nacional; nada se dice de lo que significó en términos ambientales tales estructuras. Se habla muchísimo del inmenso logro de la dictadura en términos hospitalarios y el gran botón de muestra fue el Hospital Clínico Universitario. Lo que ni de vaina dicen es que luego de terminado pasaron dos años hasta poderlo poner en funcionamiento ¡porque no había personal para hacerlo funcionar!

Que ahora, gracias a las bendecidas y satanizadas redes sociales, sepamos del desastre ecológico en la Gran Sabana no es de extrañar. Del mismo modo como Pérez Jiménez tenía en La Orchila, así como en Playa Caribe en Chuspa, sus santuarios salaces; no debe extrañarnos que Maduro, Cabello y “Rafa” terminen montando un puticlub en la cima del Roraima. Ellos aspiran a la inmortalidad que les terminará otorgando nuestra memoria tísica.

© Alfredo Cedeño

http://textosyfotos.blogspot.com/

alfredorcs@gmail.com