La beltenebra feroz del camposanto
En la prístina mañana
Oscura
Tendió sobre mi su
Tenebroso manto
Queriendo hundir
Sobre mi la cuchillada
Que guardaba
Con esmero su celada
No eran las aguas
Dulce del Manamo
Las que me daban de
Beber cada mañana
Era el díctamo real
De tu perfidia
la que con saña y osadía
Su guadaña rasgaba
Mi pecho un día.