Madrid es la central del espionaje cubano-venezolano. En cualquier reunión privada en casa de conocidos exiliados puede estar un agente camuflado de antichavista. Informadores bolivarianos merodean por la capital de la contrarrevolución venezolana. Nadie está a salvo, todos están vigilados
Tenga cuidado con quién habla y qué le cuenta. En esta guerra de información, todo comentario inocente lo convierten esos agentes en munición contra los más señalados opositores del régimen. Van a la caza del presidente electo, Edmundo González Urrutia (EGU), que se prodiga por los salones oficiales y privados, para acusarlo en sus informes que van a Caracas. Alimentan las diatribas de Jorge Rodríguez y las fauces destempladas de Maduro. La guerra del régimen contra la oposición se libra en Madrid.
Además, están los magnates del latrocinio, bolichicos y empresarios, que han copado el gran Madrid del barrio de Salamanca. Esos son agentes encubiertos. No actúan con disfraces, ya los conocen. Van enlazando sus íntimos contactos con los españoles amigos de la dictadura y también emiten sus informes. La red de informadores sirve al G-2 cubano para comprobar lo que ellos ya saben o intuyen. Así trazan su política de mantener controlada a su colonia más rica: Venezuela.
El campo del espionaje cubano-venezolano se ha trasladado a Madrid, porque ese escenario ha abierto el telón a los prósperos negocios, que vienen realizando los de aquí con los de allá; hermanos del oro, petróleo, uranio, tierras raras, aviones y demás negociados. Según un análisis publicado en el digital madrileño, The Objective dicha intensa colaboración está al descubierto por la policía judicial de la UCO. “Algunos de los protagonistas están conectados con España desde hace años, tienen nacionalidad o han conseguido el NIE (Número Identificación Extranjeros), lo que les permite realizar numerosas actividades en nuestro país. Otros, como Delcy Rodríguez, la jefa (o madrina), tienen lazos constantes con la trama Koldo y la cúpula de poder española. El nexo corruptor es el comisionista Víctor de Aldama, pero agentes, empresarios españoles y Koldo García, exasesor de José Luis Ábalos, mantienen viva la conexión Madrid-Caracas”.
Descubiertos con pruebas que servirán a un tribunal para juzgarlos y condenarlos a lo que indiquen las leyes, se entiende que el entramado del espionaje esté a toda marcha en el Eje Madrid-Caracas. La pequeña gran madrina, Delcy, es el hilo de acero que une a de Aldama. Un negociador que le compra los 104 lingotes de oro (de Fonden venezolano a Bancasa) por 62,6 millones de euros. Sin olvidarnos de las misteriosas maletas que la vicepresidenta venezolana dejó en el aeropuerto Barajas/Madrid custodiadas por el entonces ministro Ábalos y su escudero Koldo, y allí, también aquella noche dorada, estuvo el agente comisionista de Aldama. ¡Cómo no va ser Madrid hoy un hervidero de espías!
Las conexiones comerciales ilegítimas entre España-Venezuela a través de esos principales actores, ya citados; se extienden a ámbitos como el fútbol venezolano (FVF) con su presidente, Jorge A. Giménez Ochoa, español y amigo de Delcy. No podía faltar negocitos con el petróleo de Petrocabimas con Alfredo Chirinos y otros venezolanos. Vinculaciones con la red de casinos venezolanos, con Alejandro Ceballos a la cabeza. Favores varios entre ellos, como facilitar visados en los días de la pandemia COVID. Siempre, todo esto, bajo la sombra del referido de Aldama.
La bautizada por la prensa española trama Koldo, es la más amplia y larga conspiración para delinquir, con el apoyo explícito y, por tanto, conocimiento del presidente del gobierno, Pedro Sánchez, según se desprende de la investigación de la UCO. Un caso que prueba las intensas relaciones de negocios encubiertos entre el Eje Madrid-Caracas. El final de este culebrón está comenzando. Faltan muchos capítulos por emitirse. Los veremos en escenarios próximos, fundamentalmente en los tribunales. Ábalos está a un paso de ser citado muy pronto. Víctor de Aldama está preso en Madrid actualmente. Tantos socios en la sombra de los negocios hispano-venezolanos explica por qué Sánchez , y su padrino Zapatero, siguen sin reconocer públicamente que Maduro perdió las elecciones del 28 de julio.
Carlos Pérez-Ariza es doctor en Periodismo por la Universidad de Málaga.