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May 13, 2025


 Tierra de Gracia: La guerra está aquí

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La UE acaba de caer en cuenta que no tiene ejército. Ante el inminente ataque ruso hay que rearmarse, avisan. Poner al día la tecnología militar va a costar 800.000 millones de euros. La OTAN se ha quedado raquítica sin el apoyo de Estados Unidos. Se recomienda hacer un «kit de supervivencia». Venezuela ha desaparecido de la prensa europea

Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, advirtió que «Europa debe prepararse para la guerra» / GETTY IMAGES

 

En el enmarañado escenario Trump-Putin-Zelenski, donde juegan los intereses económicos de los tres, la UE es un invitado de piedra, que insiste en participar sin estar convocado. Tanto Estados Unidos como la Europa de los 27 han arriesgado capital en la defensa de Ucrania, para frenar la invasión rusa. Ahora, se trata de que una precaria paz se instale allí con condiciones de rendición para que los del capital recuperen algo de su dinero.

La operación no es tan fácil como se piensa. Detener los disparos está costando más tiempo y discusiones de lo que prometió Mr. Trump. Los estrategas europeos afirman que hay que seguir apoyando a Zelenski con armas y dinero. Hablan de enviar una misión militar franco británica a Ucrania como fuerza de intermediación sobre el terreno.  Por su parte, Putin, experto en ganar tiempo desde su época de coronel de la KGB en Alemania oriental, exige un gobierno de transición en Ucrania sin Zelenski, y con un equipo gestor de la ONU y Estados Unidos.

Por los momentos, los negociadores han firmado una tregua temporal, aceptada por Zelenski, para asegurar la navegación por el mar Negro, así mismo detener ataques a las infraestructuras energéticas. La paz definitiva tiene aún un horizonte lejano. Las zonas ocupadas por Rusia, la explotación de las minas allí, la permanencia en el poder de Zelenski y la posición de la UE, que, hasta ahora, sólo habla de que los europeos deben estar preparados para una agresión bélica desde Rusia. Una guerra localizada al Este de Europa, que ha sido un descalabro para la débil Europa de la Unión.

Putin pone de antemano quitar del medio a Zelenski, para admitir una negociación final. La UE no confía en él y Mr. Trump parece cómodo con su interlocutor ruso. Tal vez sean ambos los arquetipos del gobernante autoritario a los que molesta tener que contar, en todo acto, con la aprobación de sus parlamentos. Está claro que Putin no tiene esas preocupaciones con una Duma sumisa. Y clarísimo, que Putin maneja la idea de un nuevo gobierno ucraniano proclive a Moscú. Así como una Europa menos beligerante con Rusia, con sus bases OTAN lejos de sus fronteras.

En este entramado están los pueblos eslavos, entre los que miran al Oeste europeo y los que viven de espaldas a occidente, porque lo miran como sus agresores históricos; y ahí está Putin. La UE parece desorientada o juega al miedo al oso ruso. Ha impuesto una campaña de sensibilización contra la posible, probable e, incluso, inminente guerra que desatará contra Europa el maligno Putin. Pero no hay razones de que esa invasión sea real. ¿Tal vez los de la inteligencia saben cosas que los ciudadanos no imaginamos? Nos piden que nos vayamos equipando con un «kit de supervivencia» para aguantar 72 horas un estallido bélico. ¿Qué querrán decir?

Si en tres días los rusos llegan a Berlín, París, Londres, Roma o Madrid, ese kit habrá servido solo para mitigar el susto. Si en tres días o menos el bombardeo es nuclear no tendríamos tiempo ni de abrir el bendito kit. Sería conveniente que los «genios» de la UE explicaran a los ciudadanos qué están planeando con esta campaña del terror. Recuerda demasiado a la reclusión COVID. Europa no necesita una nueva guerra, lo que le conviene es que le digan la verdad y alcanzar la paz duradera.

Los aranceles

Estamos en un punto de inflexión mundial con el imperialismo comercial estadounidense en ebullición. La palabra de moda de 2025 es «aranceles». España tiembla con que la buena exportación de jamones, vinos, aceitunas de mesa se venga abajo. Y que los automóviles, fabricados en sus plantas, que van a Estados Unidos, vía Alemania, así como los recambios de esos vehículos también hechos aquí, se queden sin aquel mercado. Esos aranceles de Trump lesionan altamente al comercio internacional español y al europeo. Ante ese panorama, la UE presiona a Sánchez para que incremente inmediatamente el presupuesto en defensa –el más bajo de los países de la Unión– del 1,1 al 2/3% del PIB, mientras sus ministros neocomunistas le exigen que no sólo no lo haga, sino que España se salga de la OTAN. Mr. Trump le pide, asimismo, que eche más dinero a armarse; por si acaso, Putin arranca sus tanques y dispara sus misiles.

La prensa europea, ante tanto sobresalto oloroso a pólvora, se ha olvidado de Venezuela, que hasta hace pocas semanas ocupaba titulares. Mr. Trump, distraído como está con su geopolítica del arancel y de los frentes calientes de Ucrania, Palestina-Israel y el eje del mal Irán-Siria-Somalia, también parece haber aparcado, hasta nuevo aviso, al régimen de Maduro y su pandilla. Es cierto que le aprieta con el arancel contra los países que le compren petróleo, China, India, por ejemplo; y da un respiro a Chevron, y amenaza a la petrolera española Repsol, prohibiéndole exportar crudo venezolano a España. Igual prohibición han recibido las empresas ENI (Italia), Maurel & Prom (Francia), Reliance Industries (India) y la estadounidense Global Oil Terminals. Aun así, los bolivarianos siguen de parranda.

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