La escena de la Cochera Cabaret de Málaga ha resonado con el largo aplauso a una señora actriz, veterana de la telenovela y el teatro venezolano, que ha vuelto con la emoción de un monólogo donde pasa revista a su vida con la fuerza que solo tienen las grandes actrices. Ella sola sostiene la atención de su público por dos horas
En ese esquema dramático que ahora se llama «stand up comedy», que viene a ser un monólogo personal salpicado del valor de reírse de sí mismo, Gledys Ibarra borda un relato donde el espectador se entera no solamente de los actos de su vida y de los entresijos de su oficio, sino que da claves para entender cómo y porqué transitamos por este mundo y qué pasará cuando seamos llamados a rendir cuentas.
El público que asistió a su única función en Málaga era mayoritariamente venezolano. En esta ciudad andaluza viven más de 3.000 de ellos, asilados por múltiples causas. La señora Ibarra dice que su propósito es llevar su espectáculo a cualquier sitio donde vivan sus compatriotas: “Allí donde haya venezolanos, yo voy a presentarme para darle un aliento de esperanza con mi arte”. Y vaya que lo consigue. Tras su gira por España, empezará 2025 por la Florida, donde seguro que podrán verla actuar miles de venezolanos.
Ibarra es recordada por sus personajes en más de veinte telenovelas y sus actuaciones en el Teatro Nacional de Caracas. El público la identifica tan pronto sale a escena. Verla es recordar buenos tiempos. Y su actuación, alegre, festiva y montada en un texto cercano a propios y extraños, da un baño de esperanza que tanto necesita quien se ha visto alejado de su tierra sin quererlo. Por eso, esta actriz realiza un acto político a través de su arte. Una actuación que transmite la experiencia de ella misma como una emigrante tan parecida al público, que ríe, llora y aplaude al reconocerse en sus palabras.
El hilo dramático se basa en el mismo título del monólogo: Yo no quiero reencarnar. Para saber por qué Ibarra no quiere pasar por ese trance tiene usted que asistir a verla y escucharla tan pronto sepa que se presenta en su ciudad. Puede que tenga esa suerte. Son dos horas para disfrutar de su arte, donde llena el escenario con su voz, su alegría y su nostalgia desprovista de amargura. No se la pierda.
Gledys Ibarra es una actriz al completo. Ha trabajado en el Cervantes Theatre de Londres. Con el Centro Dramático Nacional de España. Su vida profesional fuera de Venezuela ha sido una continua proyección de su oficio sobre las tablas. Ahora con este monólogo personal de su propia autoría, pasa revista a su mundo privado y público, que ha sido la actuación. No es un teatro de evasión, ni para justificarse. Es un canto a la vida, que no ha sido fácil. Esa existencia que deja manchas, pero que sigue su camino.
Con Gledys Ibarra el espectador se asoma a un pasado que se les ha ido de las manos. Esos recuerdos que ella pone delante del público es un mensaje de aliento, que les llega con una dosis de humor, que ella maneja con la destreza que solo tienen las actrices de raza como esta señora, que no quiere reencarnar en un mundo difícil de entender.
En su monólogo Gledys Ibarra se pasea por su vida comparando esa existencia como si fuera un juego de mesa, donde el azar tiene su papel. Mientras desgrana su actuación nos pasea por las casillas de ese juego vital, salta del dolor al amor, la pasión, el divorcio, los triunfos, las caídas. Como la vida misma hay que jugar e ir viendo cómo vamos saltando por esas emociones. Gledys Ibarra nos reconcilia con el mejor teatro, que ella teje con la naturalidad de una de las grandes actrices venezolanas.
Carlos Pérez-Ariza es doctor en Periodismo por la Universidad de Málaga.
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