I Deconstrucción evolutiva del pensar: Tierra ¿mundo o vida?
Asociamos que la orientación interrogativa lleva una serie de aspectos relacionados con la Apariencia y Realidad que Rusell plantea al inicio de su obra Los Problemas de la Filosofía, y aunque resultaría evidente en diferentes episodios de la historia verificar las contradicciones existentes entre objetos y conceptos, entre teoría y práctica, así como las múltiples relaciones que existen entre unos y otros, así como la etiología del por qué los segundos se derivan de los primeros, los vértices que les unen por distintas razones son débiles si éstos nos llevan una sustentación que vaya más allá de una concreción (objeto y práctica); verbigracia, la abstracción constituye la fuente del pensamiento para lograr el convencimiento que se necesita ante los absolutos (personas) y la propia sociedad sobre determinado planteamiento.
No obstante, supongamos por un momento que alguien pretenda refutar lo explicado sobre la síntesis sustractiva del color en los seres humanos, comenzando por cambiarle el nombre a los colores, tal y como los conocemos. ¿Sería aceptado por una comunidad científica? De ser así: ¿Qué dirían los millones de habitantes sobre la tierra que tendrían acceso a tal información? Obviamente, tal reto implicaría para quien se lo propusiese un desmontaje de la verdad aceptada sobre el nombre de los colores, más que sobre su intento por volvernos a explicar el auténtico proceso sustractivo de la luz ante nuestros ojos. Igual ocurre con los diversos hechos que diariamente se nos presentan en la sociedad. Hoy la posibilidad de una construcción teórica no sólo depende de la fortaleza de textos escritos en lo filosófico, ontológico, epistemológico o pragmático, sino en buena medida su naturaleza práctica es lo que permite su consolidación diacrónica.
El sentido (des)vinculante entre teoría y práctica, entre práctica y teoría, se deslinda y asocia, tal como puede ocurrir, entre el atardecer y la aparición de la nocturnidad, o el desvanecimiento de ésta y la aparición de la mañana. Bastan pequeños espacios o aberturas entre teoría y práctica para dudar sobre su veracidad o efectos. Por ello, la mayoría de las teorías se encuentran en permanente (auto)crítica o han quedado como propuestas para consultas de supuestas investigaciones, que lejos de ser interesantes propuestas acuciosas del conocimiento, se han convertido en textos que van llenando de incomprensiones el mundo que nos subyace alrededor. Más aún, cuando observamos, casi a diario, el pernicioso avance de una tecnología que por un lado consolida, y por otra degrada el conocimiento.
Igualmente, los inducidos problemas ambientales que sacuden al planeta. La degradación moral y ética que domina las estructuras de los “Estados”. La crisis capitalista que profundiza sus tentáculos en el aniquilamiento de sociedades enteras, representan factores que han desvirtuado por completo el ejercicio de la educación y la pedagogía. Las múltiples interrogantes de teorías que se generan por diversos individuos (¿absolutos? – ¿pensadores?), muchas sin respuestas en la praxis del conocimiento que dicen sustentar, han perdido vigencia psicológica, social y cultural, porque sólo se han centrado en explicaciones oníricas sobre las alteraciones que rodean a los seres, o porque pretenden dar respuestas circunstanciales al hecho en su condición pragmática, sin estudiar el ejercicio del pensar como un relevante, precisamente de acción absoluta; es decir, los problemas de la sociedad y en el caso específico de educación están siendo abordados en una perspectiva llamada “integral”, que aún ignora, o persiste en omitir el sentido del pensar en una teorización que una los aspectos genético-biológicos con los socio-culturales; y estos a su vez con una historia que ya no es asimilada como simple hecho histórico, sino que involucra una importante acción geo-temporal y de comunicación, no sólo lingüística, sino de códigos originados a partir de la tecnología que impera en el mundo de las transmisiones de la información y del conocimiento.
Los principales deslindes para la generación de nuevas teorías nos presentan los avatares en que está envuelta la Historia Contemporánea. Una teoría carece de consistencia al pretender ejecutarse en un mundo apartado de problemas, o que sólo “analice” los problemas del ser biológico, sin espectro del ser espiritual.
Muchos teóricos han hablado de la (in)consciencia o (sub)consciencia, pero han dejado de un lado la (des)vinculación emocional, sobre la libertad condicionada del pensamiento. Un poco lo que Schiller (1963) en sus Cartas sobre la educación estética del hombre señalaba sobre la imposición de la necesidad sobre la libertad; sólo que dejó fuera del viaje los cimientos de una sociedad posindustrial sin matices del llamado posmodernismo tecnológico que, irónicamente, también desconfía de la (in)existencia de la sociedad utópica en sus planteamientos teóricos.
De hecho, Ander-Egg (2001) cuestiona seriamente la elaboración teórica del cientificismo contemporáneo cuando expresa:
(…) Nunca en nuestra formulación teórica podemos expresar los hechos como son, ya que no existe un isomorfismo total entre teoría y realidad. La realidad es inefable, esto es, no puede expresarse a través de ninguna lengua; cuando decimos algo sobre ella, las mismas categorías que usamos limitan nuestra visión. El pensamiento nunca se “corresponde” con la realidad, “porque no somos receptores pasivos de datos sensoriales, sino sus asimiladores activos”, y al asimilarlos los organizamos” (p. 148)
Es aquí donde el sentido en la búsqueda de la regeneración del pensar obtiene otra validez que no sólo sacuda las mal llamadas instancias académicas de una ciencia atada con el dogmatismo. No se puede continuar hablando de validez científica para la construcción de teorías cuando éstas sólo han agravado la anomia y la estulticia en sus procedimientos desde y hacia los problemas de la sociedad.
Por ejemplo, ¿qué ha logrado una comunidad científica en el campo de las Ciencias Sociales, si sus planteamientos no han podido transformar al ser (gobiernos y pueblos) en sus decisiones y acciones para enfrentar el continuo presente, y vemos cómo sigue su marcha la pobreza, la contaminación del ambiente y la sobreexplotación de los recursos naturales en el devenir de la “humanidad”? ¿Tendremos respuesta? La respuesta resultaría obvia: no podremos encontrar respuesta mientras no logremos enlazar, y ni siquiera unir los conceptos de una tecnología avasallada por la suprageocomunicacionalidad y los fundamentos bio-socio-políticos contemporáneos; los primeros centrados en las luchas de las grandes corporaciones de ese mundo como Microsoft, Google, Meta, Twitter, TikTok, Telegram, entre otras; y los segundos diferenciados en banales ideologías de “izquierda” y “derecha” que no han podido responder asertiva y acertadamente ante los principales problemas de la humanidad como la alimentación, la pobreza, la emigración, la contaminación ambiental, el neoextractivismo, y tales connotaciones, mientras unos buscan conquistar el espacio, y otros arrollan, pueblos y comunidades ancestrales; y en un pasaje de máximo pragmatismo podemos ver sentados a Oriente y Occidente en la misma sala, diferenciados por el comunismo político y el neoliberalismo neo-tecnológico y capitalista, es decir, Xi Jinping y Bill Gates, y en donde ambos sistemas necesitan de una misma agricultura, y una conservación del ambiente para sobrevivir; y por supuesto, cauces naturales que son los que generan sus controvertidos espacios de poder político y económico.
II Lo ignorado del pensamiento ante la incertidumbre
Hablar de otra manera de pensar, tal vez sea algo descabellado para muchos, o simplemente inexistente. ¿Será posible cuando la tecnología ha emprendido una rapidez inusitada e incluso se dice que las computadoras piensan por nosotros, y más aún, que la dependencia que hoy existe en el mundo “moderno” y modernizado desde la informática, si valdrá la pena intentar, cuando menos, pensar en otra forma de pensar?
La incertidumbre es una constante en movimiento. Nadie puede predecir, salvo aproximaciones de pensamientos y razonamientos sobre el (de)venir ambiental y algunas consecuencias para la sociedad, producto de hechos políticos, económicos y sociales. En el campo de la ciencia, la incertidumbre representa un poderoso adversario, pero a la vez, la más importante motivación teórica que debe ser enfrentada para (re)orientar las condiciones y acciones humanas en el contexto de la modernidad, previo estudio e investigación sobre el pasado y el presente.
El pensar está regido por factores biológicos, que encuentran en lo cognitivo su estancia del conocimiento. Para la concreción del pensar, el ser humano, va amoldando desde niño (a) una serie de etapas y procesos vinculados con su alimentación, educación y cultura que a su vez encuentran en los escenarios naturales del desarrollo la gradualidad de los saberes en relación con su mundo interior y exterior. La lógica del capital marxista ha venido imponiendo modos de vivir que parecieran ajustarse con la sustantividad del hacer, más que con su creatividad; es decir, el pensamiento luce estancado, cerrado, inmóvil, carente de ideas y menos aún, incapaz de convertirse en sujeto social, tomando como referencia que éste no es dueño del contexto al cual se adhiere sociológicamente, sino que éste pertenece a la dimensión sociohistórica del Ethos.
Cuando Hume afronta la incertidumbre ante la naturaleza como una forma de pensamiento sobre la cual no puede establecerse temor en sus razonamientos, lo hace convencido de que es imposible para la mente humana predecir la (d)evolución de los fenómenos de la tierra, el mar y del cosmos. Los absolutos somos parte de esa naturaleza, y por ende, ella en cierto modo es dueña de nuestro destino. Hume también reflexiona sobre el temor de que los juicios que prevalezcan en relación con la incertidumbre, tales juicios desde nuestra perspectiva los interpreta como génesis y apocalipsis de fenómenos y hechos naturales que nos son impuestos desde una visión geométrica de lo ignorado, lo desconocido, lo (in)salvable, es decir, no implica necesariamente lo que se percibe desde una concepción metafísica. Lo interior también está sujeto con las contradicciones de pensamientos y sentimientos que surgen sobre permanentes interrogantes por la vida misma, sin asumir cuánto o tanto sean aproximadas las respuestas ante nuestro pasado o porvenir.
Ante ello, señala en las causas de la oposición, es decir, la experiencia, los sentidos adquiridos que pueden emitir a priori, respuestas inmediatas por determinadas situaciones que no pueden descartarse por una simple precisión de equivocación en lo pensado. Por ejemplo, Bolívar aquel 26 de Marzo de 1812, en medio de un terremoto, el cual devastaba miles de vidas humanas y una ciudad entera ya sobrecogida por la pobreza y la miseria, la esclavitud y la (des)esperanza, no invocaba una estructura de pensamiento centrada per se en una condición todopoderosa, sino que lo hacía convencido de que ante las tragedias de la naturaleza, había que afrontarlas con resignación y decisión, sin obviar a la fe, en nuestra condición humana, cuando decía: “Si la naturaleza se opone contra nosotros, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”.
Si asumimos a la naturaleza perfecta en su creación, inferimos que sus propias alteraciones deberían ser perfectas, pero cuando éstas ocurren por efectos que los propios absolutos han generado sobre ésta, entonces podemos hacerla perfectible en tales rupturas de su constitución; entonces, es allí, aunado con las palabras tanto de Hume como de Bolívar, por analogía y contrastes, ambos desde una concepción metafísica, filosófica y fenomenológica, recurren en distintos espacios y condiciones históricas, políticas y sociales a explicarnos en este caso el cómo debemos pensar, el qué podemos hacer y el cuándo hay que actuar ante la incertidumbre. Es por ello que el sentido del pensamiento debe orientarse por una integral concepción del ser y sus realidades, y no de las realidades con el ser, porque ello implicaría una visión reduccionista del sentido del pensar; es decir, una sumisión de los actos y hechos de vida.
En síntesis, el estudio de la (d)evolución de la Tierra pareciera que ha sido restringido por los avances de una suprageocomunicacionalidad que en simbiosis con una Inteligencia Artificial amenaza con convertirse en el punto fundamental del ser humano por encima de la propia conservación del ambiente y sus formas de vida; mientras que los Estados –cada uno encasillado en sus espacios de poder– suponen que sus desarrollos están consolidados desde ese dominio suprageocomunicacional y tecnológico, y por ende, de acumulación del capital, en el medio de una guerra entre Rusia y Ucrania, donde el primero decide cuándo o sobre quién vender granos, mientras es derramada la sangre de inocentes desde una visión geopolítica que al parecer definirán esos fundamentos bio-socio-políticos con un orden “mundial” que si algo ha ignorado, ha sido el pensar de los pueblos.
@vivassantanaj_
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Ander-Egg, E. (2008) Métodos y Técnicas de Investigación Social I. Acerca del Conocimiento y del Pensar Científico.- Buenos Aires. Lumen Humanitas.
Hume, D. (2001). Tratado de Naturaleza Humana. (Versión electrónica en formato PDF). Buenos Aires. Diputación de Albacete http://23118.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/informacion_adicional/obligatorias/034_historia_2/Archivos/Hume_tratado.pdf
Rusell, B. (S/R). Los problemas de la filosofía. (Versión electrónica en formato PDF). https://www.filosofem.cat/IMG/pdf/russell_los_problemas_de_la_filosofia-2.pdf
Schiller (1963). Cartas sobre la educación estética del hombre. Madrid. Aguilar
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