Estamos en tiempos históricos, la lucha por la libertad y la democracia y la prosperidad de todas y todos no es fácil y no tiene fecha límite, pero hemos avanzado y mucho. Las Primarias fueron un éxito y sirvieron para identificar un verdadero liderazgo democrático. El 28 de Julio derrotamos al régimen de manera inobjetable, mediante el voto popular y masivo y que nadie puede negar de buena fe. Todos los venezolanos lo sabemos, el mundo también. El régimen está entrampado en sus propias maniobras. El poder electoral y cualquier otro poder, en términos legales y constitucionales nada pueden hacer, solo les queda la represión, la fuerza bruta e irracional y ello también tiene un límite.
La fuerza popular y un liderazgo esclarecido, hoy en día, tienen la legalidad y la legitimidad de su parte, es decir, la verdad política y constitucional está de nuestra parte y toda la fuerza histórica de luchar por la libertad y la justicia de todo un pueblo. La historia está de nuestra parte y contra ella nadie puede. La historia se puede intentar retrasar, pero no anular. Hay un nuevo presidente electo por voluntad popular y por la vía pacífica y electoral. La soberanía popular se expresó de manera clara y mayoritaria. El problema no es entre izquierdas y derechas, un falso dilema, sino entre democracia y dictadura, entre políticas fracasadas y políticas que respondan a los intereses legítimos del país y de las grandes mayorías. 25 años de destrucción, fracaso, odios y divisiones deben terminar y pronto y ya el pueblo decidió, vía electoral, que es lo que quiere. Resistirse es inútil y la simple fuerza no va a ser suficiente. Solo está haciendo falta que ciertos factores de poder lo entiendan y lo van a entender por la resistencia civil activa y por el espíritu de unidad y reconciliación que todos queremos. Una negociación política, pensando en el país y en el marco constitucional es lo más apropiado, una transición sin odios y pensando en el futuro de todos. Venezuela, cuándo correspondía logró su independencia, a un alto costo, e igualmente la democracia, ambas respondían a las tendencias históricas de la época. Hoy igual, la libertad y la democracia son exigencias de nuestra época y así lo hemos entendido y asumido la mayoría. Y cuando el tiempo llega, nada ni nadie puede evitarlo. Apelo a la sensatez de todos los sectores y evitemos costos mayores. Merecemos un país mucho mejor del que tenemos ahora. La llamada revolución fue una fantasía tropical y un gran fracaso político, económico e histórico, y toda ella es pasado, y una nación si a algo no puede renunciar es al futuro y el futuro ya llegó y no vamos a volver a renunciar a él. El pueblo está claro, el confundido y recalcitrante es un régimen que ya nada tiene que ofrecer, solo más de lo mismo y la defensa de sus privilegios y fortunas. Entrar y salir de la historia es una ley que se cumple inexorable y esta es una coyuntura de salida para el régimen que no van a poder evitar. Irse a tiempo lo entendió muy bien Guzmán Blanco, también Pérez Jiménez, y no les fue mal.