Ese es el título de una de las novelas menos conocidas pero tal vez más profunda de Charles Dickens. La obra refleja la vida de los obreros y sus familias en tiempos de la primera industrialización de Inglaterra. En la novela, Dickens narra con enorme precisión la desigualdad social de la época y como los propietarios de las fábricas se enriquecieron a costa del esfuerzo inhumano al cual fueron sometidos sus trabajadores.
Más allá de la discusión socioeconómica de la novela de Dickens, la narración puede guardar un parecido con la actual situación de Venezuela. Al escribir este artículo, los efectos del covid-19 en el país aún no reportan la magnitud observada en Asia o en Europa. Lo más humano sería esperar que la conocida curva logre ser aplacada y el país supere lo más pronto la crisis. Sin embargo, pareciera que todos los factores definirían otra grave crisis humanitaria con profundas implicaciones para el futuro. Tiempos difíciles en estos tiempos.
Desde la llegada de Hugo Chávez a la Presidencia de Venezuela, el sistema de salud fue sistemáticamente desmantelado. Como todos los demás profesionales, médicos y especialistas de la salud decidieron, justificadamente, emigrar del país. De igual manera, los sistemas de estadísticas y medición de indicadores sociales y económicos fueron controlados por el régimen y no tienen ninguna capacidad de emitir información ni fidedigna ni confiable. Los medios de comunicación, han sido censurados, manipulados o perseguidos por las autoridades del régimen, por lo cual informar es un acto heroico o en ciertos casos una orden emitida.
Podemos analizar cada sector del gobierno o de la sociedad civil involucrada en la atención de la crisis del covid-19 y encontraremos debilidades alarmantes. Hay que agregar la ilegitimidad del régimen para gobernar, pero al mismo tiempo su control absoluto sobre los recursos y las instituciones del Estado (a excepción de la Asamblea Nacional), lo cual lo convierte en el único responsable de las consecuencias que provocará el covid-19. Lo anterior fue demostrado el 17 de marzo, cuando el Fondo Monetario Internacional respondió negativamente a la solicitud de un préstamo millonario por parte del régimen para supuestamente atender los posibles efectos que provocará en la población el virus respiratorio.
En la situación de Venezuela, las posibles consecuencias del covid-19 no se resolverán con más dinero. Por ello, la insistencia de la falsa oposición política encabezada por Claudio Fermín y Henri Falcón, de unir a la Presidencia interina y el régimen, es una de las tantas estrategias que intenta Miraflores para obtener reconocimiento. Así como en la novela de Dickens, el régimen y su adjunto representado por Fermín y Falcón tratarán por todos los medios de obtener beneficios a cuenta de la población. Es muy tarde para la unidad, pero sí es tiempo de otras opciones que permitan atender la emergencia que provocará el virus en Venezuela.
Nicolás Maduro puede aprovechar la coyuntura y renunciar al cargo que usurpa. De esta manera, el presidente encargado, Juan Guaidó, asumiría con plenitud sus funciones. Entonces, la tarea de la Presidencia de la República sería titánica pero el Estado de Derecho comenzaría a restablecerse. Dadas las condiciones del país, es muy probable que el desastre humanitario se agrave con una nueva amenaza. Sin embargo, la población y la comunidad internacional tendrán confianza en el gobierno de Venezuela y eso cambiaría nuestro destino.
Llamar a la unidad entre la Asamblea Nacional y el régimen con la excusa de atender lo que sería una crisis futura es una miserable estrategia para sostener al régimen en el poder. La coyuntura creada por la presencia del covid-19 en el país, representaría una excelente oportunidad para iniciar el camino hacia la democratización del país y la recuperación de las instituciones. Pero intentar opciones diferentes a una salida definitiva del régimen, sería irresponsable.
Mientras tanto, la población sigue sin protección efectiva, así solo le queda respetar el aislamiento social, incrementar las medidas de higiene, seguir las instrucciones de la Asamblea Nacional y mostrarse solidaria. Nuevos desafíos para una población violentada por las carencias de productos y servicios básicos y una enorme incertidumbre en el porvenir obligadas por más de 20 años de un supuesto socialismo.
La novela de Dickens, Tiempos difíciles en estos tiempos, termina con una frase muy oportuna, Querido lector: de ti y de mí depende el que, en nuestros dos campos de actividad, sean o no realidad cosas como estas. ¡Hagamos que sean realidad! Podremos así sentarnos con el corazón más alegre frente a nuestros hogares, contemplando cómo las pavesas de nuestros fuegos se vuelven grises y se enfrían. Hagamos que cese la usurpación! Hagamos que triunfe la justicia y se establezca un Estado de Derecho!
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